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La misa era una tortura inacabable, pero cuando veía a SinB sentada en una de las primeras bancas pensaba que valdría la pena, Eun Ha ya la había fichado y no dejaría que se le escapara.

La parte baja de su vientre ardía de solo pensar en lo que haría con ella, pero no podía ser tan obvia desde un inicio, sería difícil hacer que una joven religiosa y pura cayera por ella, pero le agradaban los retos y corromperla sería uno.

Lo que era una extraña ceremonia para Eun Ha había dado fin, suspiró con alivio, sin dejar de observar a SinB, no dejaría que se le escapara.

Pero al parecer la de cabello largo no se había olvidado de ella, giró para buscar con la mirada entre la gente y al cruzar miradas con Eun Ha le hizo una seña para que se acercara.

Definitivamente, era su día.

La más alta la guió por unas escaleras hacia un cuarto que parecía ser una especie de pequeña oficina, allí sacó un cuaderno y buscó una hoja.

-Mira Eun Bi, tenemos talleres los martes y jueves a las cinco hasta las seis, aún hay espacio disponible -habló la chica, y levantó la mirada hacia la de cabello corto.

-Uhm... Tú... ¿También vienes a los talleres? -preguntó Jung, esforzándose por fingir interés.

-Los martes estoy como voluntaria, si te sientes más cómoda con una chica -respondió con calidez.

Vaya que si se sentiría más cómoda con una chica.

-Claro, está bien -respondió con simpleza, y observó cómo ella anotaba su nombre en la lista correspondiente-. Y puedes llamarme Eun Ha.

Remató el comentario con una sonrisa encantadora, que SinB solo recibió con una sonrisa tierna.

-De acuerdo, Eun Ha, me alegro que hayas tomado esta decisión, tus padres de seguro están muy orgullosos de ti -dijo, como intentando darle ánimos. Si supiera que cambiar era lo último que Eun Ha tenía en mente-. Espero verte el martes, de todas maneras si necesitas algo puedes encontrarme desde las tres.

-Si, te aseguró que me verás -la de cabello corto no se rendía con su sonrisa y una pose atractiva recargándose en el escritorio.

. . .

-Me sorprendió que aceptaras tan gustosa la idea del taller -habló la mujer que observaba muy extrañada a su hija, como si fuera una desconocida-. De seguro nos oíste hablar del tema, sé que debería habértelo dicho directamente.

Eun Ha se encogió de hombros, guardándose una pequeña risa.

-Algo me atrajo de la idea del taller -respondió con ironía que su madre no captó, y consultó la hora en su teléfono-. Ya debería irme.

-No... ¿No irás a cambiarte? -la mujer intentó detenerla, su falda le parecía inapropiada.

Pero su hija no emitió respuesta y solo oyó la puerta cerrarse desde afuera, Eun Ha salió triunfante.

Eran las cuatro y media cuando se encontró frente a la puerta de la iglesia, no debía ser tan obvia la primera vez, media hora temprano además demostraba cierto interés, luego intentaría alguna mentira para escaparse.

La pesada puerta de madera se abrió frente a ella mostrando la delicada silueta de SinB, hoy llevaba una falda no mucho más larga que la de Eun Ha y una simple camisa blanca que Jung moría por desprender poco a poco.

La chica le sonrió y la saludó agitando su mano, hasta que se acercó a ella, llevando una pesada carpeta y unos libros que le dificultaban el momento de bajar los tres escalones.

Eun Ha acudió rápidamente en su ayuda y tomó los viejos libros a la vez que tomaba a la chica de su brazo para ayudarla a bajar.

-Gracias -habló la de cabello largo y castaño con una tímida sonrisa-. ¿Cómo estás? Me alegro que hayas venido. Sígueme.

-Si, no me lo perdería por nada -respondió, no le generaba culpa aprovecharse de las buenas intenciones de SinB, las suyas tampoco eran malas, ¿no?

Ella la guió por un pasillo a un costado de la iglesia, Eun Ha notó que eran pequeños salones de clase, y junto a una especie de patio enrejado más similar al de una cárcel, SinB ingresó al último salón, y Eun Ha la siguió; aún estaba vacío, era como un milagro.

La más alta dejó la carpeta sobre el viejo escritorio y le indicó a la de cabello corto que hiciera lo mismo con los libros.

-Eres muy amable -dijo con un suave tono de voz, y se giró para recargarse en el escritorio-. Qué bueno que hayas llegado temprano, me gusta darle una introducción a los que llegan por primera vez.

Ya cuando tuvo que soportar una charla acerca de adicciones, malos hábitos y jóvenes alejados de Dios, Eun Ha se cuestionó si valía la pena estar ahí, pero luego de unos minutos la suave voz de SinB empezaba a resonar en su cabeza, y de alguna manera algo dentro de su pecho se movía con sus palabras.

Pero más fácil evadirlo y solo seguir con su plan: divertirse un rato.

En un momento la chica se dio media vuelta para buscar algo entre la gruesa carpeta, y la mirada de Eun Ha se posó en la pequeña cintura de SinB, y como si solo quisiera llamar su atención, colocó su mano con suavidad en donde su falda se unía con su camisa, y la de cabello largo llevó su mirada a Eun Ha.

-Y, ¿hace cuánto trabajas aquí? -preguntó con interés, y retiró poco a poco su mano.

-Oh -ella soltó una tímida risa, y bajó la mirada-. No es un trabajo, en realidad. Mi familia siempre acudió a esta iglesia, así que desde pequeña me involucré.

Eun Ha asintió a cada palabra, y creyó que era su momento para avanzar.

-Oye, ¿qué opinas de vernos un día y... No lo sé, tomar algo? -propuso, con una amable sonrisa-. Me gustaría que nos conozcamos más, y... Pedirte algunos consejos de manera más privada.

SinB reaccionó con algo de sorpresa, y luego asintió con una sonrisa; aparentemente su madre había pintado a Eun Ha como una persona más difícil, claro, suponiendo que la intención de ella era cambiar.

-Claro, cuando quieras -respondió la más alta con ánimos.

Entonces, comenzaron a llegar el resto de jóvenes que asistirían al taller, recordándole a Eun Ha los gajes del oficio, pero al menos podía perderse en los delicados rasgos de SinB y su delicada figura, imaginándose situaciones que probablemente harían que la encerraran durante un tiempo en una iglesia, bueno, técnicamente allí estaba.

HOLY《2eunbi +18》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora