IV

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No fue el autobús que alguna vez los transportó a su examen de licencia, sino una unidad más pequeña de color negra, el transporte que U.A. les implemento, los asientos estaban colocados alrededor de su perímetro generando así que la piel chocara entre sí.

El único ruido además del motor fue el sonido de los baches que pasaron por debajo de las llantas. Otra prueba innegable de la devastación en la que la sociedad estaba sumergida en la actualidad.

Los edificios estaban destruidos, mientras los escombros se apilaron entre sí como pequeñas torres despilfarradas en medio de la catástrofe, las calles que alguna vez habían transitado se habían ido. El recuerdo de la eternidad que confería los cimientos de concreto cayeron en un abrir y cerrar de ojos. Y entre ellos los rostros llenos de miedo se dibujaron, mientras el llanto y la desesperación de los gritos resonaron con fuerza clamando ayuda.

Se supone que los héroes deben proteger la sonrisa de las personas, pero ¿Quién protege la sonrisa de los héroes?

La pregunta empujo sin demasiado esfuerzo, mientras mantuvo la cabeza abajo, y de forma acérrima se forzó a mirar su regazo. Sus manos se encontraron encima del pantalón de mezclilla.

Uraraka Ochako había decidido ser un héroe cuando miro el rostro feliz de la gente cada que los héroes llegaron a la escena.

La magia detrás del acto había cautivado el corazón de Ochako de forma magistral.

Porque ¿Cómo una persona podría cambiar una situación que debería conllevar tristeza, gritos y dolor para volverla algo optimista donde la gente pudiera sonreír?

Solo personas realmente excepcionales podrían hacerlo y a ese tipo de personas la gente solía llamarle; Héroes.

Héroes que daban vuelta a la situación en un abrir y cerrar de ojos. Héroes que demostraron su valor sin importar el peligro de la situación.

Dieron sus vidas sin importar el miedo que pudo instalarse en sus huesos, porque un héroe no podía permitirse el agonizante desazón de sentirlo, después de todo un héroe debía ser desinteresado por sobre todas las cosas; valiente, audaz, lleno de confianza con un carisma sin igual.

Estos eran los complementos que daban como éxito a un héroe verdadero. Y aun así...

Muchos habían renunciado tras la catástrofe.

Sus manos se apretaron en puños, una mueca se perfiló en sus labios.

Los héroes deben de proteger la sonrisa de las personas, pero ¿Quién protege la sonrisa de los héroes?

La pregunta persistió a un costado de su oreja, como un susurro lamentable, porque decir que no había tomado en cuenta la magnitud de las responsabilidades detrás del título era mentirse a sí misma.

Hacer felices a las personas había sido una meta pura e ideal en un héroe, pero decir que su único motivante había sido ese sería mentirse.

Ser un héroe podría ser una profesión sumamente rentable si se era querido por el público, y ser querido por el público ¿No significaba de igual forma hacerlos felices?

Pero ¿Que era la felicidad?

¿La cara sonriente de un niño cuando se le devolvía el globo que casi había perdido al soltarlo por accidente?

¿La sonrisa de un hombre tras haber atrapado al ladrón que le robo?

¿La sonrisa de una madre agradecida por haber rescatado a sus hijos?

¿Rescatar a la gente atrapada? ¿Limpiar y curar sus heridas? ¿Darles un hogar temporal en el campus de la escuela?

La gente no pareció feliz en absoluto y Ochako no sabía cómo hacer que esa expresión cambiara y temía que no hubiera una forma en primer lugar.

Cuando las luces se apagan【DekuBaku】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora