—Esta ahí otra vez.
—A este punto ya no me sorprende– le contesto la pelirosa al chico acercándose a él mientras meneaba con una cuchara su taza con latte vainilla.
—Es inusualmente puntual.
—Hazme un lado– movió con sus caderas al chico para poder ver por la ventana ocultándose.
Y dicho y echo, estaba ahí, ¿Quién? Pues nada más y más menos que Antrax, sentado en la misma mesa mientras tomaba un jugo y jugaba con su teléfono, mientras los dos floristas a lo lejos en la lateral de la ventana de su local lo espiaban disimuladamente. Se convirtió en una inusual rutina para ellos y para el chico, ellos espiando lo varios minutos, y él llendo a la feria a comer para sentarse en la misma mesa, aveces acompañado, aveces solo o esperando a alguien que llega horas después, una rutina que le parecía sospechosa a los floristas y una relajada para él. Beg se unió por completo a "espiarlo" luego de tres días en negación, ya que le comenzó a sospechar la rutina y formar teorías en su cabeza, muy pocos días iba a saludarlo y sentarse a hablar y almorzar con él, ya que trabajaba y debía estar pendiente de su florería.
Las semanas volaron pero a la vez se sintieron eternas, ya no había alguna novedad o algún acontecimiento, por eso el agarrar un rato del día en ver al pelinegro y solo anotar mentalmente las coincidencias de que llegara a la misma hora de siempre a sentarse en el mismo lugar. Por eso Casualmente se encontraba volteando hacía la ventana a su dirección distrayendo se de sus deberes que ya estaban realizados. Ver al pelinegro de reojo le llegaban mil y un ideas y teorías a su cabeza sin conocerlo realmente, las únicas interacciones que ha tenido con él son muy pocas, contadas más bien, con sus propios dedos, le intrigaba pero se recordaba a sí misma que seguramente ella misma estaba siendo una rara vigilando o espiando a un chico que lo veía todos los días en el mismo lugar sin siquiera conocerlo.
Suspiro moviendo su cabeza disipando su frustración de sus ideas, escuchar la campanilla de la tienda no pudo ser el placer más grande que le lleno de alegría, fue directo a atender y sin darse cuenta al salir detrás del mostrador, al otro extremo Rigan y ella hicieron la misma acción diciendo lo mismo, rió avergonzada de la coincidencia y Rigan dió una leve sonrisa atendiendo a quien entró, una hermosa mujer con un porte muy elegante a su parecer, de piel morena y cabello largo y oscuro con reflejos entraba indiferente a la tienda pero con aires de que sabía lo que buscaba.
—Sí, me encuentro aquí por qué me dijeron que aquí trabaja la chica que le hizo un trabajo a mí amiga– antes de que pudieran decir algo los floristas la mujer prosiguió– Quiero un trabajo en mi jardín y que sea con flores amarillas y rojas, los arbustos los quiero en forma circular y mi cesped lo quiero muy corto que pueda poner una alfombra y no haya cesped en ella.
Ambos floristas se vieron entre sí, la pelirosa le sonrió saliendo del mostrador—Para un trabajo personalizado y en un jardín debe…
La mujer interrumpió alzando la mano— No importa cuánto cueste, lo pagaré sin problemas.
Quedaron atónitos ante la autoridad de la mujer, pero Beg reaccionó rápido colocándose en su porte cordial— Pase por aquí a mi oficina para los detalles y así procederemos al papeleó.
Dicho eso la mujer fue directo a dónde se le señalo junto a la peli rosa a la oficina, Rigan por su parte quedó solo, solo pudo rodar sus ojos al costado para terminar de acomodar la repisa de las macetas dónde las flores estaban acomodadas formando un degradado en contraste a sus colores, Rigan se sintió satisfecho con su creación, y para matar el tiempo fue a la puerta que quedaba al frente de la entrada y salida de la tienda para ir al invernadero.
Estaba ahí para cuidar las plantas y los cactus, todo era un paisaje verde ahí junto con las flores que crecían tan bellamente, también se vio en una esquina un proyecto que entre él y su jefa tenían planeado hacer, no iría ahí sin protección y prefería solo alimentar y rebajar las plantas ahí, el proyecto era vender miel casera para una ganancia extra, ambos no eran principiantes pero eso no quería decir que eran profesionales, así que no hacía falta aprender desde cero en la recolecta de miel. Salió del lugar y cerró la puerta tras haber echo su trabajo vio a la gata de su jefa en el mostrador paseándose para ir a la ventana siguiendo a la gata solo por curiosidad vió por la ventana discretamente a su objetivo solo para darse cuenta que no estaba, vió el reloj en la pared y luego a dónde se supone que estaba al chico que le "echaban un ojo" cada que día.
Vio a la gata con impresión y con reclamó—¿Tu viste a dónde se fue?– solo recibió como respuesta el trasero de la gata quien luego de estirarse se recostó– claro…
Tenía un leve presentimiento, pero disipó sus ideas locas ya que no debía pensar de más o si no se volvería un acosador de un pobre chico que tal vez solo era eso, un chico normal y ahí estaba él, pensando una infinidad de teorías sobre un chico común y corriente solo para darle entretenimiento a su estancia en la florería de su lindo, pero aveces aburrido empleo, en algunas ocasiones, tal vez si tuviera otro compañero de trabajo sería más entretenida sus horas de trabajo.
La pelirosa, luego de escuchar atentamente a la exigente mujer, cayó rendida un rato después de esa inesperada solicitud mientras anotaba en su oficina todo aquel nuevo trabajo que debía hacer, era demasiado y ya debía colgar ahora carteles de solicitud para empleados con experiencia, pensó un poco y se levantó para salir y ver la tienda tan vacía como hacía semanas, y no habían recibido encargos para armar arreglos, no era un mes muy activo, ignorando lo ocurrido hace momentos, así que decidió cerrar temprano por hoy y mandar a su empleado a poner carteles de solicitud de empleo en la puerta y en partes remotas dónde la gente pueda verlas y poder quitarlas luego.
Así en pocos minutos quedó sola en su oficina con su gata haciendo su trabajo, pero por más que debía concentrarse en éste, no lograba centrarse, suspiro perezosa por ello y se levantó para salir de su oficina y retirarse a su vivienda, decidió sentarse en su balcón en su mesita y despejar su mente con una taza de té, no fue que por mera coincidencia volteó a ver a la feria y para su sorpresa el chico que siempre veían estaba sentadose comer. No pudo despegar su vista de él mientras se lo quedaba viendo y bebía de su té, el chico no era particularmente interesante y vestía muy casual y sin llamar la atención, pero no tenía idea de por qué a esta le llamaba la atención.
Tal vez verlo de lejos se volvió una pequeña costumbre que ahora no podía dejar de mirarle, mientras el chico nunca se percataría de que estaba siendo observado, la pelirosa sonrió de lado y apoyo su cara en su mano disfrutando de su momento más relajante de ese día.