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Lo olió antes de verlo.

El olor a nicotina no era especialmente intenso, pero en aquel lugar que era el equivalente a un aislante de sonidos u olores, en definitiva era notorio. Cuando llegó a la cima de la torre, tuvó que dar una vuelta alrededor de la sala hasta que por fin pudo distinguir tras una columna, observando a la ciudad iluminada bajo él.

—Nunca te imaginé fumando —Fue su forma de saludo. Quackity dejó escapar el aire a través de su boca abierta.

—Ni yo, pero aquí estamos —Tomó otro calada. Luzu reparó que en el piso había otros dos cigarrillos. Uno de ellos aún echaba humo—, un... conocido me acercó al hábito.

—No sentí el olor ayer.

Quackity le miró de reojo, para nada divertido por el comentario. Luzu se pregunto si acaso pretendía que ignoraran lo que había pasado.

—En realidad paré por un par de meses y hace poco recaí.

—¿Qué sucedió?

Quackity terminó lo que le quedaba. Sin mucho entretenimiento, lo tiró al piso y lo pisoteó. Entonces fue que exhaló el humo.

—Se me acabaron las distracciones.

—¿Entonces ahora yo soy tu nueva distracción?

Quackity lanzó su cigarrillo a la cara de Luzu. 

anatomía de un volcánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora