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—¿Eun Ha? —llamó la dulce voz de la menor al asomarse hacia la cocina, mientras la otra chica se encontraba preparando una bandeja con jugos y galletas para merendar.

—Dime —respondió ya lista para llevar la bandeja al cuarto, por lo que se aproximó a SinB sosteniéndola.

—Lo lamento, debo irme —dijo apenada y notablemente acelerada.

—Oh... Claro, no te preocupes —la mayor se decepcionó un poco, pero se volteó para dejar la bandeja en la mesa y seguir a SinB hasta la puerta—. ¿Quieres que te acompañe?

—No, está bien —la menor le sonrió, y sin siquiera despedirse con un beso en la mejilla, Eun Ha la vio encaminarse a paso acelerado en dirección a su casa.

. . .

Eun Ha no tuvo noticias de SinB al día siguiente de haber estado en su casa, le envió un par de mensajes como acostumbraban hablar todos los días, pero no obtuvo respuesta, así que empezaba a preocuparse.

¿Y si se había arrepentido de todo? ¿Si ya no quería verla?

Se negó a seguir sacando conclusiones que solo la lastimaban, y al segundo día de no recibir respuesta se atrevió a aparecerse en su puerta.

—Buenas tardes... Señora, ¿se encuentra SinB? —dijo con timidez cuando una mujer rondando los 45 años abrió la puerta.

—No bonita, disculpa, ella no puede salir —la mujer le sonrió dulcemente.

—Oh... Entiendo, muchas gracias —Eun Ha hizo una reverencia y solo se alejó, volteando solo al escuchar que la puerta se cerraba.

Entonces, pudo ver que alguien por dentro desde el segundo piso corría la cortina de una ventana para asomarse, el reflejo no le permitía ver con claridad, así que con la cabeza baja se encaminó a su casa.

Entendía que SinB tenía padres estrictos, tal vez solo llegar tarde al taller había sido motivo para castigarla, lo que la hacía sentir terriblemente culpable.

—¡Hey! —oyó la voz de Ye Rin a sus espaldas, y sus pasos corriendo hasta llegar a ella—. Supongo que venías a visitarme.

—Si, de seguro —respondió la baja en un tono sarcástico, y puso los ojos en blanco—. ¿Cómo estás?

—Yo estoy bien, pero creo que tu mucho mejor —Ye Rin le dio un codazo mientras reía—. ¿Viniste a ver a la favorita de Dios? Supongo que ya hiciste algo con ella.

—Cállate —la reprendió, y suspiró con pesadez, viendo a los lados—. Si, venía a verla a ella, pero su madre me dijo que no podía salir.

—Bueno, los Hwang son bastante estrictos —comentó la mayor, metiendo sus manos en sus bolsillos para sacar un cigarrillo y llevárselo a la boca—. Recuerdo que una vez cuando éramos pequeñas la tuvieron toda una semana encerrada en casa solo porque cruzamos la calle con otros niños para jugar en el agua.

Eun Ha la vio con preocupación, y volvió a voltear hacia la lujosa casa de dos pisos, aceptándole un cigarrillo a su amiga solo cuando la perdió de vista.

. . .

Todo el fin de semana Eun Ha se dedicó a pasar tiempo con Ye Rin, necesitaba olvidarse de su preocupación, a pesar de haber tratado de controlarse un poco.

Continuó enviándole mensajes a SinB, incluso le dejó algunas llamadas, expresándole su preocupación, pero nada.

Una semana después de haberse visto por última vez, el martes se dirigió a la iglesia dos horas antes del taller, pues SinB siempre le recordaba que podía encontrarla ahí a partir de las tres, pero no la vio al entrar, y no supieron darle respuesta cuando preguntó por ella, se suponía que ya debía estar ahí.

HOLY《2eunbi +18》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora