Oigo sonar el despertador, pero no le hago mucho caso. Se está demasiado bien aquí, entre las sábanas y... en los brazos de Peeta.
- Buenos días –le oigo susurrar, yo no respondo, solo hago una especie de ruidito a modo de queja. Él me zarandea un poco– Vamos, hoy tenemos cosas que hacer.
- No –digo acurrucándome en su pecho, no quiero dejar de sentir este calor por nada del mundo–. Eres el propietario de la panadería, nadie te echará la bronca si llegas tarde –Peeta se ríe y me acaricia la mejilla, me hace cosquillas.
- ¿Y qué tal si son tus hijos los que llegan tarde al colegio? –vuelvo a gruñir. No me queda otro remedio que levantarme.
- Ya podría ser domingo... –digo sentándome, pero la verdad es que me pongo de buen humor. Recordar a mis hijos es motivo suficiente como para que me levante con una sonrisa.
- Los domingos tampoco podemos dormir mucho, por desgracia están acostumbrados a levantarse temprano –dice él empezando a vestirse. Arrastro mis pies hasta el armario y cojo mis pantalones y camiseta de siempre.
- Lo bueno de los domingos es que te puedo mandar a ti a que les prepares el desayuno mientras yo holgazaneo un poco –digo para chincharle.
- Muy graciosa –en un periquete ya estamos vestidos y listos, tenemos el tiempo medido y la rutina aprendida–. Katniss –me llama cuando abro la puerta del dormitorio.
- ¿Si? –se acerca a mí y me da un beso. Le levanto una ceja por ese beso robado.
- Me gusta empezar el día con un beso tuyo –y se encoje de hombros como disculpándose. Yo me pongo a reír, da igual el tiempo que pase, él sigue siendo igual de cariñoso.
- ¿No te cansas de decir estas cosas? –digo muy cerca de su rostro, jugando un poco con él.
- No mucho, ¿y tú de escucharlas? –me dice rozando sus labios con los míos.
Antes de que pueda responder oigo una puerta abrirse y unos pasos por el pasillo– Creo que es Josh –dice Peeta que también lo ha oído.
- Pues mira que es raro, con lo poco que le gusta madrugar...
Y con esto terminan nuestros juegos. Cada uno vuelve a lo suyo. Peeta baja las escaleras para preparar el desayuno mientras yo voy al encuentro de mi pequeño.
- Mami... –se está fregando los ojos mientras bosteza, de la mano trae arrastrando a su oso de peluche.
- Buenos días cielo, ¿cómo has dormido? –me agacho y le abrazo. Sigue medio dormido, así que aparte de bostezar no parece que sea capaz de hacer nada más–. Venga, vamos a cambiarte...
Josh tiene seis años, es el pequeño. Ha heredado mis ojos aceitunados y el pelo rubio de Peeta. Es muy tranquilo y poco hablador, también es muy cariñoso y familiar, lo que significa que siempre está reclamándonos abrazos y besos a todas horas. Su carácter siempre me recuerda a una mezcla entre Prim y Peeta, lo que lo convierte en un niño de lo más adorable y encantador.
Entramos en su habitación, le escojo la ropa y se la doy.
- Vamos, a ver cómo te vistes solo –Josh ya es lo suficientemente mayor como para hacerlo, pero está demasiado acostumbrado a que lo mimen y además es muy listo, sabe que si se entretiene lo suficiente alguno de nosotros terminará por ayudarlo–. Mientras tanto haré la cama, vamos –le insisto. Josh se sienta en el suelo y con pereza se pone manos a la obra. Ya he terminado de arreglarlo todo cuando él aún sigue peleándose con sus zapatos– Mira, así –le digo enseñándole una vez más cómo se atan los cordones.
No me molesta ayudarlo, pero quiero que aprenda a hacer las cosas por sí mismo. Peeta no ve mal que esté tan apegado a nosotros, a él le gusta tenerlo todo el día encima. Y a mí también, claro que me gusta que me busque y que quiera estar conmigo, pero la experiencia me dice que la vida es dura y que a poco que sea quiero prepararlo. No planeo irme de su lado jamás, pero a veces estas cosas no se pueden escoger. Así que sí, Josh va a tener que empezar a vestirse solo y a aprender ciertas cosas. Peeta es más laxo en este sentido, así que a veces me toca hacer de mala.
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Los Everdeen-Mellark (Los Juegos del Hambre)
FanfictionSe trata de una tierna historia en la que Katniss y Peeta cuidan de sus dos hijos: Dandelion y Josh. Todo va bien hasta que un día Dandelion descubre unas viejas fotografías de sus padres en su libro de historia, lo que le hace replantear el origen...