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SinB soltó el agarre de su falda cuando la tela ya no quemaba, y abrió la puerta de su cuarto para invitarla a entrar. Era una bonita habitación adornada en tonos neutros con una cama doble, baño propio y un pequeño balcón, bien ordenada, todo lo contrario a lo que Eun Ha acostumbraba.

Hwang se acercó a su gran armario y de entre una extensa colección de faldas eligió otra similar a la que llevaba puesta.

—No tardaré —dijo, para meterse en el baño—. Ponte cómoda.

Eun Ha caminó con pasos lentos por la habitación con curiosidad, pensó que así podría descubrir más acerca de la chica de postura correcta, a veces algo tensa, y comportamiento intachable.

Figuras religiosas, un par de libros que probablemente no serían de su interés, cuadernos y más cuadernos; se preguntaba si le gustaría dibujar, tenía una gran cantidad de lápices y más elementos de dibujo solo sobre el escritorio.

Giró al oír la puerta del baño, y la menor se asomó con una expresión algo roja y apenada.

—Disculpa, ¿podrías ayudarme? —preguntó, con ambas manos detrás de su espalda, al parecer sosteniendo la falda manchada—. No puedo bajar el cierre y mis manos duelen.

El pulso de Eun Ha se aceleró, y asintió mientras se aproximaba con pasos lentos hasta estar dentro del baño con la chica, que volteó notablemente apenada.

Podía apreciar la figura de Hwang ahora, moría por acariciar su pequeña cintura, tenerla sentada sobre ella, ver lo que escondía debajo de esa suave piel.

Eun Ha colocó sus manos en la falda de la menor y trató de bajar el cierre primero con cuidado, evidentemente estaba atascado, así que utilizó un poco más de fuerza, haciendo que la prenda cediera.

Llegó a ver apenas la puntilla de encaje de la ropa de SinB, era color blanco.

Sentía que su piel ardía por dentro, su pecho, hasta la punta de sus pies y sus mejillas.

—Ya —dijo con un hilo de voz, desviando la mirada, y retrocedió un paso.

—Gracias —respondió Hwang, volteando para sonreírle, aún con un notable sonrojo en sus mejillas, y la más baja salió del baño cerrando la puerta.

SinB le provocaba algo que pocas chicas le habían hecho sentir, no era solo el hecho de querer tocarla, de querer sentir que era suya, no solamente quería tener sexo con ella, pero tal vez Eun Ha era demasiado cobarde para aceptarlo; no quería salir herida, no otra vez, ya había salido herida muchas veces.

La menor salió del baño luego de un minuto ya cambiada, y se acercó a Eun Ha cuando la notó quieta mirando hacia el balcón.

—¿Te gustaría que nos sentemos afuera? —propuso, y con dificultad y un quejido por el dolor en sus dedos abrió la puerta corrediza para salir al balcón.

Eun Ha la siguió a sentarse en una pequeña mesita con un mantel de flores, quedando frente a frente, pero el silencio ya no parecía tan incómodo como antes.

SinB mantenía su mirada en sus manos y éstas sobre su regazo, intentando masajear las zonas adolorida y marcadas en sus dedos.

Eun Ha podía apreciar mejor las heridas, era como si se hubiera golpeado repetidas veces en los dedos con una especie de tabla. No debía preguntar, no tenían la confianza suficiente, le preocupaba; saber que no eran heridas de gravedad debía ser suficiente por ahora.

—¿Te gusta dibujar? —preguntó la de cabello corto, rompiendo el silencio, y subió la mirada a los finos rasgos de la chica—. Vi que tienes muchos cuadernos y lápices.

—O–Oh, si, me gusta dibujar —respondió la más alta con una pequeña sonrisa mientras asentía—. A veces me piden que haga decoraciones para los salones, fuera de eso no suelo mostrar mis dibujos.

—Te molestaría... ¿Mostrarme alguno? —habló Eun Ha, mostrando interés por el talento escondido de la chica, hecho que al parecer la sorprendió, pero rápidamente se puso de pie para entrar a buscar entre los cuadernos de su escritorio.

Volvió con uno aún con hojas sin utilizar, al parecer los dibujos más recientes.

Eun Ha abrió el cuaderno con sumo cuidado, y desde la primera hoja se vio fascinada por los dibujos de Hwang, cada uno contaba una historia completamente diferente, sin necesidad de un gran nivel de detalle.

—Wow —soltó con admiración, apreciando cada dibujo con dedicación, y subió la mirada encontrándose con el rostro de SinB nuevamente sonrojado—, son bellísimos.

—¿De verdad? —preguntó la menor, con un gran rastro de ilusión en su expresión; Eun Ha, por primera vez, vio cómo los hombros de SinB bajaban de su postura tensa.

—Si —respondió Eun Ha con una pequeña risa sincera, y continuó pasando las hojas del cuaderno—. Me... Me encantaría tener uno de tus dibujos en la pared de mi cuarto, me transmiten cosas muy bonitas.

SinB la vio aún más sorprendida, y una gran y bonita sonrisa invadió su rostro, realmente era la primera vez que alguien la halagaba por sus dibujos.

—Puedes llevártelos todos. Quiero decir... —se contuvo, notablemente se dejaba llevar por la emoción y eso devolvía su expresión apenada a su rostro—. Puedes llevarte el que quieras, o puedo hacer uno especialmente para ti.

Los latidos de Eun Ha se aceleraron con esas últimas palabras de la menor, por un momento se sintió especial, y SinB también se sintió especial cuando ella se interesó en sus dibujos.

—Sería un honor —respondió Jung con una tímida risa, dejando el cuaderno sobre la mesa, pero notó que SinB la miraba esperando algo, y luego llevó su mirada al cuaderno, por lo que volvió a tomarlo para abrirlo—. ¿Puedo... Quedarme con este?

Era una especie de autorretrato de SinB, la cara de la menor cambió y se cubrió el rostro apenada.

—No recordaba ese dibujo —dijo con un hilo de voz, completamente avergonzada, lo que provocó una pequeña risa en Eun Ha—. P–Pero, claro que puedes quedártelo.

SinB evidentemente no hacía alarde de su belleza, y Eun Ha no entendía cómo podía avergonzarse de tal obra de arte, donde había representado su belleza casi a la perfección, casi porque verla frente a frente no se comparaba con nada.

HOLY《2eunbi +18》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora