XXIV

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-¡Estás idiota!- La fuerte voz de Johan.

Intento fingir que no escucho los gritos.

-¿A ti que más te da?- La fría y hasta cierto punto, burlona voz de Issa.

Me acorruco más entre las mantas mientras intento concentrarme en el libro que estoy leyendo.

-Escúchame bien Issa, esta es la última que dejo pasar, la próxima voy a...-

-¿Qué vas a hacer? ¿Crees que le tengo miedo a un cobarde como tú?-

Ese tono no me gusta.

Corro hacia la salida, abro la puerta de la biblioteca.

Paso por uno de los puentes que cruzan la casa, desde ahí puedo verlos perfectamente.

-Ya sabes de lo que soy capaz Issa... No me retes-

Issa muestra una sonrisa sínica y algo desquiciada, se acerca un paso a Johan.

-No me lo tienes que recordar... Sé perfectamente de lo que eres capaz... Alfa-

Johan respira arrítmicamente, tiene los puños apretados, todo su cuerpo indica que está a punto de atacar.

Sin embargo, simplemente se da la vuelta.

-Déjala en paz... Si te atreves a poner un solo dedo sobre Amanda en contra de su voluntad de nuevo, ya sabes lo que va a pasar-

Se va lentamente, Issa se queda en su lugar, como si la amenaza de Johan no tuviera valor.

Me siento un poco aliviada por que no hayan peleado...

Pero me intriga.

Me intriga la implicación de esas palabras.

Regreso lentamente a la biblioteca, me siento en el sillón a un lado del ventanal, me cubro con las cobijas.

Escucho las puertas de la biblioteca, Johan entra por ella.

Me sonríe.

Sus cálidas sonrisas...

Alivian un poco de la carga en mi corazón.

-¿Qué te parece el libro, Mandy?-

-Informativo-

Johan se talla las manos contra su pantalón.

-Mandy... Hay algo de lo que me gustaría hablar contigo, algo muy importante-

-Dime-

Johan se pasa los dedos por las manos, está un poco ruborizado.

Esos ojos chocolate, claros como el café de las almendras.

-Mandy... Me gustaría hablarte sobre cómo funcionan las muestras de afecto... Y sobre el consentimiento-

El lobo parce realmente nervioso, pero eso solo lo hace verse adorable a mis ojos.

Mientras me explica cómo funcionan los besos, los abrazos y... La intimidad.

El lobo evita mirarme, me da mi espacio, me deja procesar y no me hace preguntas incómodas.

La charla me parece informativa... Y de hecho, disipa algunas de mis dudas.

Sin embargo, entre los dos, es Johan el que parece más avergonzado de hablar de estos temas.

Eso me hace sonreír.

Aunque en mi corazón está esa duda.

Este gentil lobo... ¿Qué es capaz de hacer?

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Casa de lobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora