Inocencia Pasional - Ereri (Adaptación)

Cap. 54: Para siempre

-¿Cuánto tiempo es un rato? ¿Una hora? ¿Dos horas? ¿Un día?

Los ojos escrutadores de Jean lo miraron con un claro tono de claridad reflejado en sus pupilas.

-No bromees, Jean. - dijo, intentando simular una de sus mejores medias sonrisas y se encogió de hombros -Puede ser una semana, un mes, medio año... quién sabe, tal vez, un año o dos, ¿tal vez, un para siempre?...

-¿Estás loco?

Eren se sentó en una de las sillas del mediano comedor y tenso su garganta, dándole un breve vistazo a Levi, que estaba sentado a su lado y tenía los ojos moviéndose desde su rostro hasta el del otro, totalmente consternado.

-Tengo las tarjetas bloqueadas, estoy sin una moneda en mi bolsillo y no tengo a dónde ir.

-Yo diría que sí, pero tú sabes que esta casa no es toda mía, Eren, a veces, viene mi familia también...

-Solo será unos cuantos días, Jean, es una promesa. -las palabras de Levi se escucharon como un suave farfullo acariciando la habitación, mientras sus ojos se enfocaban en los ojos de Jean -Por favor.

Jean elevó la cabeza y se lo quedó mirando unos segundos para finalmente suspirar, agotado.

-Está bien, son bienvenidos el tiempo que quieran. Pueden usar la habitación o habitaciones que gusten... tomar lo que quieran que vean en la cocina -caminó a pasos lentos hasta la nevera y abrió la puerta superior, colocando tres botellas de agua- Por cierto, es bueno verlos juntos otra vez, pero... ¿qué pasó ahora?

Eren torció sus labios en una sonrisa y corrió su mano sobre la madera hasta que sus dedos se encontraron con los del pelinegro y fueron entrelazándose poco a poco.

Levemente.

Acariciando los nudillos pálidos con la parte interior de sus dedos, rozándolos con ligereza.

Sus ojos se encontraron, al igual que sus sonrisas y ese sentimiento volvió a explotar en su interior.

Ese sentimiento, ese mismo sentimiento que sentía cada vez que lo contemplaba; cada vez que se fijaba en sus ojos despiertos, sus labios rosados, sus bonitas mejillas, su radiante sonrisa.

Ese sentimiento que tocaba hasta el último de sus nervios y le hacía darse cuenta de lo perfecto que era Levi Ackerman; de lo perfecto que era amarlo y de lo perfecto que era poder tenerlo a su lado.

Ese sentimiento que le hacía enamorarse una y otra vez, que le permitía caer loco de nuevo, que le hacía arder en fuego, que le hacía desear lanzarse a besarlo, aunque sabia que si lo hacía, posiblemente no pudiese soltarlo más.

Y eso ahora no era muy conveniente que digamos.

Acarició el dorso de su mano y moduló un "te amo", escuchándolo susurrar lo mismo en respuesta y reír con la misma calidez de siempre, al tiempo que el timbre de la puerta se hacía oír.

-Ahora voy, ¡ya escuché! -Jean se metió a la boca tres galletas del paquete que tenía en las manos y bufó, malhumorado

-Por favor, dejen de mirarse de ese modo, que me hacen sentir que salgo sobrando. Tengan un poco de consideración y piedad de mi.

Escucho el sonido de la puerta abriéndose y fue entonces cuando vio a su madre ingresando a pasos apresurados hasta detenerse a tres pasos de él, exhalando con la mano en el corazón.

-Eren, acá estás. -presionó su hombro en un intento de apoyo y miró a su alrededor, todavía recuperando el aliento- ¿Por qué te fuiste de esa manera?

-¿Cómo sabes que estaría acá?

La mujer se sentó en una de las sillas contiguas y se pasó la mano por la frente, recostando todo su peso sobre su codo derecho, que descansaba sobre la mesa.