Prólogo
El día permanecía frío y lluvioso, el sol inconforme, no había salido en todo el día. En la gran casa de los Kim, el silencio era brumador en los grandes pasillos y cuartos, por lo que los pasos apurados del más pequeño de la familia sonaban como pirotecnia sobre el suelo frío.
Un niño pequeño de apenas diez años, con piel más pálida que la luna y cabello más negro que la noche, corría por todas partes. Sus mejillas rosadas resaltaban en su rostro, al igual que el vendaje grueso que cubría su cuello, del cuál sobresalían unos feos moretones. Kim Doyoung, el heredero omega de los Kim, un niño callado y educado, con un carisma delicado y los ojitos más lindos, que apenas la semana pasada, estaban llenos de inocencia.
Al llegar a las escaleras, el pequeño bajó con cuidado para que las personas en el salón más grande no lo vieran. Sus piernas desnudas llenas de moretones rosaban con la alfombra de los escalones mientras Doyoung se intentaba acercar para ver entre los barrotes del barandal. En la fría habitación, había decenas de personas vestidas de negro y con rostros lúgubres, algunas caras eran desconocidas y otras no, como su hermano (que es diez años mayor que él) y su tía, quienes permanecían junto al ataúd abierto hasta enfrente del salón.
"Hola" Doyoung volteó rápidamente hacia la fuente de la voz ignorando el dolor de su cuello. Temía que lo encontraran y llamaran a su nana que lo buscaba histéricamente. "¿Cómo te llamas?"
El dueño de la voz era un niño de la misma edad que él. Su cabello era castaño claro y sus mejillas regordetas con hoyuelos profundos mientras sonreía a Doyoung.
"Yo soy Jaehyun" el chico siguió al no obtener respuesta, Doyoung solo lo miraba con cuidado, con los ojos abiertos en alerta.
Jaehyun era un alfa, se podía dar cuenta, aunque aún era un niño con la cara redonda. Doyoung le temía a los alfa que no fueran su hermano. Sin embargo, algo en la sonrisa del pequeño en un día tan horrible, le brindaba confianza y calidez.
"Doyoung" murmuró con cuidado, viendo al otro niño a los ojos, los cuales se encendieron con felicidad.
"¿Quieres jugar, Doyoung?" preguntó Jaehyun con una sonrisa y esos hoyuelos encantadores.
¿Jugar? Jugar sonaba como algo tan despreocupado que una persona como él ya no podía hacer. A pesar de esto, Doyoung asintió, por lo que Jaehyun tomó su mano y bajaron las escaleras en silencio, sin que los adultos se dieran cuenta, y recorrieron por los pasillos hasta llegar a la puerta trasera que llevaba al jardín de rosales que había en el patio trasero de la casa de Doyoung.
Al parecer, Jaehyun ya había estado ahí momentos antes de hablarle, ya que había una pequeña mochila con juguetes desbordando en el pasto húmedo. Doyoung miró hacia sus pies, sus calcetas blancas manchándose de lodo poco a poco, pero entrar a ponerse zapatos no era una opción.
"¿Te gusta jugar a las escondidas?" preguntó el otro pequeño señalando el laberinto de rosales frente a ellos. "Yo te buscaré"
"No" Doyoung rápidamente dijo, ansiedad empezando a acumularse en su estómago de sólo pensar en alguien activamente persiguiéndolo. "Yo te busco, Jae"
El otro chico sonrió grande al escuchar el apodo, feliz de que por fin le hablara el otro pequeño, tanto que no se dio cuenta del momentáneo terror en la cara del pelinegro.
"Entonces cuenta y yo me iré a esconder" esto último lo dijo mirando hacia atrás mientras corría hacia el laberinto de rosales.
Doyoung suspiró mientras se volteaba para contar... uno, dos... treinta, treinta y uno... cincuenta.
"¡Allá voy!" gritó al terminar su cuenta, alertando a Jaehyun quien soltó una risita desde dónde se encontraba escondido.
El pequeño comenzó a correr adentrándose en el laberinto de rosales, revisando en cada esquina por cualquier rastro del otro niño, del cuál solo escuchaba risitas, pero no podía ubicar en dónde se encontraban.
Después de cinco minutos buscándolo, Doyoung suspiró desanimado, un adorable puchero se hizo presente en su cara. Biológicamente, los omegas no eran muy buenos rastreando, siendo que era una cualidad de alfas, por lo que el pequeño rápidamente se frustó y perdió su camino.
"Jae, no te encuentro" el pequeño pelinegro exclamó, enfadado de buscar tanto.
"Aquí estoy, Doie" dijo la voz del otro chico, pero Doyoung simplemente no podía verlo, las paredes del laberinto lleno de rosas eran demasiado altas y su voz sonaba demasiado lejos.
