—Vinieron por ti. —dijo Rebeca.
—¿Qué?
—Tu madre. Está allá. —señaló.
Miré hacia donde mi mejor amiga estaba señalando y vi a mi madre que estaba dentro de la camioneta, con las manos apretando el volante y la mirada fija sobre nosotras, sin ninguna intención de disimular.
—¡Maldición! —murmuré tensa.
No había sido un buen día, mucho menos en la escuela; llegue tarde a mi primera clase, la profesora de literatura me llamó la atención frente a todos por las tareas que no he entregado, la directora estuvo todo el día persiguiéndome para tener una charla sobre mi futuro, en la cafetería el menú era de pollo por lo que no pude consumir nada y apenas pude prestar atención a mis clases durante el día, a pesar de que me esforcé por hacerlo.
En realidad, últimamente no ha sido una buena vida.
—¿Quieres que vaya contigo?
Rebeca me miró fijamente, con esa maldita e insoportable mirada llena de preocupación en sus ojos, como sí supiera exactamente qué estaba pasando y quisiera desesperadamente salvarme.
—No, déjalo. Nos vemos mañana.
—Está bien, pero sí necesitas algo no dudes en llamarme.
Asentí, sabiendo que no iba a llamarle en lo absoluto.
—Y por favor no te olvides de hacer la tarea, ni los deberes.
—Trataré de concentrarme en ello.
—De cualquier forma, te llamaré más tarde.
Rebeca me dio una abrazo antes de irse y yo me dirigí a la camioneta de mi madre en contra de mi voluntad. Sé que está molesta por algo. Lo sé muy bien, porque ella nunca viene por mí a menos que quiera llamarme la atención por algo y no pueda esperar. Así que estoy en problemas, aún no sé por qué, pero lo estoy.
—Hola mamá. —dije en cuanto subí al auto.
Mamá arrancó el auto de inmediato, sin decir absolutamente nada y sin siquiera mirarme, por lo que intente poner un poco de música para tratar de hacer esto un poco menos abrumador, pero apenas lo hice la quitó de inmediato, con una amabilidad muy sutil. Y suspiré.
—Si no eres capaz de ser buena hija, no mereces escuchar nada. —espetó.
No respondí nada, en su lugar me puse a pensar en todas las cosas que he hecho mal últimamente. Apenas tiene tiempo para mí, así que seguramente no se ha dado cuenta del desastre que es mi habitación o que no he lavado mi ropa hace días, ni he hecho ninguno de mis deberes o que rompí algunos portarretratos de las sala por estar creyéndome Beyoncé y Shakira en Beautiful Liar, así que solo me queda una cosa: la escuela.
—¿Te llegaron mis notas?
—Sí y estoy muy decepcionada de ti.
No puedo culparla, aunque me duele escucharlo, porque yo también estoy decepcionada de mí. En estos meses he tratado de dar lo mejor de mí en todos los ámbitos de mi vida, pero no tengo la fuerza suficiente para hacer nada, ni mucho menos el ánimo. Me siento cansada todo el tiempo, no entiendo por qué. No logro concentrarme en absolutamente nada, ni en la escuela, ni en mis deberes o cosas básicas como limpiar mi habitación y en el trabajo, apenas he logrado sobrevivir porque al parecer le agrado bastante a Jhon.
¿Cómo no iba a estar decepcionada de mí? Si me he convertido en un pedazo de papel arrugado, que ni siquiera pudo alcanzar el bote de basura y solo está ahí, llenándose de polvo. Y lo único que he hecho en los últimos meses, es saltarme las clases, andando por los pasillos de la escuela con mis audífonos a todo volumen y una vieja libreta que me sostiene emocionalmente. Si lo único que he hecho al llegar a casa, durante los últimos meses, es dormir o perder el tiempo en cualquier cosa que me aleje de esta insoportable realidad y logre distraerme de este extraño dolor en el pecho que no me deja en paz.
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sʜᴏᴜɢᴀɴᴀɪ: ɴᴏ sᴇ ᴘᴜᴇᴅᴇ ᴇᴠɪᴛᴀʀ.
Teen FictionMadeline no sabe mucho sobre sí misma. En realidad, nadie podría saberlo en medio de una vida tan caótica. Todo lo que sabe es que se siente sola, perdida, que no pertenece a nigun lugar, y que no recuerda lo que es la felicidad, ni mucho menos la t...