Una suave brisa acompañaba aquella tarde, una hermosa joven , Caminaba por el bosque, sus delicados cabellos ondeaban contra el viento.
Las pequeñas hojas brotaban de los árboles en aquella bella época, donde el hielo se derretía y daba paso al renacer de la vida.
Era una hermosa tarde primaveral, era la hora dorada, donde el sol estaba en su máximo apogeo antes de irse; donde los últimos rayos iluminaban con aquel dorado, salió del frondoso bosque hasta llegar aún bello claro, donde las flores volvían a revivir y el pasto se volvía a tornar verdoso bajo sus pies.
Con una sonrisa que a cualquiera podría enamorar, Adriana camino hasta en medio de aquel lugar, donde una manta roja le estaba junto a una enorme canasta y copas y vino acompañaban.
Paro su andar al estar enfrente de aquella manta, pero no había nadie, sonrió delado volteando atrás cuando un aire frío le hizo dar una escalofrío.
—Edward, ya no logras asustarme—. Hablo su delicada voz; girando su cuerpo por completo, encontrándose con unos orbes dorados, y un ser de brillante piel.
—Eso note—
Hablo aquel cullen tomando a la menor de la cintura, para dejar un pequeño y sutil beso en sus labios, sin más le invito a tomar asiento sobre aquella manta.
El suave sonido de los pájaros cantar hacian que todo ser viera más hermoso, la fresca brisa traía consigo el aroma de los rosales, quito sus zapatos para no ensuciar la manta y poder sentir el césped bajo sus dedos, era casi tan satisfactorio como sentir la arena.
El vampiro solo admiraba a aquella joven de quien se había enamorado.
Había sido un arduo trabajo conquistarla, ella no era fácil, pero al final, logró que aquello hermosos ojos de Adriana se fijarán en los suyos, soltó un suspiro innecesario, mirando como los rayos tocaban la exquisita piel de la joven, dándole un toque más celestial.
—Se puede saber a ¿que se debe todo esto?—
Pregunto la chica alzando una ceja , pues no era aniversario ni su cumpleaños, no sabia la razón por la que fue citada a aquel lugar.
—¿Acaso no puedo tener una cita con mi novia?—
Respondió, sacando de la canasta los aperitivos que Esme había preparado, junto a un pastel de fresas, dejándolo en la manta.
—Hnm bueno— Respondió no tan segura pero no le dio más vueltas al asunto.
Sin más el joven tomo una de las fresas que venían sobre el pastel llevándolo a los labios de la chica, la cual acepto gustosa saboreando y comiendo aquella fruta.
Habían pasado una tarde amena entre charlas y sonrisas hasta llegar a casi el final de la cita, donde Edward se coloco de rodillas frente a ella.
—Adriana, se que aun eres muy joven, apenas 16 años y quizás quieras vivir miles de aventuras antes, pero te amo y es por esa razon— saco de su espalda una pequeña caja de terciopelo negra abriéndole dejando ver un hemroos anillo — ¿Te casarias conmigo?, no importa si hoy, mañana, un mes; o un o dos años, te esperaré el tiempo que creas necesario—
Los ojos de la chica se agrandoaron sospresicamente quien solo salto a abrazar a él mayor por el cuello.
—Aun no estoy lista, pero por supuesto que me casaré contigo, eres la mejor cosa que llego a mi vida— Respondió ella, dejando un tierno beso en la mejilla del contrario.
El cullen tomó la delicada mano de la chica colocando el anillo que alguna vez fue de su madre en la que ahora sería su prometida.
—Prometo amarte por toda la eterninadad— Menciono aquel vampiro en respuesta.
Sirviendo el vino en dos copas comenzando a brindar y beberlo , el esperaría lo que fuera por ella, y ella sabía que el sería su mayor felicidad.
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Perdón por tardar, no tenía ni el más mínimo gramo de inspiración. Escribir con resfriado es lo peor que hay.🤧
