Vida de incomprendida

3 0 0
                                    

28/2/23

El tiempo, etéreo y en su infinito capricho trata de demostrarnos a cada instante que por más humanos que seamos no debemos ser quién de cometer errores, o si no lo es la medida con la que tratamos de cuantificar nuestra estancia sobre la tierra pues entonces lo seremos nosotros, que tan exigentes para con otros y con nosotros mismos exigiremos comportamientos artificiales sin oportunidad de equivocación, no nos damos ni entre nosotros ni a otros el suficiente márgen de fallo como para aprender de de dicha errata.

Lo sé, tal vez esté volviendo a hacer lo mismo, enmarañar un solo pensamiento inconcluso porque así sea la culpa o la impotencia pudieron conmigo y hago de ello, o al menos trato de hacerlo, una oportunidad de auto diálogo para encontrar respuesta a las preguntas que se empeñan en invadir mi espacio mental de forma tan recurrente en lugar de pedir ayuda.

Que esto no sea objeto de mala interpretación, no me estoy declarando una persona cerrada o que no requiera de puntos de vista ajenos para formar una tesis, mas cuando se tratan de eventos emocionales simplemente no soy capaz de expresar, me aferro a lo que mi consciencia me dice amordazado a mi subconsciente que pide ayuda a gritos cada solitaria noche que propicia el espacio adecuado para hacer de mí una gran filósofa, mas yo al contrario de los grandes antiguos no pasaré a la historia, porque siendo razonables, ¿Qué valor tiene las preguntas que se haga una niña de dieciséis años? o en cambio, si tienen valor de alguna clase ¿El razonamiento será acaso válido? "No tiene mayoría de edad, no sabe lo que quiere".

Este tipo de interrogantes llevan semanas atosigando a mi persona por semanas junto a muchísimos otros, demasiados como para estar contando las próximas 6 vidas sin un miserable descanso, no me queda claro si tales afirmaciones son ciertas, pero tampoco soy quien para desmentirlas, me creo culta cada vez que cometo la osadía de hacer uso de palabras poco frecuentes para al segundo siguiente dejarme llevar por emociones que me desbordan e impiden a mi raciocinio hacer aparición.

Me culpo, apenas por un simple cuestionamiento, es abrumador lo dura que soy conmigo misma sin darme cuenta, nada me importa pero sí lo suficiente como para matarme tratando de averiguar cada camino, cada respuesta, cada variante, cada acción, soy una contradicción en sí misma, pero no en el sentido tóxico, sino en el cuál mi pensamiento me dicta un argumento y mis emociones hacen de diablo al hombro opuesto susurrándome que libre sería más feliz.

Ahora que sé que ambas partes tienen la verdad en sus manos no soy capaz de emitir un veredicto, me dejo llevar por este caótico mundo a base de acciones en su mayoría precipitadas con mínimos momentos de lucidez como puede llegar a considerarse este mismo en los que trato de bajar las armas como antes lo hacía sin ninguna clase dificultad, mis palabras que aún siendo sinceras en circunstancias comunes dejan de ser de papel cuando trato de expresarme con genuina sinceridad y simplemente trato de no morir en el intento de que nadie salga herido sin flagelarme por accidente.

Puede que en estos instantes vea una falsa dicotomía en la que reinan un futuro hostil y oscuro y un pasado de color de rosa, una mentira pintada de arcoiris en escala de grises que amenaza con destruir mi realidad por completo, mentiría si dijera que puedo asegurar que seguiré siendo fuerte como otros afirman que lo he sido hasta el momento, a mis ojos un argumento positivista que vende más ilusiones que los cultos paraísos idílicos, así que simplemente puedo agradecer a quién se haya quedado a leer mi realidad, y así ellos no lleguen hasta aquí, gracias por tenerme paciencia.

BachilleratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora