Capítulo 4.

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Nick subió resignado hacia la habitación de Cassie y entró sin tocar, una mala costumbre adquirida de ella. El cuarto estaba decorado con un acogedor tono amarillo suave, casi crema. No le sorprendió, ella amaba los colores vivos. Contaba con un gran armario, una amplia cama, dos pequeñas mesitas de luz con cajones, un pie de cama y un mueble tocador con espejo y cajones.
Invadió la habitación con su presencia, pareciéndole extraño no ver a la joven rubia que en tantos líos lo había metido para luego sacarlo de ellos.
Se lanzó sobre la amplia cama, cayendo de cualquier modo sobre el acolchado verde agua. Se oía el caer del agua desde el baño, y mientras él acomodaba un brazo bajo su nuca, la voz de Cassie llegó a sus oídos.

—Se suponía que llegaras en diez minutos, cuando ya me hubiera bañado —la voz sonaba amortiguada por el caer de la lluvia de la ducha—.

Una fuerte visión, acompañada de la típica punzada en la cabeza de ella le mostró a Nick sobre la cama, estirándose y ensuciando su inmaculada colcha con el barro adherido a sus deportivas.

—Eso es porque eres una pésima vidente —canturreó él desde su cómoda posición—.

_Más te vale que quites tus zapatillas de mi cama. Saldré en un minuto.

—De acuerdo. Con suerte se te habrá quitado el exprerimento que insistes en llevar en el pelo.

—¿Qué?

—Nada.

—Te oí.

Nick rió, tomándose el estómago, pero cuando bajó la vista hacia sus pies supo que Cassie no reiría al ver la cama. Miró hacia los costados en busca de algo con que limpiar la tierra impregnada en el cubrecama, pero en su búsqueda notó que sobre la mesa de luz descansaba el cuaderno donde ella dibujaba sus visiones. Sintió curiosidad, lo levitó hacia él con gran éxito, no como cuando la niña vidente se burlaba por su falta de práctica al usar la telequinesis.
Las hojas eran negras, como siempre. Por un momento sintió que hacía algo indebido, pero no podía estar haciendo nada malo, si Cassie antes solía mostrarle todos sus dibujos, incluso él acostumbraba a hurgar una y otra vez en su cuaderno en busca de una idea para planes beneficiosos o que los sacara de algún problema, incluso una vez la había presionado para que tuviera visiones hasta que ella le había gritado que no era así como funcionaban las cosas. Con esos recuerdos y una sensación de nostalgia por los viejos tiempos, fue que lo tomó con más seguridad. Los dibujos se sucedían, ella solía dibujar a medida que iba viendo algo en su cabeza —como una fotografía, recordó que le dijo alguna vez—. A veces el futuro podía cambiar y el dibujo siguiente ser lo opuesto, en algunas ocasiones arrancaba esas hojas, otras veces le gustaba dejarlas porque habían sido un futuro posible. En las primeras páginas un tal Michael con ella en el colegio, Kira engañando a un casero para que les alquilara ese departamento en que ahora vivía con él. Siguió hojeando rápidamente. Había un dibujo de Amanda con maletas, otro de Nick y Amanda hablando, parecía reciente, y otro dibujo en el que... se detuvo.
Era Cassie. En la cama. Pero no estaba sola, un dibujo masculino, sin nombre ni rostro, la acompañaba. Ambos estaban cubiertos por las sabanas, lo que parecía ser una botella de champagna o alguna bebida alcohólica descansaba en la mesa de luz y una sonrisa asomaba en la figura que representaba a la rubia. Seguramente estaba ebria. De nuevo.
De golpe se sintió enfermo e incrédulo. «Aun es muy joven», fue lo que pensó mientras cambiaba de hoja para ver como el dibujo se repetía, al igual que la figura masculina que en vez de nombre tenía sobre su cabeza dibujado un gran signo de interrogación. Se notaba que el dibujo había obsesionado a la chica, como aquella vez que pensó que un tigre la mataría y el cuaderno se llenó de imágenes distintas con el animal como protagonista. Dibujo a dibujo los signos de pregunta eran cada vez más y más grandes, lo que indicaba que no lograba ver la identidad del sujeto. En algunas escenas él la abrazaba, envueltos en las sábanas.
«¿Cómo podía ser que Cassie fuera acostarse con alguien? ¿Cómo era posible que no supiera con quién lo haría?»
Se sintió furioso, seguro que ese tipo se aprovecharía de ella. Porque si Cassie hubiera planeado hacer... eso, no se habría preocupado tanto en tratar de ver la identidad del muy maldito.
No, no dejaría que eso pasara. Si habían evitado la muerte a manos de Carver, ¿Por qué no podría evitar ésto? Sí, definitivamente lo lograría.

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