5. Oso

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Antes de comenzar con la historia solo hacerles recordar que amo sus comentarios que me dejan y sus interacciones, son lo que más me inspiran a continuar trayéndoles estas historias. Comencemos.

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El tiempo pasó y un nuevo día comenzó.

—Y con esto sería todo —dijo un pelinegro colocándose una mochila en su espalda para acomodarse las agujetas de sus botas blancas —Rubius estas listo?! —grito desde la sala acercándose a la puerta principal de la casa.

—Espera un segundo que ya bajo! —le contesto un osezno de pelo castaño desde el cuarto que compartían juntos mientras metía y acomodaba algunas cosas en una mochila verde algo grande, al terminar se colocó la mochila en solo un brazo saliendo del cuarto —muy bien creo que no me falta nada —bajo las escalaras encontrándose con el pelinegro —estoy listo Vegetta.

—Y Spreen? Creí que estaba contigo.

—Qué? ¡Yo pensé que estaba contigo, oh un segundo —se aclaró la garganta —Spreen baja que ya es hora de irnos! —hubo un silencio de unos segundos hasta que se escuchó una puerta abrirse y cerrarse de golpe en el segundo piso junto a unos pasos apresurados pero cortos que resonaron en el piso de madera.

—¡Esperen, esperen! —una voz infantil y chillona resonó entre los pasillos haciéndose más clara en cuanto más se acercaba a las escaleras —ya estoy listo!

Un niño de tan solo 5 años de edad de cabellos negros con unos grandes ojos morados y unas curiosas orejas apareció arriba de las escaleras portando una chaqueta de color azul sujetando en sus brazos una mochila morada con el cierre abierto que posteriormente coloco en su espalda. Aquel niño era Spreen

—Pues ven chaval que debemos irnos —con aquellas palabras dichas de su padre Spreen bajo las escaleras a toda prisa sujetándose de la baranda para no caerse llegando hasta la puerta encontrándose con sus padres.

—Pero mira nada más, Spreen que tienes que fijarte siempre de tu mochila — fue regañado por Rubius, Spreen se quitó su mochila colocándola frente a él viendo cómo se lograban ver unos juguetes y dulces, asustado puso su mochila detrás suyo rápidamente recibiendo una mirada seria de parte de Rubius —Muéstrame —le dijo más como una orden que una opción extendiendo su mano a lo cual Spreen bajando sus orejas tuvo que hacer caso mostrando nuevamente su mochila entregándoselo, Rubius lo tomo cerrándole el cierre quitándole algunos de los tantos dulces que llevaba consigo —si dejas tu mochila mal cerrada en cualquier momento te pueden roban algo, como por ejemplo yo que me quedare con estos dulces —dijo mostrándole los dulces que le había quitado de su mochila para ponerlos en el suyo. Spreen estaba haciendo un puchero por lo enojado y apenado que se encontraba porque lo habían descubierto —tranquilo que si te portas bien puede que te los devuelva —no creía en sus palabras.

—Lo tienes todo o acaso te olvidaste algo? —preguntó Vegetta sujetando la manilla de la puerta antes de cerrarla por completo, solo quería asegurarse antes de cerrar la puerta -Spreen?

—No olvido nada, tengo todo lo que necesito aquí —palmeo su mochila en su espalda mostrando que estaba listo.

—En ese caso —cerró la puerta verificando el código —vámonos.

(...)

Estaban en medio del bosque del lado Este caminando por una ruta poco notoria con algunas ramas caídas, hojas secas y leves insectos como hormigas y escarabajos que se paseaban por los árboles. Las copas de los árboles dejaban entrar los rayos del sol que iluminaban un poco mejor el camino, fueron alrededor de 2 horas de camino en lo que Spreen se cansó y decidió subirse a la espalda de su papá Vegetta.

Rubegetta FamilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora