Parte 5 Pesadillas

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- ¡Mamá, mamá! –dice Dandelion corriendo hacia mí con una sonrisa, tirando la mochila en el suelo.

- ¿Qué? –frena justo delante de mí, me coge las manos y empieza a saltar entusiasmada.

- ¡Traigo muy buenas noticias! –Peeta se agacha para recoger la mochila que Dandelion ha tirado, la deja bien colocada encima de una silla.

- ¿Qué pasa? –su sonrisa es tan encantadora que sonrío con ella.

- ¡Quieren que des una charla en mi clase! –eso me detiene, mi sonrisa empieza a torcerse.

- ¿Cómo?

- Una charla, ¡en mi clase! –repite– ¡Sobre los Juegos! –mi sonrisa desaparece del todo. Miro a Peeta que se ha acercado a nosotras con el semblante serio– ¿A que sí papá? ¡Dile lo que nos ha dicho mi profesor! –mis brazos se mueven porque Dandelion sigue zarandeándomelos, pero yo ya he desconectado de este juego para centrarme en esta devastadora noticia. Peeta suspira.

- Creen que podría ser una buena idea que vayamos a su colegio para hablar de los Juegos. Como Dandelion ha estado enseñando las fotos a diestro y siniestro, muchos niños han empezado a hacer preguntas sobre ellos y han creído que podría estar bien que nosotros mismos se las respondiéramos –Peeta está serio, sabe lo que eso significa tanto para él como para mí: revivirlo todo de nuevo y estar expuestos otra vez.

- ¿Qué te parece? –dice ella dando pequeños saltitos.

- ¿Qué les has dicho? –le pregunto a Peeta.

- Que nos lo pensaríamos –asiento, sí, es lo mejor.

- ¡Pero no hace falta pensar nada! Sabréis las respuestas a sus preguntas, podréis explicar lo que hicisteis, ¡quiero que los otros niños lo sepan! –veo el orgullo y la alegría en esos ojos azules, pero no puedo compartir su sentimiento.

- Es complicado, Dandelion –digo tratando de mantener la calma–. Hubo mucha violencia, no creo que sea buena idea hablar de eso...

- Pero no hace falta que contéis ninguna muerte, solo el evento en sí –por algún motivo su comentario me molesta. No se puede separar la muerte del "evento en sí". No sé qué idea tiene de los Juegos pero estoy más que convencida que no es la correcta.

- Dandelion, fue duro. Muchos niños murieron –le aprieto un poco más fuerte las manos–, no es divertido hablar de ello, tienes que entenderlo.

- Pero daréis la charla, ¿no? –Dandelion está empezando a enfadarse. Yo trato de mantener la calma.

- Tenemos que pensarlo.

- Pero yo ya he dicho que vais –se queja. Ahora es ella quién me aprieta las manos.

- No se trata de algo que tú puedas decidir –yo pierdo muy rápido la paciencia y lo sé, por eso me estoy esforzando en mantenerme calmada.

- ¡Vais a ir!

- Dandelion... –le avisa Peeta.

- ¿Qué? ¡Sois unos mentirosos! –suelta mis manos de golpe– Siempre habéis dicho que necesitamos saber lo que pasó para que no se repita, pero a la hora de la verdad os da miedo explicarlo.

- ¡Dandelion basta! –le dice Peeta– Vete ahora mismo a tu habitación.

- ¡Sois unos cobardes! –entonces levanto la mano para darle un bofetón pero el recuerdo de la madre de Peeta me detiene a medio camino. No, esta no es la solución. En su lugar grito:

Los Everdeen-Mellark (Los Juegos del Hambre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora