𝔸𝕦𝕤𝕥𝕣𝕚𝕒-ℍ𝕦𝕟𝕘𝕒𝕣𝕪 x 𝔾𝕖𝕣𝕞𝕒𝕟 𝔼𝕞𝕡𝕚𝕣𝕖 (One-shots)

𝕋𝕣𝕒𝕚𝕕𝕠𝕣

Una reunión de gobernantes, herederos y portadores de la corona provenientes de aquellas dinastías tan prestigiosas como la Habsburgo, discutían temas políticos carentes de sentido para la guerra en la que se encontraban; mientras que, en una sala por aparte, yacían conversando amenamente las representaciones del pueblo, mejor conocidos como 𝑪𝒐𝒖𝒏𝒕𝒓𝒚𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒔.

~No creo que sea necesario continuar con esto . . . ~ Musitó en voz baja la monarquía dual. Detrás de aquellos insufribles parches y expresión seria se encontraba el ser más sensible y dócil que puedas encontrar ¿No me crees? Pregúntale a sus hijos o a su pareja, el digno e imperioso Deutsches Kaiserreich.

~¿Ehh? ¿A qué te refieres con eso, 𝑳𝒊𝒆𝒃𝒆?~ Preguntó el alemán al tiempo que tomaba la mano derecha de su pareja entre las suyas.

En otro sillón al otro lado de la sala, el Reino de Italia solo observaba, reflexivo; cosa muy rara en él, normalmente elocuente y abierto con sus opiniones, siempre pidiendo traducciones.

~Der Krieg . . . ~ Un pequeño ruido, similar a un sollozo o a un murmullo debilitado, se le escapó sin darse cuenta al austro-húngaro. La sonrisa cálida de su amante fue reemplazada por una expresión preocupada, sus brazos lo atrayeron y acogieron entre ellos en un amoroso abrazo que fue noblemente aceptado. ~N-No le veo sentido . . . E-Es schmertz! 

~Wie?!~ El germánico del norte estaba confundido, ¿dolía? ¿Por qué? ¿Cómo que dolía? ¿A qué se refería con eso? El cuerpo tembloroso del de origen austríaco no le respondió.

~Mi dispiace per quello che sto per fare, ma devo.~ Intervino el italiano y de un tiro seco de su arma de fuego apuntado originalmente al que muchos tachaban como el creador de la Gran Guerra  llamó la atención de todos.

Pero su disparo no dió en el objetivo.

Lágrimas gordas resbalaron por sus mejillas, no podía hacerlo. El porqué es simple, si bien sus relaciones con el magyar no eran las mejores, el alemán era su amigo de la infancia. No se sentía capaz de cometer tal traición.

Al oir el estruendo los emperadores y sus servidores acudieron rápidamente al lugar, por suerte no había heridos. Obligaron a las representaciones a salir a empujones sin darles tiempo más que para dedicarse un par de frases difusas, cada uno en su idioma. Pero una acusación realizada por el germano resaltó hasta llegar a ser captada por los canales auditivos del de la península, una acusación que sí estaba en español.

~¡𝐓𝐫𝐚𝐢𝐝𝐨𝐫!

«¿Traidor?» Se preguntó más tarde el originario de la bota itálica en un momento de reflexión.

Oh, pero si ellos lo supieran . . . Si supieran que fue obligado a hacerlo.