"¿Dónde estás?" el niño comenzó a mirar a su alrededor, sin embargo, no veía nada. Doyoung comenzó a correr por los pasillos del laberinto, intentando seguir la voz que repetía "Aquí estoy, aquí estoy". Al doblar una esquina, el pequeño se encontró al final del laberinto, justo en el borde del jardín en dónde se juntaba con el gran bosque de pinos que había por miles de hectáreas atrás de la mansión.
Doyoung jadeó al ver la enorme extensión de naturaleza justo enfrente de él. El bosque era oscuro, frío y aterrador. Era como si cada vez se acercara más a él y lo rodeada entre su atmósfera de terror, a pesar de que el pequeño seguía pasmado en su lugar a diez metros de este.
"¿Doyoung?" escuchó que Jaehyun lo llamaba preocupado, al no oír más la voz de su compañero de juego.
Pero Doyoung no podía contestar, era como si el bosque lo llamara para revivir sus horribles recuerdos. Era como si esos ojos rojos y salvajes lo miraran de entre los arbustos, listos para atacarlo una vez más.
El pelinegro sollozó, mientras caminaba hacia atrás lentamente, en su mente la sombra de los árboles era claramente la silueta de un hombre grande, con ojos rojos y colmillos afilados que repetía "Vamos, pequeño, ven conmigo" y después de esbozar la más horrible sonrisa "No te haré daño".
La cabeza de Doyoung comenzó a mostrarle esos recuerdos tan horribles, la sensación de sentirse perseguido en la oscuridad de la noche.
"Corre, Doyoung, corre"
La voz de su padre se abrió paso entre las voces de su cabeza, lo cual lo hizo tener un momento de claridad en el que caminó más rápido hacia atrás tropezando con una roca y cayendo al suelo. Todo lo que el pequeño podía escuchar era la voz aterradora de ese hombre, los gritos de su padre y sus propios sollozos desgarradores.
Era su culpa, era su culpa. No, no lo es. Si lo es, todo el mundo lo dice. Un omega malo. Un omega incitador.
"¡Doyoung!" Jaehyun exclamó al verlo en el suelo, sollozando con lagrimas gordas callendo por sus mejillas sonrojadas. "¿Qué pasó? ¿Te lastimaste?"
El castaño no entendía lo que decía el pequeño entre su llanto, pero miraba preocupado la desesperación con la que lo decía, sus palabras con gran peso mientras gritaba "No me lleves, déjame ¡Déjame!" con los ojos llenos de terror.
Jaehyun se agachó junto al pelinegro y lo abrazó, bloqueando la vista de Doyoung del bosque. El pequeño seguía sollozando mientras se aferraba como si su vida dependiera del otro, que sólo tallaba su espalda.
En el abrazo de Jaehyun, las voces de su cabeza se callaron por primera vez desde lo que ocurrió. Solo escuchaba el silencio, junto con las respiraciones de Jaehyun, que sólo intentaba tranquilizarlo. El pequeño miró a Jaehyun, con ojos brillantes y lágrimas en las pestañas, con una expresión sorprendida, no podía apartar la mirada del castaño.
"Todo está bien Doie, yo te voy a proteger" dijo con tranquilidad mirando fijamente a Doyoung mientras sostenía su cuerpo inmóvil.
"¡Doyoung!" una voz desesperada proveniente del laberinto llamó, y poco después Gongmyung, el hermano mayor de Doyoung salió de este, corriendo con prisa hacia donde estaban los dos infantes.
Detrás de él venía la tía del pequeño, y una decena de adultos que habían escuchado desde adentro los sollozos y gritos del niño, entre ellos una mujer hermosa que Jaehyun reconoció al instante como su madre.
"Vamos, Jaehyun" la señora tomó de la mano a su niño que seguía al lado de Doyoung, mientras el hermano de este lo cargaba para llevarlo adentro.
Entre las preguntas de los adultos y la cara perocupada de la tía de Doyoung, Jaehyun nunca olvidaría el rostro de Doyoung mirándolo por encima del hombro de su hermano mientras este lo llevaba adentro. Los ojos más hermosos que Jaehyun vió en su vida, llenos de lágrimas y arrebatados de su inocencia.
Al mismo tiempo, Doyoung observaba al que recordaría como su sol en todos sus sueños.
"Todo está bien Doie, yo te voy a proteger".
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Silencio ● JAEDO
Romance"Es tan corto el amor y tan largo el olvido" Después de reencontrarse después de diez años, sentir la misma atracción hacia el otro es tan fácil, aún con el peligro pisándoles los talones. Y es que, Jaehyun es el único que puede hacer callar las voc...