XXIX

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El cuerpo me hormiguea por completo.

Es como si estuviera flotando.

-¿Estás demente? Amanda no irá contigo a ninguna parte- Issa empuja a Duncan.

Duncan se queja un poco por sus heridas, pero no se inmuta.

-No pienso dejarla con ustedes dos, par de dementes desquiciados-

-Duncan... Piénsalo bien, Amanda requiere que los tres estemos juntos para...- Johan es interrumpido por Duncan.

-Me enferma tener que escucharte, no quiero verte... Monstruo maldito, no permitiré que Arnab siga cerca de ti- Johan se hace pequeño ante esas palabras, pero se mantiene de pie –No intentes usar tu voluntad conmigo, asqueroso embustero-

Duncan se acerca a mí, esta vez si alcanza a tomar mi brazo.

Tira de él, yo grito un poco por la sorpresa.

Sin embargo, Issa lo empuja con aún más fuerza, arrancándolo de mí prácticamente.

-Estás muerto, hijo de perra- Anuncia Duncan.

Al instante se transforma yéndosele directo a Issa.

Los lobos rompen algunas cosas antes de salir disparados hechos una furia por el ventanal.

Johan me abraza, impidiendo que los vidrios que salieron volando me dañen.

Cuando lo miro, sus ojos se encuentran con los míos, no dice ninguna palabra.

Me suelta para salir transformado también detrás de los lobos que parecen pelear a muerte.

Ahora sí, estoy completamente en pánico.

Mi cuerpo reacciona antes que mi cerebro como es costumbre.

Y salgo corriendo.

Entro en mi habitación.

Tomo los muñecos y al Señor conejo, y tal como llegué a esta casa, me voy solo con lo que vine.

El frío viento no ayuda, la nieve a dejado de caer, pero eso solo me dificulta correr.

Paso por la frontera sin mirar atrás.

-¡Miren!-

La voz suena cerca, pero no familiar.

-¡Es la humana, hay que atraparla!-

Son los rogues de la manada de Estelle.

Mierda...

Corro aún más rápido de lo que me creí capaz.

Pero no es suficiente, claro que no.

Ellos son sobrenaturales, yo solo una humana .

Siento el impacto cuando el peso del lobo me tira en la nieve.

Ha sido una caída dura, el aire se me escapa de los pulmones.

-¡Quédate quieta!-

Me renuevo hasta que con la pinta de los dedos logro alcanzar mi daga.

La agarro fuerte mientras el lobo intenta morderme.

-¡Vete al infierno!-

Le gritó mientras lo lastimo con la daga.

El lobo se queja mientras vuelve a su forma humana.

Aprovecho la oportunidad y me escapo, puedo escuchar que más lobos vienen.

Me duele el costado, pero decido seguir corriendo.

Escucho el canto del río cerca, así que me preparo para meterme.

Casa de lobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora