Lágrimas de sal, lágrimas de azúcar

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9/1/2023

Ayer derramé una lágrima, una salada que contrastaba radicalmente con el sabor de la indecente cantidad de ingesta alcohólica que estaba consumiendo para evitar derramarla, fui cómplice de la inconsciencia al realizar una amplía vorágine de hechos poco meditados que me llevaron únicamente al naufragio de mi ánimo y a la total pérdida de la razón, no existía nada; ni bien, ni mal, ni alegría, ni tristeza, solo vacío.

Bailé, pero sin escuchar la melodía. Reí, mas sin percibir nada que apelara a mi sentido del humor. Canté, apenas prestando atención al significado de los versos. Llegué, estuve y me fui sin cambios significativos en mi mente, cuerpo o espíritu.

Hoy se me presenta algo familiar que extrañaba y que era poseedor de un sentimiento de calor hogareño. Al llegar veo una copia prefabricada de lo que mi mente recordó, insegura de si por la falta de ciertas piezas o el cambio en mi ser, decido no pensarlo demasiado, hasta que la presencia de dos viejas almas se hizo, devolviendo todo a su estado natural, lo que siempre debió ser.

Hoy derramé una lágrima, una dulce que me devolvió la esperanza en recuperar lo que siempre sentí mi lar, volví a reír con un sentido, cantar con sentimiento y bailar al ritmo de sus latidos, retomé la vieja costumbre de aceptar las realidades en lugar de juzgarlas por su naturaleza vil y caprichosa para entrar sin alma y salir resurgida de mis cenizas cual ave fénix.

Me rompo para repararte y mañana ambos estar enteros, porque jamás se ha demostrado que corazones remendados no puedan ser enfermeros de otros en su mismo estado.

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