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Jeongyeon había estado viviendo en la casa Im durante una semana. Los hermanos siempre la trataban mal, a excepción de Nayeon y las gemelos que a veces seguían a los mayores sin darse cuenta de que esos comportamientos estaban mal. Y... Su madre también se comportó de esa manera. La chica seguía tomando lecciones de aritmética y también había comenzado a leer. Era realmente un prodigio y los maestros solo podían estar satisfechos.

-Jeongyeon.- dijo Sana. -Descubrí que ha aprendido a leer.

-Era hora. Sólo los estúpidos no saben leer a los doce años.- comentó Minhyuk.

-Aprendí a leer a los tres años.-alardeó Momo.

-No sabe hablar japonés, su idioma de origen.- le dijo Jihyo con una mala sonrisa.

-Tampoco usted.

-Yo no nací en Japón... Solo tengo una madre japonesa, a diferencia de usted.

-¡Cállense chicas!- gritó Sana. Luego volvió su mirada hacia Jeongyeon. -Estoy orgullosa de usted.- Momo se quedó sin palabras, lo mismo ocurrió con Jihyo y Minhyuk. ¿Era su madre? -Necesitamos chicas cultas. Quizá encontrará un marido rico.- La señora Im sonrió. Para ella, Jeongyeon representaba solo un recurso económico, como el resto de sus hijos.

Jeongyeon estaba feliz de recibir esas palabras. Ella le dedicó una sonrisa desdentada.

-Nunca encontrará a un hombre.-comentó Momo.

-¿No debería buscarse marido?- le preguntó Sana a Momo.

-Madre...

-¡Tiene diecinueve! ¡A su edad ya tenía tres hijos!

-Cálmense, por favor, y terminen su comida.- dijo Tzuyu a su esposa e hija.

-Jeongyeon, ¿por qué no sabe leer?- preguntó Dahyun.

-Nadie me enseñó eso.

-¿Y por qué? ¿Tu madre no te enseñó eso?

-Cariño, Jeongyeon no tiene madre.-explicó Tzuyu.

-Y nunca lo hará. Nuestra madre nunca se unirá a un mendigo así.- comentó Jihyo.

-Se acabó el almuerzo. Momo, Minhyuk, Jihyo, vayan a su habitación.

-Pero... Padre...- trató de decir Momo.

-¡Vayan!

Los tres chicos miraron a Jeongyeon. -Desde que está en esta casa, no ha hecho más que causar daño.-comentó Jihyo.

-Nayeon, ha llegado una invitación para usted.- le dijo Sana.

-¿Para mí?

-Es de Anne. La invita a su fiesta de cumpleaños.

-¿Jeongyeon puede venir conmigo?

Sana pareció pensarlo. -Solo si aprende a comportarse.

-¡Yo le enseñaré!

Jeongyeon no entendió. ¿Qué se suponía que debía aprender?

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-¿Los libros non son hechos para leer?- preguntó Jeongyeon confundida. -¿Por qué está sobre mi cabeza?

-Así aprenderá más rápido. La información pasa por el cerebro.

-Oh.

Nayeon se rió entre dientes. -Es una broma. Debe intentar mantener la postura erguida y caminar sin dejar caer el libro.

Jeongyeon puso un pie delante del otro pero al tercer paso el libro ya se había caído. Lo recogió y se lo puso de nuevo en la cabeza para intentarlo de nuevo. Esto continuó durante media hora hasta que tuvo éxito. En ese momento lo intentó una y otra vez y llegó tres horas después perfectamente capaz de caminar sin dejar caer el libro. Mientras tanto, Nayeon había terminado el libro de la Ilíada que estaba leyendo.

-¡Bien! ¡Ha estado muy bien!

Jeongyeon sonrió. Nadie le había dicho que fuera buena en nada. -Es porque tuve a la mejora maestra.

-Ahora tendré que enseñarte bon ton.

-¿Bon ton?

-Es francés. Son buenos modales.

-¿No lo estoy haciendo bien?

Nayeon se rió y se llevó una mano a la boca. -Son reglas que hay que respetar frente a los demás.

Jeongyeon pensó que los Im eran realmente extraños. Se preocupaban por la etiqueta pero la trataban mal. ¿Qué tipo de reglas eran?

-¿Cuántos son?

-No se preocupe, no tiene que recitarlos de memoria como un poema de Shakespeare. Solo tiene que recordarlos. ¿Quiere empezar?

Jeongyeon asintió aunque no sabía a lo que se enfrentaba. Nayeon comenzó a explicarle una serie de pros y contras y, como aún no sabía escribir, solo podía confiar en su memoria. Algunas no tenían sentido para ella pero las respetaría para no avergonzar a Nayeon. Vergüenza... ¿Y si su presencia la avergonzara?

Mina llamó a la puerta y luego la abrió. -Señoritas, la cena está servida.

-Gracias Mina, bajaremos inmediatamente.- dijo Nayeon.

Las dos chicas bajaron las escaleras y se reunieron con el resto de la familia. Todos estaban de mal humor como siempre desde que Jeongyeon estuvo aquí.

-¿Qué hicieron hoy?- preguntó Tzuyu.

-Le enseñé etiqueta.

-¿Deberíamos hacer una simulación? ¿Preparando el té?- preguntó Sana emocionada.

Fue extraño para Jeongyeon verla así. Por lo general, siempre estaba malhumorada o amargada.

-¿Qué opina, Jeongyeon? ¿Legustaría hacerlo?- le preguntó el Sr. Im sonriendo.

Jeongyeon no podía decirle que no a esa familia anfitriona, así que asintió.

-Nos divertiremos, ya verá. También tendremos que buscarle un bonito vestido para la fiesta. Mañana iremos de compras.

-Madre, ¿está hablando en serio?-preguntó Momo sin palabras.

-Momo, debería aprender a callarse.- le dijo Sana.

Ese cambio repentino en Sana sorprendió mucho a los hijos pero no al marido que conocía bien a su mujer después de haberla soportada durante veinte años. Sana solo estaba cautelosa. Tzuyu a menudo había llevado a alguien que se encontraba en la calle a su casa y al final siempre se habían aprovechado de él. Sin embargo, Jeongyeon era inocente, inteligente y, aunque no era su hija y no se parecía en nada a sus hijas, que tenían sangre noble, se podía decir que era hermosa.

-¿¡De verdad va a ir de compras con Pulga!?- preguntó Jihyo, tan enfadada como su hermana.

-Jeongyeon es su hermana. No merece un trato diferente.- dijo Sana dejando claro con el tono de su voz que ahí acababa la discusión.

-¿Ha comprado alguna vez, Jeongyeon?- preguntó Dahyun inocentemente.

-¿Qué preguntas hace? Vivía abandonada en un orfanato.- dijo Jihyo con una mala sonrisa.

-Ya verá, Jeongyeon, será agradable. Elegiremos un vestido... ¿Cuál es su color favorito?- le preguntó Nayeon.

-Negro.

-Luego elegiremos un vestido negro.

Todo era tan extraño para Jeongyeon. No estaba acostumbrada a usar ropa tan hermosa y espléndida. Ya era absurdo que ella usara uno con falda recta por la casa y varios adornos de encaje, imagínense un vestido como el que se compraría. Había visto retratos de Sana con un vestido de fiesta y sabía que no era su tipo. En el orfanato siempre había usado un solo vestido marrón, roto y manchado. No estaba acostumbrada y no sabía si le gustaría parecer un copo enorme. Y, sobre todo, no sabía si ese vestido le quedaría tan bien como a Nayeon, Sana, Momo o Jihyo.

Scandal|2YEON|ESPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora