-Dormí en tus brazos para luego despertar sin nada.
Te amo como no podría amar a alguien más. Y te amaré, cómo si tú me amaras a mi también. -
-Escucha cómo
simplemente mi
...
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Si se había hecho un desastre. Algo en lo que el nazi no había pensado, era el hecho de que posiblemente ONU se enteraría de esto por medio de las cámaras de seguridad instaladas en su supuesta casa. El ruso tenía heridas abiertas, e incluso no tenía uno de sus brazos por culpa del otro que literalmente se había comido y guardado un tanto de este.
Había pasado una hora o incluso más para que al alemán se le bajara el alcohol, no mucho, pero lo suficiente como para darse cuenta de lo que había hecho.
Su camisa blanca estaba empapada en sangre y en una de las paredes estaba escrito: "NIMM MEIN HERZ" con el liquido carmín, "¿por qué escribí eso?" se dijo así mismo para terminar viendo al rubio que tardaría en sanar por completo... A parte, el chismoso del hijo de ese ruso seguramente haría una escena por ello y ahora es lo último que quería, un escándalo, por lo tanto, no debía llamarlo. Llamar a Alemania tampoco era una buena opción y el único lugar sin cámaras era el baño de aquella propiedad. ONU y FBI no eran tan acosadores cómo para querer saber ese tipo de cosas personales, y el alemán agradecía de cierto modo que las organizaciones no estuvieran en el edificio para observarlo.
Este metió el cuerpo del eslavo en la bañera de aquel baño blanco, ahora sucio y salpicado de sangre.
Amaba la adrenalina que la sangre le hacía tener de una forma tan explicita, pero no le agradaba la idea de ONU aumentando su maldita sentencia que le había costado tanto apenas aunque fuese una pequeña parte. Su sangre corría por sus venas tan rápido como su sistema se lo permitía, se sentía vivo, se sentía como si estuviese en el trono del mundo de nuevo, como en aquellos años de gloria pasados... ¿quién lo diría?
Sentía que podía respirar otra vez... Y sonrió al pensarlo...
Sangre pagada con sangre.
Pero aún se sentía intranquilo, aún sediento del sabor del ruso, una sed bastante pecaminosa. Tomó unas llaves y se dirigió a la puerta principal para ponerle seguro. Dejó las llaves en la mesa de al lado para terminar agarrando la botella que antes había utilizado para la recolección de sangre del eslavo y empezar a beber. Ahora ya era inútil el intentar limpiar la sangre esparcida por la casa, pero prácticamente, ya no le importaba, y seguía sin importarle, incluso cuando los guardias estaban por abrir la puerta principal a la fuerza.
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