C1. Un café frío.

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Theo Colón Benson inspiró con fuerza

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Theo Colón Benson inspiró con fuerza.

Apretó su mano alrededor del tirante de su mochila y preparándose mentalmente para lo que venía a continuación comenzó a avanzar con pasos lentos hacia la entrada del enorme edificio gris que se imponía frente a él. Joder, estaba a punto de comenzar con su sueño. El jodido sueño más grande que había tenido alguna vez en su vida, bueno...su deseo más grande luego de Luna.

El paso de Luna por la vida de Theo aunque había sido relativamente fugaz también había sido demasiado significativo y él estaba consciente y seguro que jamás en su vida volvería a sentir lo que había sentido estando con ella. No era un adolescente claramente, veintiocho años no podían ser considerados dentro de la categoría de la adolescencia, sin embargo, era precisamente por esa razón por la cual consideraba aquello como la mejor etapa de su vida y algo simplemente irrepetible.

Le había costado mucho tomar la decisión de comenzar pero ahí estaba. Con los nervios en la boca del estomago, las piernas relativamente temblorosas y con una mochila llena de sueños.

—¿Nervioso?—Theo apartó la mirada finalmente del edificio y ancló sus ojos azules en Silena. El pelinegro ladeó su cabeza y ella negó un poco.—Theo, eres uno de los doctores más jodidamente responsables de esta residencia, deberías enviar a los nervios de vacaciones sin retorno...

—Sabes que no es por eso...—murmuró volviendo a mirar al frente.

Silena inspiró con fuerza y él volvió a mirarla.—Lu...—comenzó la chica pero la voz de Theo la interrumpió.

—No.

—Theo...

—¡No!—exclamó.—Ni siquiera la menciones, mejor vamos a entrar de una buena vez.—agregó y sin esperar la respuesta de la pelirroja se marchó.

—¡Theo, traidor!—se quejó ella en medio de una risita y luego lo siguió.

Theo caminó con pasos apresurados por el lugar, no es que fuese nuevo, de hecho, había estado ahí antes cuando había hecho su periodo de residente para la especialidad de neurología y en serio lo había disfrutado pero estar ahí para hacer que personas inestables emocionalmente –aunque seguro que no tanto como él- aprendiesen de la mejor manera era un reto mayor. Y es que a él jamás en la vida se le había ocurrido pensar que alguna vez se le presentaría esa oportunidad, al principio había dudado mucho sobre aceptarlo o no pero luego de "la charla" con Lizzy en la que ella le había dado setecientas razones por las cuales debía aceptarlo, terminó accediendo. Sí, su hermana tenía un poder convencimiento tremendo cuando se lo proponía.

Aunque para ser sincero; volver a la residencia no era su parte favorita. No cuando los recuerdos le habían estado jugando en contra la noche anterior y no lo habían dejado dormir casi nada.

Nunca le había gustado hablar del tema a pesar de que habían pasado seis largos años –que para él habían pasado como una eternidad-, los recuerdos dolorosos jamás habían dejado de doler, los sentimientos que le provocaban llanto siempre parecían estar al acecho y la poca estabilidad emocional que había adquirido en ese lapso de tiempo ahora estaba en juego.

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