V. He left his kids at home

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Nota de A: LLEGÓ LA SUCULENCIA AL FIIIIIIN 💖

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Petra Ral, la esposa de Levi, tenía 30 años. De facciones suaves y delicadas, ojos de ámbar, pequeña de estatura y de formas encantadoras, paseó un poco por la sala de estar, pasándose constantemente las manos sobre el cabello de color zanahoria. Era una mujer pelirroja muy hermosa y poco común.

El reloj marcaba las 3:12 a.m.
Aquello le resultaba en extremo inusual, Levi nunca se quedaba en ninguna junta ni en los eventos después de éstas con nadie, solía excusarse con Erwin e irse una vez éstas habían concluído. Aquello no era normal. Y al salirse del patrón de la vida que hasta ese momento compartían juntos, Petra inmediatamente asumió que algo estaba pasando y que podría ser algo a lo cual prestar atención.

Tomó su teléfono celular de la mesa de centro y marcó el número de Levi. Casi nunca le llamaba, así que hasta para él sería algo inusual.

El tono de llamada sonó durante un tiempo, hasta que se cortó. Así sucedió durante cinco o seis llamadas y, ansiosa, Petra finalmente colgó. Era sumamente extraño. ¿Le habría pasado algo?

Sí. Lo que estaba pasando era algo. Era todo. Finalmente parecía que estaba vivo de nuevo y así mismo es que se sentía en los brazos de la mujer a la que ni siquiera había visto convertirse en mujer, como había deseado cuando era adolescente, pero que con tan sólo su contacto, lo hacía sentir, ahora sí, como si todo su dinero, todos sus bienes, propiedades y todo aquello que poseía, tuviese algún valor.

Sin saberlo, Petra estaba perdiendo todo aquello que había ayudado a construir.

Pero por su propia responsabilidad y por un poco de ayuda del destino.

Alzó nuevamente su teléfono celular y marcó otro número, mismo que no estaba identificado. La niñera dormía en la habitación con los dos niños gemelos, ambos de seis años, Jakov y Andreas.

El ensamble de color durazno que llevaba sobre el lujoso camisón de seda y encaje dejaba ver las formas de su cuerpo delicado, se sabía una mujer hermosa y se había conservado de esa manera.

Levi rara vez la miraba. Y cuando la miraba, ella podía ver claramente que no despertaba nada en él.

Finalmente, después del nacimiento de sus hijos, dejaron de dormir en la misma habitación. En eventos de su empresa, en eventos familiares, en los cumpleaños y las cenas de año nuevo, eran dos extraños que se sonreían a fuerza de costumbre. Petra jamás entendió por qué le había pedido matrimonio entonces.

¿Es que el poder de la conveniencia y las buenas costumbres era más fuerte que el de la libertad?

La voz masculina respondió y el rostro de Petra se iluminó inmediatamente después de escucharla responder.

- ¿Puedo verte? Eso entendí en tu mensaje. Es una hora extraña para vernos, Petra.
- Claro que puedes verme, Alen, dime dónde.
- ¿Tu esposo no será un problema?
- Mi esposo tiene horas sin responder el teléfono. Quizá finalmente se ha hartado de mí y se ha conseguido otra. U otro. Jamás se sabe.

Al colgar, casi corrió a su habitación a vestirse. No pretendía regresar hasta bien entrado el medio día, cuando la niñera recogiera a los niños en la escuela y ella estuviera lista para representar nuevamente su papel de esposa y madre perfecta.

Incluso, casi podía jurar que Levi sabía a dónde iba, y que si no sabía con quién, era porque no le importaba en absoluto.

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Le quitó suavemente la ropa. No se dió cuenta ni dónde habrían quedado las prendas de los dos. Pero no importaba. Ya compraría otras. Todas las prendas que ella quisiera tener. Le daría todo, cualquier cosa que ella quisiera, con tal de tenerla, con tal de que fuese completamente suya.

No apagó las luces. Contrario a lo que él habría querido, Hange dijo que estaba bien, que si quería ver, podía hacerlo. Era su decisión. En el fondo, no pensó que aquello terminaría así. Su idea no era que su proposición se entendiera como sexual. Pero ella no le había dejado un camino por el cual escapar, después de todo, era Hange.

Fue la primera vez que estaba con alguien que realmente le atraía. No era un compromiso, no era una obligación. Era el deseo más profundo, encerrado en su mente y en su cuerpo y lo dejó apoderarse de él.

Porque ella le había dado ese poder y no podía controlarlo más de lo que lo había hecho durante toda su vida de permitir a otros tomar decisiones para encaminarla.

Estaba tan ansioso de penetrarla, que prácticamente le arrancó las pantaletas. Sus manos no podían detenerse y la tomó por los glúteos, haciéndola lanzar un jadeo. La piel de su rostro lucía sonrojada, le brillaban las pupilas y tenía los pezones tan erectos que dolían. Hange gimió contra sus labios y eso fue todo. La sentó sobre su miembro que parecía estar a punto de estallar y ella comenzó a moverse sobre él, tan fuerte, tan ansiosamente, que no pudo tampoco controlarse. El ritmo de las embestidas fue aumentando en tanto sentía como cada vez estaba más y más húmeda conforme él jadeaba e intentaba contener gruñidos de un placer que jamás había experimentado.

- Levi... ¿Es que... Es que antes no..?

- ¿Antes que? - Lamió uno de sus pezones y permaneció allí, estimulándolo con su lengua, succionando de él, en tanto Hange gemía y seguía moviéndose sobre él, dejándole deslizarse con fuerza en su interior, cada vez más húmedo y caliente, como si fuese el mismo infierno.
- ¿Antes... En la secundaria... Tu no... Querías hacer esto conmigo o si? - Levi le sonrió y comenzó a embestirla un poco más fuerte, acostándola debajo de él.

- Claro que sí - Y le apretó ambos pechos, sin ningún tipo de reserva, en tanto entraba tan profundo que la obligó a gemir más fuerte - Pero éramos muy jóvenes y esto... Esto no pueden hacerlo dos niños ¿No te parece? - Nuevamente, saboreó sus pechos sin dejar de penetrarla - Pero si lo que quieres saber es si lo disfruto... Sí, lo disfruto tanto que no creo poder soportar las ganas de terminar dentro de ti.
- Levi, no lo hagas... - Se sonrojó pero sin dejar de moverse también - Si termino embarazada...

Levi pareció excitarse. Ella no quiso preguntar, pero lo notó. La embistió mucho más fuerte, y se incorporó un poco para lograr entrar más en su interior y comenzó a jadear, entre cansado y excitado.

- Si terminas embarazada, yo te penetraré exactamente igual que ahora...

Sus manos se aferraron a sus caderas y entró en ella de tal manera que se arqueó hacia su cuerpo, dejó caer su cabeza contra su pecho y finalmente su lengua se deslizó nuevamente en uno de sus pezones.

Hange sintió su descarga en su interior de manera tan intensa, que cuando sus dientes mordieron su pezón, un intenso orgasmo la recorrió también, apretando las piernas en torno a su espalda y obligando a sus paredes a retenerlo dentro lo más que pudo. Sus gemidos llenaban la habitación y ella ni siquiera era capaz de contenerlos. Él jamás había tenido sexo de esa manera, de modo que ambos estaban, de alguna forma, viviéndolo por primera vez en sus vidas.

Si Levi creyó que eso hacía Hange con sus clientes, se equivocaba, por el contrario, esos encuentros no eran satisfactorios para ella.

Pero aquella noche, Hange estaba gozando sinceramente con aquella propuesta que para ella, en teoría, resultaba satisfactoria desde toda óptica posible.



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