En la otra punta de la ciudad, Phillip se miraba al espejo, haciendo el mejor de sus esfuerzos en lograr que su corbata luciera derecha, o al menos bien acomodada. No le era común ponerse ropa elegante, prefería los pantalones holgados y las camisas cómodas. Pero ese día, era el día.
—¿Necesita ayuda con ese nudo, sir? —preguntó su mayordomo, a quien le temblaban las manos a causa de la edad.
—Casi termino, Gunning. No es necesario.
—Milord... —Gunning hablaba ligeramente.
—Dime —Phillip no dejaba de mirar el nudo de su corbata.
—¿Por qué razón me hizo venir con usted hasta Londres si no requiere mi ayuda?
Se quedó quieto, analizando la pregunta de su mayordomo; tenía razón, apenas le había pedido que le tuviera lista la cena. Cosa que él mismo podía hacer.
La verdadera razón por la que lo había obligado era porque...
—Alguien tiene que desearme suerte el día de hoy, Gunning.
Gunning apretó los labios, tal vez su lord nunca lo sabría, pero al mayordomo se le formó un nudo en la garganta. Le dio un apretón en sus hombros, como un niño que estaba listo para su primer día de clases.
—Vamos, milord. Hoy será un gran día.
—Así es.
Dio media vuelta, para encontrarse con el rostro de Gunning, que dijo:
—Espero de todo corazón que le vaya bien, me alegra, milord, que estemos en la ciudad.
—¿No te gusta el campo, Gunning?
—No es eso, milord.
—¿Entonces? —preguntó Phillip, frunciendo el ceño y acomodándose el saco.
—Hay chicas —respondió.
—¿Busca esposa, Gunning?
—Chicas de su edad, milord. Para usted, no para mí. Yo ya soy un viejo.
Phillip soltó una risa incómoda.
—Vine a Londres por la cátedra, no por una esposa.
—Nunca diga nunca, milord —dio un último tirón al nudo y sonrió—. Usted está listo para irse, milord.
Aquella mañana, el carruaje se detuvo bruscamente, haciéndolo sujetarse de lo primero que se le cruzó para evitar salir disparado del carruaje, salió al instante a revisar qué era lo que había sucedido.Una de las ruedas del carruaje se había estropeado por completo.
—Dios... —susurró.
—No sé qué sucedió, milord —decía, preocupado uno de los lacayos.
—No te preocupes, Robert —respondió, con voz tranquilizadora, aunque en el interior, estaban más nervioso que su sirviente después de aquel accidente.
—Lo llevaré en el caballo —dijo este.
—Llegaré caminando —se apresuró Phillip—, está a tan solo unas cuadras.
Sabía que aquel carruaje no tendría pronta reparación, su mejor opción aquella mañana era caminar hasta el colegio, esa era una estupenda idea, hasta que se cruzó con una librería.
Primera mala decisión del día: detenerse.
Phillip tenía una debilidad por las librerías.
Miró de reojo, no pretendía detenerse, siguió su camino.
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BRIDGERTON || ELOISE & PHILLIP || PHILOISE ||EN EL 1820
FanfictionSir Phillip Crane era feliz con su vida solitaria, hasta que conoció a Eloise Bridgerton.