I

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A Bakugo le gusta el silencio.

La paz. La calma.

Algo contradictorio en base a su carácter y naturaleza ruidosa. Sin embargo el silencio que se filtró en sus oídos cuando sus sentidos empezaron a despertarse y le mostraron lo que estaba sucediendo a su alrededor fue diferente.

Su cuerpo se sintió pesado, al igual que cada una de sus extremidades, el aire que se adentró en el interior de sus pulmones era denso y pesado.

Fue una sensación extraña.

No se sintió bien.

Era difícil de respirar y el silencio atenuado por el sonido de la máquina; un pitido constante y molesto que pronto su cerebro logró asociar cuando al fin despertó lo suficiente cómo el sonido de las pulsaciones de su corazón, hizo que se sintiera aturdido.

La revelación lo hizo tensarse. Sus ojos se abrieron solo para observar la habitación blanca y estéril a su alrededor. El miedo recorrió su espina dorsal, exigiéndose a sí mismo a moverse, a pesar del cansancio en sus huesos, logró sentarse en medio de la cama solo para darse cuenta que se encontraba en la habitación de un hospital y esta se encontraba completamente vacía.

No había nadie. Solo él y la revelación solo hizo que su rostro se contorsionara en una fea mueca. Su entrecejo se frunció y sus labios formaron una línea delgada, mientras los apretó con fuerza. Una mano se abalanzo hacia la mascarilla que estaba por encima de su nariz, para arrancarla.

El pitido dentro de la habitación se volvió más fuerte y el monitor marco una línea recta.

Sus pasos fueron torpes, pero no por ello menos decididos, mientras avanzo hacia la puerta. Su mente trabajo de forma rápida buscando una respuesta de cómo y porque había llegado ahí, aunque no tuvo que pensar demasiado en ello para conectar los puntos, después de todo lo último que hizo fue interceptar el golpe de Shigaraki con su cuerpo y ser la barrera entre Best Jeanist y los nomus que lo estaban atacando.

Había sido su decisión y aun así...

Bakugo no era del tipo de persona de arrepentimientos, de sentimentalismos. Era un hombre de acciones. Dejo que cada una de ellas hablara y la gente siempre pudo decidir cómo tomarlo.

Así que el pensamiento de porque lo había hecho lo hundió y sepulto tres metros bajo la tierra. Porque no ahondaría en las estúpidas decisiones de su vida en ese momento. No cuando aún seguían en medio de la guerra y cuando ese pensamiento lo golpeo no pudo evitar correr hasta la puerta.

Seguían en medio de la jodida guerra y él estaba perdiendo el tiempo herido en la cama de un hospital. Sus dientes chocaron entre sí. Un chirrido salió de entre ellos y su mano se enrosco con fuerza en el pomo de la puerta para abrirla y salir.

Bakugo necesitaba ser más fuerte, más rápido.

Después de todo él iba a ser un héroe.

El héroe número 1. Y quedándose postrado en la cama no haría una mierda. Así que debía darse prisa e ir al campo de batalla. Cualquier otro pensamiento o queja de su adolorido cuerpo lo desecho al instante, porque eran inútiles y él no era ningún enclenque.

Sus pasos son lentos. Uso una mano para apoyarse de la pared y así lograr no caerse. Bakugo estaba seguro que eran los medicamentos lo que lo sumieron en ese estado. Por ello empujo la sensación de dolor de su pecho y el costado. Después de todo seguía vivo así que no debieron ser tan graves las heridas, por lo tanto estaba bien.

Además, los demás seguían allá afuera y no dejaría que hicieran todo el maldito trabajo.

El pasillo era solitario. El arrastre de sus pies es nítido y conciso. Un jadeo se escapó de su boca y Bakugo nunca admitiría que salió de él si alguien lo escuchará. Lo cual dudo al instante porque no había nadie cerca. O al menos eso creyó hasta que escucho un par de voces en la habitación de adelante.

Cuando las luces se apagan【DekuBaku】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora