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Eun Bi no era el tipo de chica que sería regañada por llegar tarde y sobre todo desprolija, y se notaba en su expresión asustada cuando la amargada mujer les llamó la atención, pero de vez en cuando cruzada miradas con Eun Ha y reprimía una sonrisa.

—Lamento que nos regañaran por mi culpa —habló la menor ya lo suficientemente lejos del aula al acabar la hora del taller—. Wow, nunca creí decir eso alguna vez.

Jung río y negó con la cabeza, para luego mirar a los lados y asegurarse de que nadie la escucharía.

—No negaré que es un tipo de adrenalina diferente tener sexo en una iglesia.

—Eun Ha —la menor la reprendió y le dio un codazo, pero acabó soltando una tímida risa—. Oye... ¿Tienes que hacer algo ahora?

La de cabello corto negó con la cabeza, mientras se estiraba para tomar una flor de un árbol.

—¿Quieres venir a mi casa? —propuso Eun Ha, y se detuvo frente a la menor para colocarle la flor detrás de su oreja, provocando que sus mejillas se tornen rosadas.

—Me encantaría.

Eun Bi entrelazó su brazo con el de la mayor, y permitió que la guiara.

Se detuvieron frente a una pequeña casa con un jardín descuidado, no se asemejaba para nada con la lujosa casa de Eun Bi, pero a ésta última le pareció adorable y acogedora.

El interior de la casa se mostraba desordenado, lo que apenó a Eun Ha, y su habitación no estaba mucho mejor.

—Lo siento, no pensé que estaba tan desordenada —se disculpó notablemente apenada, y se apresuró a recoger la ropa del suelo, escritorio, cama.

—No te preocupes —respondió Eun Bi con una dulce sonrisa, y sin dudarlo la ayudó, a pesar de que Eun Ha le insistió en no hacerlo.

—Juntas lo haremos más rápido, además me gusta ordenar —dijo la menor, rápidamente doblando la ropa sobre la cama, con paciencia y habilidad.

—Nunca tengo visitas, y guardar la ropa que utilizo durante el día me supone mucho esfuerzo —la de cabello corto suspiró—. En realidad, no suelo tener motivación.

La menor se detuvo un momento, y volteó hacia ella.

—Nunca has pensado... ¿Ir a terapia? —preguntó, acercándose a la mayor que se encontraba recogiendo las cosas del escritorio, para apoyarse en éste.

—No sabía que los religiosos recomendaran la terapia —bromeó, a lo que Eun Bi le dio un pequeño empujón.

—Bueno... He estado pensando demasiado con respecto a eso... —respondió insegura, y bajó la mirada a la prenda entre sus manos—. No me siento merecedora de mi fe.

Eun Ha la miró confundida, y dejó sus cosas para ponerle su completa atención.

—¿A qué te refieres?

La menor mantuvo la mirada baja, y comenzó a jugar ansiosamente con la camisa arrugada que estaba sosteniendo.

—Toda mi vida he seguido al pie de la letra las cosas que me enseñaron mis padres, y al conocerte descubrí que todo lo que creía correcto e incorrecto en realidad... No es lo que yo pienso.

La confesión de Eun Bi dejó sin palabras a Eun Ha, y sin saber qué decir con suavidad hizo que soltara la prenda para poder tomar sus manos, notando por más que tratara de ocultarlo que los ojos de la menor se habían humedecido.

—Creer en Dios no te impide ser feliz, y... Ser tú misma —respondió con suavidad, y dudando un poco colocó su mano en su mejilla, acariciando su delicada piel—. Realmente, ¿qué es lo que te hace feliz?

Eun Bi levantó la mirada, y sus ojos se perdieron en los de Eun Ha, mientras una pequeña lágrima rodaba por su mejilla.

—Pues... Las historias de terror, asesinato, y... —la menor sonrió dulcemente antes de volver a bajar la mirada— Estar contigo.

El corazón de Eun Ha pegó un salto al escucharla, y ya no pudo evitar dar un paso más cerca de ella, dejando sus labios a escasos centímetros de distancia.

—Eun Bi —susurró con dulzura, y solo pudo fijar su mirada en los temblorosos labios de la menor, mientras más lágrimas inundaba su delicada piel—, me gustas demasiado.

Eun Bi suspiró temblorosamente, y asintió.

—Tú también me gustas —susurró la menor, y sorprendiendo a Eun Ha, fue ella quien acabó con la distancia entre sus labios, en un dulce y tierno beso.

Entonces el tiempo pareció detenerse para ambas, y no querían que llegara el momento de separarse.

Los labios de Eun Bi eran más suaves de lo que Eun Ha podría haber imaginado nunca, y le fue difícil dejarlos ir, entonces se volvió a encontrar con la mirada dulce de la menor.

Con ambas manos limpió las mejillas de Eun Bi, que ya había dejado de derramar lágrimas, y no pudo evitar robarle un pequeño beso.

La más alta le agradeció con una tierna sonrisa, y cuidadosamente le acomodó un mechón a la de cabello corto detrás de su oreja.

HOLY《2eunbi +18》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora