- Ya casi está.
Dejó pasar la fina cadena plateada por el enganche del elaborado adorno en el que había invertido prácticamente todo el día.
- ¡Listo!
Sonrió satisfecho ante el resultado de su trabajo. Le encantará.
Thousand Sunny, varios días antes.
Liderado por Nami, el grupo que se había encargado de ir a cazar tesoros en la pequeña isla finalmente regresó al barco luego de un duro día de trabajo. Se habían detenido allí con el fin de conseguir algunos bienes; apenas les quedaba comida en la reserva y, ya de paso, Nami no pudo desperdiciar la oportunidad para hacerse con algún que otro tesoro.
Junto con ella, Nami se había llevado a Luffy y Zoro, que venían ahora sosteniendo un par de sacos llenos de tesoros. Sanji, Brook, Chopper y Franky habían sido enviados a buscar provisiones, aunque habían regresado ya hacía rato. Solo Usopp y Robin habían permanecido todo el rato en el barco, ella leyendo libros mientras el primero trabajaba en agregar nuevas mejoras a su arma.
Con la llegada de Luffy y compañía, el resto se reunió de inmediato a su alrededor, ojos curiosos por descubrir los tesoros que habían encontrado. Cuando dejaron los sacos sobre el suelo, se dejaron ver un par de cofres.
Al parecer habían encontrado esos tesoros en unas ruinas abandonadas en las profundidades del oscuro bosque, pero una vez allí, habían sido atacados por extrañas criaturas y se vieron forzados a huir para no quedar encerrados bajo lo poco que quedaba de las antiguas ruinas, con lo que no habían tenido oportunidad de observar ellos mismos el contenido de los cofres.
Impacientes, Nami y Luffy abrieron ambos cofres al mismo tiempo. Todos los demás estaban reunidos a su alrededor, expectantes. Los ojos de Nami se iluminaron al visualizar el contenido. Adornos antiguos, aparentemente valiosos, se mostraban ante ellos. Pero bastó con acercarse un poco más para hacer que le cambiase la cara.
Al ver que no se trataba de oro, sino objetos construidos con materiales carentes de valor alguno, la decepción fue más que evidente en el rostro de la navegante, que no tardó en abandonar la estancia con un gruñido, seguida de un hiperactivo Sanji que trataba de animarla prometiendo un manjar que superaría la exquisitez de cualquier tesoro.
Algunos de los demás integrantes de la banda, sin embargo, aún mostraban interés. Usopp, al igual que Franky, buscaba entre los objetos – a los que Nami había terminado bautizando como chatarra inútil - algo que pudiese utilizar para futuros inventos, mientras que Luffy y Chopper trataban de hacerse con tantos como fuese posible simplemente por diversión o porque les parecían fascinantes (aunque realmente no lo fuesen).
Fue durante todo ese caos que Robin se acercó. Algo entre todos esos objetos había conseguido llamar su atención, una especie de adorno en forma mariposa. Hermosa, a la vez misteriosa, y que desprendía una esencia de fragilidad. Franky pudo ver el brillo en sus ojos durante una fracción de segundo cuando sus delgados dedos atraparon el objeto con cuidado. Pero tan pronto como había llegado, ese brillo se desvaneció al tiempo que la mariposa se desintegraba en sus manos.
- Vaya... Qué lástima.
Aunque lo dijo con una sonrisa, el carpintero del barco pudo detectar un atisbo de desilusión en su voz. Fue entonces cuando sintió que debía hacer algo por reconstruir ese objeto tan especial. Porque en aquella mariposa púrpura había visto reflejada la personalidad de su compañera: bella y cubierta por ese aura de misterio que trata de esconder su vulnerabilidad, pero en el fondo, una criatura frágil. Una criatura que en el fondo también busca que alguien la proteja. Y que de repente él había empezado a desear ser ese alguien, una persona capaz de hacerla sonreír de corazón.
Encontrarla no le llevó mucho tiempo. Allí estaba: sentada frente al acuario, completamente inmersa en el libro que estaba leyendo.
- ¡Eh, señorita arqueóloga!
Al escuchar su llamado, la atención de Robin pasó del libro a Franky, quién se encontraba ya apenas a un par de pasos de ella.
- ¿Puedo sentarme?
- ¡Claro! – le respondió con una sonrisa, a la vez que se desplazaba unos centímetros para dejarle un espacio en el extenso sofá, un sencillo gesto para reafirmar su respuesta.
El carpintero del barco tomó asiento al lado de la joven, y una vez allí, comenzó a rebuscar en sus bolsillos. En cuanto encontró lo que buscaba, desvió su mirada al lado opuesto respecto a donde se encontraba su compañera, mientras le ofrecía el objeto que permanecía escondido entre ambas manos.
- Aquí tienes. Esto es para ti.
Robin observaba sus movimientos con curiosidad. Juraría que por un instante lo vio sonrojarse. Sonriendo, decidió aceptar el presente.
Franky dejó caer con cuidado el objeto sobre la palma de la mano de su compañera. Aún con su rostro ligeramente orientado en dirección opuesta, sus ojos se fijaron en ella, buscando una reacción.
Finalmente el esfuerzo que el cyborg había puesto en crearlo parecía haber dado sus frutos. Al ver el objeto que tenía entre sus manos, Robin quedó maravillada: se le iluminó la mirada y su sonrisa se tornó aún más pura y sincera.
De la elegante cadena plateada colgaba una hermosa mariposa. El contorno negro azabache le daba forma, mientras que fragmentos de amatista otorgaban a las alas un hermoso tono púrpura que le daba personalidad.
Agradecidos, ojos color cielo buscaron encontrarse con los de su creador.
- ¡Muchas gracias! Es precioso, pero...
- Olvídalo, solo es un regalo. No tienes que darme nada a cambio.
- Aunque digas eso... ¡Oh! ¡Ya sé!
- ¿Uh?
Franky reparó en una pequeña cajita que Robin sostenía ahora entre sus manos, la mariposa ahora descansando sobre su pecho.
- No es mucho, pero, por favor, acéptalo.
Abrió la caja para sacar un chocolate del tamaño de apenas la palma de su delicada mano y, tras entregárselo a su compañero, se dispuso a abandonar la habitación, no sin antes recoger el libro que había estado leyendo minutos antes.
- Gracias de nuevo, no tenías que haberte molestado.
Tras decir esto, plantó un suave beso en la mejilla de Franky, para luego marchar con una sonrisa.
- ¡Buenas noches!
Hubiera jurado que, por segunda vez en ese mismo día, había visto alcyborg sonrojarse.
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Ángel
Fiksi PenggemarRobin sabe que está ocurriendo algo raro cuando Sanji no se aparece a traerle la merienda como de costumbre. Además de eso, Nami no ha regresado a la habitación en todo el día. ¿Qué andará haciendo? @ ZORO X NAMI @ FRANKY X ROBIN @