Tranquila Locura

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Si el silencio de este vagón continuara un segundo más, mi mirada continuaría hasta llegar a los ojos de aquella chica. No sé por qué, ni sé cómo. Los colores que adornan su alrededor son más llamativos que el fulgor de las llamas. Y mi mirada perdida, que sigue hacia ella, tan débil como la del humo que escala por los vientos del camino.

Tonta es mi espera en estos largos minutos. El silencio continúa y mi mirada, ya fija, está en ella. No sabría separar mi vista de aquello que me parecía hipnotizar en su estar. Ni sabría mantenerme allí por más tiempo. En aquel estado de agonía por estar tan lejos.

Me acerqué poco a poco, recordando palabras de antiguos murales. No sabría aún qué decir, pero estaba seguro que debía ir. Mi locura es tranquila, tan habitual como el ritmo de los vagones golpeando los rieles al correr. Pero también es tonta, tan triste que no diferencia entre la realidad y mi querer.

Si es así, que todo vaya como mi deseo recuerde.
Si es así, que todo vaya como mi verdad olvide.

''Hoy recordé cuando te conocí.'' Así mi voz se retuerce en la oscura celda llena de negro. La oscuridad que llena el lugar tapa el rojo del oxígeno rozando el hierro. ¿Y qué debería hacer? Si ya no hay vuelta atrás...

Supongo que nada. Pues, NO hay vuelta atrás. Tomando en mi mano tu vacía mirada, mis ojos llenos de felicidad serán los que recuerdes para la eternidad.
Porque... Yo soy el chico misterioso del tren... Y tú la pobre chica a la que amaré.

Cuando el Café funcionaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora