31. | Dulce purgatorio

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San Francisco, Estados Unidos
14 de febrero

Eren condujo a Armin hacia el estudio cercano. El rubio intentó no mirar a sus espaldas, sabía que Sienna estaba observándolos, y conociéndola, probablemente intentaría escuchar la conversación a escondidas.

A esas alturas Armin ya la conocía lo suficiente para saber que Sienna no era de las que se quedaban de brazos cruzados cuando no la invitaban a algo. Ella siempre quería saber más, su ambición siempre la había impulsado. Y tal vez por eso mismo, estaban metidos tan hasta el cuello en esa guerra.

Nunca se lo diría a Eren, ni a la misma Sienna, pero de alguna manera eso había sido culpa de ella. Porque en realidad, si se ponía a recapitular desde el inicio, Sienna había sido una pieza fundamental en la historia de las grandes mafias.

Armin solo esperaba que nadie más llegara a esa conclusión; no solo porque Sienna ya se sentía lo suficientemente culpable, sino porque, lo que menos necesitaban eran peleas internas.

Con Marley derrotado; seguía la etapa más aburrida, que era ordenar su mundo. Cada vez que caía o se alzaba una gran mafia, todos intentaban aprovecharse, se creaban conflictos, algunos subordinados se rebelaban...

Armin contuvo un suspiro de cansancio.

Ya se preocuparía luego de eso. De momento tenía una preocupación más importante.

— Eren no me puedo quedar con tu mansión. — murmuró tal vez por décima vez desde que Eren se lo había dicho — En primer lugar, esa casa tiene un valor incalculable, no solo material sino que ahí fue donde tu familia...

Se interrumpió cuando Eren cerró la puerta, no sin antes echar una mirada fuera, tal vez cuidando de que Sienna no los hubiera seguido.

— ... tu familia tiene TODA su historia allí — siguió Armin mientras su amigo daba un rodeo hasta llegar frente a la mesa — Y si tu madre se entera, me matará. Pensará que te he manipulado para que me la des o que...

— Armin... ¿Podrías dejar de hablar de la maldita mansión por un minuto? — Eren se masajeó la sien, exasperado — Estoy intentando concentrarme.

Armin apretó la mandíbula, no iba a darse por vencido.

No podía aceptar esa mansión de ninguna manera, se sentía casi como un robo y probablemente el resto de los líderes de Alemania lo vería como tal.

Años antes, la familia de Armin se había rebelado contra los Jaeger, y habían estado cerca, demasiado cerca.... que Eren le diese aquella mansión a Armin solo serviría como incentivo para que el resto de mafias menores intentaran rebelarse.

Debía convencer a Eren de que lo que estaba haciendo era un error y...

Miró hacia la mesa, hacia el montón de papeles que Eren había sacado y que ahora estaba acomodando con suma concentración.

— ¿Qué estás haciendo? — preguntó con un suspiro de cansancio.

Eren no levantó la vista. Sacó una pluma y luego soltó una maldición cuando la punta de esta se rompió. Volvió a coger otra y empezó a escribir unos trazos rápidos en el papel.

— Cuando llegues a Alemania necesito que te ocupes de todo. — indicó mientras seguía escribiendo — Intenta controlar las mafias, que no se salgan del control...

— Sí, lo que siempre he hecho... — Armin exhaló — ¿Qué escribes?

Por un momento hubo silencio, Eren ni siquiera parecía estar escuchando, se veía concentrado en lo que sea que estuviera escribiendo.

blood wedding | eren jaegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora