Diré que sí.

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Estaba sentada al borde de la silla mientras la doncella peinaba su cabello.

Entre sus manos, sostenía el libro que Phillip le había obsequiado.

—Se ve muy hermosa, señorita Bridgerton.

—Gracias —dijo Eloise, respondiendo al elogio de su doncella.

—¿No quiere bajar al salón?

—Sí, es que... no sé, hay demasiadas personas.

—Su madre cree que es una buena oportunidad para buscar algún pretendiente —decía la chica, sonriendo mientras hablaba—, los socios de su hermano están aquí, algunos muy jóvenes y apuestos.

Eloise sonrió por cortesía.

—No estoy buscando uno, Sophie.

—Por supuesto que no, señorita —acomodaba un mechón detrás de la oreja de Eloise—, mi madre siempre decía que el mejor prospecto es aquel que no se busca, pero si te encuentra.

Eloise alzó la vista, apretando el libro que tenía entre sus manos. Miró a su doncella que estaba concentrada en los últimos arreglos de su peinado.

—Creo que está lista.

—Creo que es hora de bajar.

—Así es, señorita Bridgerton.




***

La corbata estaba lo suficientemente apretada como para que su rostro comenzara a hacerse morado a falta de aire en sus pulmones.

Inclusive con los guantes puestos, podía sentir cómo sus manos sudaban, sentía calor y una fuerte presión en el pecho, con el inmenso terror de comenzar a hablar y que su voz se quebrara a causa de los nervios. Aquella fue la primera vez que decidió asistir a un baile al que había sido invitado, y también era uno de pocos eventos al que lo habían invitado, por supuesto. Estaba aterrado, Gunning se negó a entrar con él, pero lo acompañó todo el trayecto hasta la residencia donde se alojaban los Bridgerton.

Estaba sentado al interior del carruaje, mientras su mayordomo miraba por la ventana.

—Milord, le aseguró que no sucederá nada —decía, calmado—, no será ridiculizado ante una multitud.

Phillip se tiró de la corbata antes de hablar.

—Dígame, Gunning...

El hombre lo miró con atención mientras Phillip trataba de articular una pregunta.

—¿Usted cree, usted cree que yo sea...apuesto? —preguntó.

—¿Apuesto, milord?

—Sí —respondió Phillip, pasando los dedos por sus cabellos, alborotando sus rizos castaños—, apuesto como los hombres de este lugar.

—No —aseguró Gunning.

Toda esperanza de un elogio se vio aplastada por la respuesta de su mayordomo.

—Creo que su encanto es superior al de los hombres tan estirados y presumidos de esta ciudad o de cualquier otra ciudad de toda Inglaterra —siguió diciendo.

Un nudo se formó en la garganta de Phillip. Gunning era lo más cercano que tenía a un padre.

—Sé que dije que no estaba interesado en una esposa, pero...

—No será el último de los hombres en decir eso, Milord —intervino Gunning—, ande, salga de este carruaje de una vez por todas.

Phillip asintió con una sonrisa en los labios, se despidió y salió del carruaje.

BRIDGERTON || ELOISE & PHILLIP || PHILOISE ||EN EL 1820Donde viven las historias. Descúbrelo ahora