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✿ · Mal amigo · ✿
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La secundaria siempre es una etapa compleja para todos.

Se busca encajar, ser excepcional o, por lo menos, poder ser reconocido e incluido en un grupo social.

Y Bakugō, siendo el chico de personalidad fuerte que su madre crió, no tardó demasiado en hacerse "amigo" de la mayoría del salón.

Sin embargo, en su infancia le costó mucho más poder hacer amigos.

Tenía un par de seguidores. Titeres que seguían sus infantiles caprichos sin cuestionar nada.

Y es que, en esa época de su vida, al pequeño rubio le hervía la sangre la sola idea de uno de sus "amigos" intentando superarlo en algún ámbito que él considerará relevante en aquel entonces.

Cosas tontas como "quién podía patear el balón más lejos" ó "quién tenía la mejor colección de bichos".

Sin embargo, siempre hubo alguien que intentó estar a su nivel.

Alguien que no era un títere.

Ese molesto, irritante y tonto pecoso que insistía en ser su amigo.

Pero, bajo los estándares del pequeño Katsuki, "Deku" no era más que una molestia.

Siempre tratando de competir con él.
Llevándole la contraria sin temor, y todavía estando allí a su lado cuando parecía que necesitaba una mano.

Era molesto. Completamente desesperante.

Así que Bakugō hizo lo más sensato que un niño de su edad pensó.

Ignorar a Izuku.

Apartarlo de sus "amigos" y, por ende, de él mismo.

Entonces, con el tiempo, Midoriya acabó por captar la cruel indirecta.

Pero no se sintió resentido ante aquello. Por ende, al llegar a la secundaria no se hizo a un lado por completo.

Katsuki y él obviamente no eran amigos. Pero Midoriya todavía intentaba hablar con él de vez en cuando. A pesar de las respuestas antipáticas del cenizo.

Por un asunto de cortesía, más que por verdadero agrado.

Es decir, Katsuki y él se conocían desde hace tiempo. Y se sentía incorrecto ignorarlo como si no supiera quién era.

Pero entonces, cuando el penúltimo año de secundaria llegó, Bakugō cayó en un profundo episodio de estrés que lo consumió a un grado tal que, incluso años después de lo ocurrido, le da escalofríos mencionar.

Sus "amigos" desaparecieron entonces. Solo un par de personas se quedaron a su lado para apoyarlo en su situación.

Entre esos estaba el molesto Deku.

Bastardo obstinado que lo instó a ponerse los malditos pantalones y hablar con sus padres del asunto.

Era obvio en aquel entonces que necesitaba ayuda de un profesional.

Pero si no fuera por el pecoso y su irritante insistencia, Katsuki no habría hecho nada.

Sus otros amigos, los que se quedaron a su lado, no quisieron presionarlo y decidieron dejar que todo fuera según sus deseos. Pero Deku sabía. Era el único que fue realmente consciente de que el orgulloso trasero de Katsuki no pediría ayuda por voluntad propia sin un poco de presión detrás.

Así que él fue la "piedra en el zapato" que hizo a Katsuki estallar en frente de sus padres un fin de semana cualquiera.

Inseguridades, estrés y pensamientos intrusivos acerca de sí mismo expuestos ante la mirada llena de comprensión de sus progenitores.

Y, sorprendentemente, el Bakugō menor no odió de inmediato las sesiones con su psicólogo.

De hecho, para cuando sus sesiones se acabaron, ya no solo se encontraba más tranquilo y satisfecho consigo mismo, sino que arregló muchas relaciones que estropeó por diferentes motivos.

Su madre, Deku, entre otros.

Y entonces, para cuando llegó la graduación, Katsuki sintió sus ojos ardiendo por la necesidad de dejar lágrimas brotar.

Sus amigos estaban con él tomándose una foto para la posteridad. La vieja y el viejo viéndolos desde un costado.
Y Deku, con su rostro sonrojado por las lágrimas que no se molestó en tratar de aguantar, sonrió a la cámara con amplitud.

Katsuki apretó sus labios en una sonrisa inquieta que no logró reprimir.

Estar acompañado y sentirse querido por las personas que estaban con él llenaba su corazón de tontos sentimientos melosos. Y se le era sumamente difícil no demostrarlo a través de su lenguaje corporal.

Además, Midoriya estuvo con él incluso después de salir de la secundaria, ya que ingresaron a la misma universidad, para ambos estudiar ingeniería.
Y hace muy feliz a Katsuki, a pesar de no exteriorizarlo, el tener a un amigo con él.

Haría lo que sea por Izuku, ya que este hizo todo lo posible por ayudarlo a él cuando lo necesitó.

Incluso está dispuesto a aguantar todos los parloteos del peliverde sobre ese tal "Kirishima" de la facultad de arte.

- Kirishima-kun es tan amable -suspiró el peliverde

Tan sonoroso y evidentemente maravillado que Katsuki no pudo evitar utilizar un tono cargado de burla al responder.

- ¿Quién demonios es ese tal Kirishima del que no dejas de hablar? -preguntó, elevando una de sus pobladas cejas rubias en una expresión exasperada

Y Midoriya, ante su acusación, se crispó de los nervios- ¡¿E-eh?! Pero si no hablo tanto de él, solo lo mencioné porque... Uhm... -tartamudeó el pecoso, dejando un amplio silencio luego de sus palabras que hizo reír con escándalo al cenizo

- Creeme, idiota, normalmente eres como una maldita cotorra. Pero desde que apareció este "Kirishima" estás todavía peor -se burló Katsuki, dejando a Izuku con las mejillas enrojecidas por la vergüenza

Sin embargo, el rubio no se burló más cuando, al cabo de un par de días después, Izuku finalmente pudo presentarle al dichoso "Kirishima Eijirō".

- Es un gusto -sonrió el pelirojo, extendiendo una de sus manos hacia él con la esperanza de poder estrecharlas amistosamente

Cosa a la cual Katsuki accedió con extraña torpeza que Midoriya, al estar más concentrado tratando de no suspirar en voz alta por la amabilidad del tenido, no notó.

Mierda.

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Mal amigo      [KiriBakuShima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora