Estaba jugando a las escondidas con Tsuru, suponía, quizá. La verdad puede que no estuvieran jugando. No sabía dónde estaba Tsuru y no sabía si el serafín le estaba buscando. Así que ahora caminaba por los pasillos, mirando por las ventanas y abriendo puertas a ver que encontraba en ellas. A veces veía gente, los ángeles a veces lo notaban y saludaban, pidiéndole que se fuera porque no podían jugar con él.
Otras no había nada más que muebles. Otras puertas no se abrían. Arrastraba el peluche, sosteniéndolo de una pierna y dejando que el cuerpo arrastrara. No había nada que hacer, con quien jugar o con quien hablar. Estaba aburrido, un poco cansado de caminar sin saber a dónde; el castillo era muy grande, con muchas habitaciones y puertas y ventanas.
Se sentía algo solo. Había mucha gente ahí, muchos ángeles, pero todos estaban ocupados. Trabajando o yendo y viniendo a lugares que él no podía ver. No tenía con quien jugar, Tsuru quien sabe dónde estaba, Olive estaba ocupada, Yuu también. Todos. Se sentía solo, aburrido. Quería ver a su papá. Extrañaba a su papá. Apretó los labios y frunció el cejo. Acariciando la tela del peluche que arrastraba.
¿Qué estaba haciendo su papá? ¿Trabajando como su padre hacía? ¿O saliendo a hacer cosas de adultos? ¿Lo extrañaba tanto como él? Quería ir con su papá. Extrañó de repente su habitación de ahí, aun cuando era más oscura, aun cuando sólo veía el bosque desde su ventana, la extraño de repente. Miró al fondo del pasillo y corrió al reconocer quienes estaban ahí.
—Padre—. Llamó, aceleró el paso. —¡Padre, padre! ¡Pa-!—.
Se tropezó, extendió las manos para no golpearse el rostro, pero no llegó el golpe. Miró el suelo y lo vio lejos, miró arriba y vio a Taffy. El ángel jefe sosteniéndole del suéter. El rubio lo levantó y cargó en brazos, alejando el rostro cuando Viktor acomodó el peluche cerca del mayor. Fumus suspiró.
—¿Qué quieres? —. Preguntó, caminando y siendo seguido por Taffy.
—¿Puedo ver a papá? —.
Fumus le miró por sobre el hombro, sus ojos grises buscando algo en Viktor y el niño no supo que hacer, así que le sostuvo la mirada. El Dios regresó la mirada al frente, Viktor balanceándose un poco al frente, como queriendo alcanzar a su padre y Taffy sosteniéndole para que no cayera.
—Satanick se ha portado mal—. Dijo Fumus, siguiendo su camino a la oficina. —Hasta que se porte bien, no podrás verlo—.
Viktor apretó la tela de las mangas de Taffy. —¿Esta siendo muy malo? —.
Fumus bufó una risa y asintió. —Muy, muy malo—. Miró a su hijo de nuevo. —Pero puedes hablar con él unos momentos, si quieres—.
—Sí quiero—.
Su padre asintió y siguieron en silencio el camino. Viktor jugando con la tela del abrigo de Taffy y mirando a su padre. Sabía que su papá había hecho enojar a su padre, pero no sabía que seguía siendo tan malo que su padre lo tenía aun castigado. Ni los castigos que le daban a Viktor eran tan largos.
Llegaron a la oficina, el Dios tomando el teléfono tan pronto pudo y marcando los números. Viktor siendo bajado por Taffy, el serafín intentando darle el peluche, pero el niño ignorándole y parándose junto a su padre. Ojos violetas atentos a lo que pasaba, manos en el borde de la pequeña mesa donde estaba el teléfono. Escuchó la puerta ser cerrada.
Fumus golpeaba el teléfono con el dedo índice, haciendo un golpeteo rítmico. Viktor parándose en la punta de los pies como si alcanzase a ver o escuchar mejor. Su espera llegando a un final cuando su padre sonrió; su papá había contestado el teléfono.
—Hey—. Dijo Fumus después de un rato. —Cállate y escucha—. Hubo un momento de silencio, Fumus dejando su mano libre en la cabeza de Viktor. —Viktor dice que quiere hablar contigo, y no debería dejarlo, no cuando has sido tan malo y no haces lo que digo—. Sonrió.
Su mano jugaba con el cabello ondulado de su hijo, Viktor atentó a la conversación, aunque no escuchaba a su papá, parecía que estaba hablando mucho si la cara y silencio de su padre decían algo. Fue un rato largo, rato donde Fumus rodó los ojos y bajó el teléfono, entregándoselo a Viktor y el niño tomándolo, pegándoselo a la oreja.
—Fumus, por favor, por favor, te ruego; para ya—. Escuchó a su papá, estaba llorando. —Lo lamento, ¿está bien? Fue mi culpa, lo admito, pero deja de meter al niño en esto, te lo ruego—.
—Papá—.
Su papá se quedó callado, escuchaba su respiración rápida por el teléfono. Escuchó cosas caerse y pasos. Entonces una risa, sonaba rara, sonaba como si quisiera llorar de nuevo, miró arriba. Fumus encendiendo un cigarro y Viktor se preguntó de donde lo había sacado, porque no lo vio. Vio algo brillar en las manos de su padre, una caja brillante e iba a extender la mano para tocarla cuando Satanick empezó a hablar.
—Hola, cariño—. Dijo, su voz sonando ronca. —¿Cómo estás? —.
Miró a la mesa donde estaba el resto del teléfono. —Bien, es bonito aquí—. Dijo y escuchó una risa más. —Te extraño—.
Hubo un corto silencio, no escuchaba a su papá respirar, pero sí como su padre fumaba y se hacía una nube gris alrededor de ellos. Se alejó el teléfono porque no escuchaba nada, ¿se había descompuesto? ¿Lo ponía en su lugar y volvía a intentar? Escuchó un ruido raro, parecido a cuando quería llorar, pero se aguantaba.
—Yo también te extraño, mucho—. Dijo su papá con voz baja.
—Pórtate bien, para que así podamos vernos—. Porque si era malo, entonces su padre no los dejaría estar juntos y a Viktor le gustaba el cielo, pero extrañaba a su papá también.
—¿Portarme bien? —. Satanick rio. —¡Yo siempre me porto bien! —.
Viktor sintió una mano más grande sobre la suya, alejaron el teléfono de su rostro y vio a su padre inclinarse. Ojos atentos al teléfono, como si pudiera ver a Satanick por ahí. Viktor miró el teléfono también, intentando hacer lo mismo que su padre.
—No mientas—. Dijo su padre, su papá parando de reír. —Te has portado mal, Satanick y lo sabes—.
—Fumus...—.
—Si quieres ver a Viktor, debes portarte bien, ¿entiendes? Si sigues siendo malo, él seguirá aquí, conmigo—.
Su papá no respondió, pero escuchaba como respiraba. Viktor miró al suelo. —Pórtate bien, papá—.
—Espera—.
—Di adiós, Viktor—.
—Adiós, papá—.
—¡Fumus! —.
Quien sabe que iba a decir su papá. Su padre tomó el teléfono y colgó. Viktor se quedó mirando el teléfono, escuchando la voz de su papá aun, como gritó y se escuchó como si estuviera llorando de nuevo. Su padre se fue, caminando a su escritorio y sentándose en su silla, para seguir trabajando. Viktor miró a la puerta de la oficina y vio su peluche sentado en el suelo, con las manos en su regazo, esperando por él. Se acercó y lo tomó, saliendo de la oficina y buscando que hacer.
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Sangre de familia
FanfictionUn nuevo integrante en la familia siempre llega junto con responsabilidad, sólo que cada quien educa a su manera.