8._Rechazo

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El concierto de piano había iniciado cuando Mary llegó al salón. La audiencia no era mucha, pero si educada y atenta a la música. Mojito llevaba un atuendo de color blanco como aquel hermoso piano sobre el que colgaba un candelabro de bronce con abalorios de cristal tostado. La luz se derramaba sobre él suave, nostálgica y romántica como la melodía que interpretaba. La mujer se abrió paso hasta llegar a la primera fila y se sentó allí para disfrutar de la música. Mojito la vio y le sonrió.

Leyla estaba allí también, pero unas filas más atrás. Mary no la vio, pero ella si. La miró con desdén y fijo su atención en el pianista hasta que advirtió que Bills había llegado ahí también. Llevaba un abrigo ligero de color azul oscuro. No se molestó en hacerse ver, pues él fue directamente con su chica y se sentó a su lado de forma pesada, pasando el brazo por detrás de eso nuca para pegarle un poco a él.

Mary se giró a Bills un poco sorprendida, pues él le había dicho que no quería acompañarla a ese evento y que no se sentía nada bien, pero ahí estaba tan fresco como una lechuga y con una actitud bastante arrogante.

-¿Qué estás haciendo aquí?- le preguntó Mary sin intención de cuestionarlo o provocarle.

-¿Tienes algún problema? ¿Acaso querías estar tú sola aquí?- le cuestionó Bills y y no en un tono amable.

Mary se encogió de hombros y volvió la vista al frente, algo que le sacó a su compañero una expresión de ligero disgusto, mas guardo silencio. Los minutos comenzaron a pasar de manera bastante lenta para Bills, pues ese tipo de música a él le resultaba bastante aburrida y sobre todo somnífera. Poco a poco y sin intención real de llegar a ofender al intérprete ni molestar a Mary, la cabeza de Bills comenzó a caer sobre su pecho. En un par de oportunidades se resistió a ser víctima de ese letargo, levantando la cabeza y frotándose uno de sus ojos con el dorso de la mano, pero fue completamente inútil. Por un minuto o dos terminó dormido y solo un fuerte dolor de estómago fue capaz de despertarlo haciéndolo salir corriendo en busca de un baño, justo cuando el público se levantaba para aplaudir a Mojito que había terminado su concierto. Mary le inclinó la cabeza como si hubiera hecho una pequeña reverencia y de esa forma se despidió para ir con Bills.

Después un cuarto de hora en el interior de aquel baño, Bills salió para encontrarse con la muchacha que lo esperaba en el corredor con la espalda apoyada en la pared y las manos cruzada sobre su pecho, pero de una forma relajada incluso un poco cansada.

-¿Estás bien?- le preguntó y él solo asintió con la cabeza para ir hacia ella y tomarla por la muñeca. Lo hizo despacio, con cuidado, sin intención de imponer nada.

-Vamos a dormir- le dijo y la hizo caminar a su lado, sin prisa, mientras pasaba su brazo por encima de los hombros de la mujer, solo para dejar caer su mano por aquella descubierta espalda. Pero su trayectoria se vio interrumpida por la mano de ella que apresuro el paso para alcanzar el ascensor.

Bills fue tras Mary que pegó la espalda al espejo, detrás de un señor obeso de cara bonachona. Bills paso de costado entre el sujeto y la pared, para quedarse junto a su chica que la miró de reojo y apartó la mirada de él de forma desinteresada. Él se sonrió ladino. Cuando el ascensor comenzó a subir notó la atención en la muchacha que se sujetó de la saliente de la moldura que separaba al espejo de la pared alfombrada. A Mary no le gustaban esas pequeñas cajas, Bills lo sabía Y aprovechando el momento le ofreció su mano de forma discreta, ella la sujetó.

El señor obeso bajó en el segundo piso, Bills y Mary bajaron en el tercero. Se soltaron la mano, pero caminaron muy cerca el uno del otro. Cuando Mary abrió la puerta de su habitación descubrió la ventana estaba abierta y hacia bastante frio. El calor en su espalda le resultó abrasador. Los brazos de Bills entorno a su cuerpo fueron puro calor. Un ligero temblor sacudió sus miembros. Mary no podía evitar reaccionar a su contacto y él lo sabía. Eso lo deleitaba. Ella detestó el poder que su amante tenía sobre ella, en ese momento.

Egoísta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora