𝐎 1

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Las noticias sobre los incidentes en la mina mantenían al pueblo muy alerta, con la costumbre de ir siempre muy precavidos, y mi familia no era la excepción. Todos actuaban como maníacos, porque al parecer había un asesino suelto, uno de los trabajadores, uno de los mineros, me preguntaba ¿Cómo pudo un trabajador causar tantos problemas de un momento a otro? ¿Cómo podía haber tanto odio en una persona que fue capaz de tal atrocidad? Así es como lo narraba la prensa, atacando con veneno como siempre.

Era raro que eso pasara en el pueblo, sobre todo porque era muy conocido como un lugar ideal en 14 de febrero, lo que me resultaba extraño, ¿Por qué tanta atención por ese día en este pueblo? Quería saberlo, en estos momentos había de todo en el pueblo menos amor.

— Mamá... ¿Crees que las cosas ya se han calmado? —pregunté tratando de iniciar una conversación—. Todos en el pueblo están tan asustados.

— No lo creo cariño... —responde mi padre, aún leyendo el periódico suelta un suspiro—. El sheriff sigue buscando al psicópata que hizo todo ese caos en las minas.

— Exacto T/N —afirma mi madre, veo como su mirada cambia a una autoritaria, aprovechando la situación para darme una lección—. Por eso no puedes salir para nada en momentos como estos, no hasta que ese loco esté en la cárcel o muerto.

La crudeza se sus palabras me hizo abrir levemente más mis ojos, ya que no esperaba tales palabras, pero que podía hacer, nada, no había justificación por tales crímenes.

Todo esto me hizo descubrir algo, mi mente daba bastantes vueltas por este tema, parecía que no salía de este tema, una gran y morbosa curiosidad empezaba a invadir mi mente, hacia que sintiera una gran curiosidad por descubrir la verdad tras esto, de poder observar más de lo que dicen los rumores y noticias...

— ¿Esta claro cariño? —papá habla hacia mi dirección, rápidamente vuelvo a la realidad y hago un suave movimiento con la cabeza de arriba hacia abajo, abofeteando mi mente por pensar tales estupideces—. Bien, no quiero que ocurra una tragedia.

— Si papá... —doy un sorbo a mi café, el cual tiene un toque más amargo de lo usual, pero se desvanece rápido por mi garganta dejando una sensación de calidez—. Tampoco es como que quiera arriesgarme...

— Bien cariño, que bueno que seas consiente —sonrie con algo de orgullo, pero cambia su expresión a una de desagrado—. Los otros muchachos andan ahí paseando como si nada, parece que andan persiguiendo el peligro.

— Si papá, no se que hacen afuera paseándose cómo si nada... —afirmo con la única necesidad que mi padre vea que no quiero hacer estupideces y no ande pensando de más.

— Que bueno que lo dices T/N —continua mamá—. Me parece que tendremos que cerrar el restaurante estas semanas.

— Vamos mamá, no digas eso —niego preocupada—. Sabes que yo puedo acompañarte hasta allá, ambas nos encargaremos como siempre.

— Justo por eso lo haré —agrega con un tono preocupado—. Se que querrás ir, pero no quiero exponerte.

— ¿Y tú papá? —pregunto en un tono molesta—. ¿Por qué no te puedes quedar? —espero su respuesta mientras toma de su taza de café, veo atenta como deja el periódico en la mesa.

— Cariño, sabes que debo ayudar en la estación de policías —responde simple, acomodando su corbata—. Quiero que está locura termine, haré que tú y mamá estén seguras como antes.

— Pero papá —interrumpo—. Vamos, el sheriff es un inútil —escupo con molestia, muerdo mi lengua para que no suelte una mala palabra—. Dejale ese trabajo a alguien más —trato de convencerlo ante su mirada fija, la cual me hace sentir vulnerable—. ¿Por qué tu debes ir allá a arriesgarte?

꒷꒦꒷𝐀rrebato ⨟ 𝐒lashers × 𝐋ectora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora