Conticinio

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—¿Han visto el sol del atardecer cuando es ocultado por una nube gris? El color ligeramente morado que inunda el lugar, cada rincón, acompañado de ese ligero olor a tierra húmeda que viene desde lejos, ese que te dice que en otro lugar ha llovido, y que probablemente lloverá en cualquier momento sobre el lugar en el que tú estás parado. Mirar el horizonte y darte cuenta que, entre el atardecer y las nubes, forman un hermoso color, no es cálido ni frío, es... perfecto ..., ¿lo han visto alguna vez?

El grupo de infantes lo miraba como si algo de su cabeza hubiera dejado de funcionar.

—Pro...¿profesor Crane?

Phillip bajó la vista, y miró al niño que no despegaba su mirada llena de curiosidad.

—¿Sí?

—Creo que no entendemos qué tienen que ver las nubes y el atardecer con la clase... —añadió el joven.

Se había olvidado completamente del tema que estaban repasando.

—¿De verdad no tienes una idea? —preguntó Phillip, tratando de adivinar cuál era el tema principal de la clase.

Pero el chico no respondió, solo negó con la cabeza sin dejar de mirarlo con ese par de ojos claros.

—Percepción, muchacho —respondió él mismo.

—Profesor... Crane...

—Todo lo que miran, lo que huelen y sienten... se trata de la percepción —decía, emocionado, caminando de un lado a otro del salón de clases—, y cada uno puede darle el significado que le dé la gana.

Entonces por los pasillos caminaba el hombre que tocaba la campana, anunciando que el día había terminado.

—Nos vemos en la siguiente clase —dijo Phillip, un tanto decepcionado de que el tiempo se acabara y sus alumnos abandonaran el salón de clases.

Aquel chico siempre era el más lento en guardar sus cosas.

Phillip se apresuró, guardó sus libros y borró la pizarra, entonces le dijo al niño:

—Dígame algo.

—¿Profesor Crane? —preguntó.

—¿Crees que estoy loco?

El chico sonrió ligeramente, y enseguida negó con la cabeza.

—No, profesor.

—Los demás chicos huyen cuando suena la campana —dijo Phillip, un tanto decepcionado.

—Creo que no entienden.

—¿Entender qué?

—Eso es lo que mi hermana dice —dijo, encogiéndose de hombros.

Se apresuró a marcharse, cuando Phillip lo detuvo para hacerle una última pregunta:

—Oye.

El niño volteó.

—¿Cuál es tu nombre?

—Gregory Bridgerton.

—Bien, Gregory. Hasta la siguiente clase.

Phillip sonrió, tomando el comentario final del chico como un cumplido.




***

Sus dedos se posaron en las dos primeras teclas negras y la tercera blanca, y presionaron.

—Por Dios, Eloise —dijo Violet, masajeando la cien derecha—, hija mía, sé que puedes hacerlo mejor que eso.

—No es lo mío —susurró.

BRIDGERTON || ELOISE & PHILLIP || PHILOISE ||EN EL 1820Donde viven las historias. Descúbrelo ahora