01 | "Enserio deseaba salir cuanto antes de aquel pueblo"

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JULIETTE ESCRIBÍA TANTO COMO SU MANO SE LO PERMITÍA, PERO lastimosamente su mano era mucho más lenta que su cerebro.

Aunque las manos no imaginaban, eso igual sería muy peligroso porque seguramente las manos querrían vengarse de ser vilmente explotadas y hallarían formas inimaginables de destruir al ser humano. . . ¿De que estaba hablando? Ah, si.

Juliette Clemonte, hija única de Benjamín Clemonte, y bueno, lo fue un tiempo de Christin Clemonte, pero ella ya no se hallaba con ellos.

Se encontraba recostada en el suelo tapizado vino tinto de su biblioteca, escribiendo a escondidas de su institutriz que se había tomado 5 minutos de su habladuría y distracción. Ese era un serio problema que tenía, no podía mirar la hoja de ejercicios matemáticos porque a penas veía una mariposa posarse en la ventana se iba con ella.

Además, aquella mujer jamás le permitiría escribir las cosas que escribía. Tales como bosques encantados, niñas con poderes y animales parlantes.

Pensaría que estaba loca; pero Juliette lo hallaba más ameno que su aburrida realidad en Avonlea.

Ella deseaba ir mucho más allá de las granjas y conocer otros lugares y tradiciones, comidas y palabras. Deseaba saber tantas cosas. . . Pero estaba atascada en su pueblo desactualizado, aunque adoraba que su padre una que otra vez le llevara libros de Nueva Escocía, donde se la pasaba trabajando la mayoría del tiempo.

Aunque hoy también había aprovechado para escribirle una carta de bienvenida, ya que él siempre había admirado su elección de palabras y jamás la había reñido por ello. Estaba entusiasmada por verlo, luego de dos semanas se sentía tan acongojada y sola en aquella casa. Aunque no se quejaba de su hogar, solo que no tuviera a nadie para compartirlo.

Aparte de su institutriz y uno que otro criado que hacía los quehaceres. ¿Donde estaba lo divertido en eso?

Ahora estaba sonando como una caprichosa, pero a lo que quería llegar es que extrañaba inmensamente a su padre y nada material podría compararse.

Justo en eso se escuchó como se abría una puerta detrás de ella y vio al que había estado esperando en tanto tiempo. Soltó un grito emocionada y corrió a los brazos de su progenitor, que la alzó, ambos ignorando la mirada desdeñosa de su institutriz Margaret.

—Hola, princesa.— Julie pudo sentir el característico olor de su perfume y sonrió abiertamente, ambos se separaron— ¿Me extrañaste?

—Más que ayer y menos que mañana, papá.

El sobo cariñosamente su cabeza y dejando una leve mirada a la mujer, le dio a entender que saliera de la habitación, cosa que obedeció al instante.

Su padre, Benjamín Clemonte, era un hombre alto, con cabello castaño y ojos azules. Era muy apuesto, aun cuando se le formaban arrugas al sonreír en sus párpados debido a su edad, y esto lo sabía porque aún las mujeres con marido en el pueblo lo saludaban muy risueñas al ir a la iglesia.

𝗠𝗜𝗡𝗘 |  𝖦𝖨𝖫𝖡𝖤𝖱𝖳 𝖡𝖫𝖸𝖳𝖧𝖤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora