🔮Capítulo II.

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De la boda al divorcio solo hay un auto.

—Te ves igual de hermosa como tu madre en el día que nos casamos —suelta de la nada

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—Te ves igual de hermosa como tu madre en el día que nos casamos —suelta de la nada. Estoy segura de que ambos han evitado hablar de ella durante los meses de preparación antes de la boda, su muerte no es algo de lo que hablamos en casa, pero siempre la recordamos con su mejor cara.

—Ojalá ella estuviera aquí, papá —confieso mi deseo y no puedo evitar que mi voz se quiebre.

—Ella está aquí con nosotros —responde colocando una de sus manos sobre su corazón y la otra sobre el mío.

Afirmo con la cabeza.

Mi hermana regresa de la sala de ceremonias y su cara me pone nerviosa.

—¿Qué?

—No está en el altar, pero se supone que llegó hace unas horas.

Suelto un suspiro de alivio. —Tu cara me asustó por un momento, ¿y dónde está? Llevamos como media hora de retraso, pero ya estoy aquí. Podemos empezar con la ceremonia, que alguien lo busque y le diga que ya estamos aquí.

Su mala cara demuestra que ella no hará el trabajo.

—Ok, ve y dile a su padrino que lo busque.

—Tampoco está en el altar.

—¡Gema, solo te estoy pidiendo un favor!

—Basta chicas —interviene mi padre—, yo iré por ayuda, tú regresa al auto que el novio no puede ver a la novia antes de casarse —guiña uno de sus ojos y entra a la sala designada.

Gema ayuda a recoger la cola de mi vestido blanco en silencio, ambas nos dirigimos hacia el auto de papá. Siento como mi vejiga me traiciona y no puedo sostenerlo más.

—Gema...

Ella voltea y espera a que diga algo.

—Quiero hacer pis.

—¿Ahora?

—Sí, por favor.

—Pero los baños están hacia el otro extremo de la hacienda Sarah, además has ido al baño muchas veces ya.

—¡Estoy nerviosa, sí! Solo quiero hacer pis, no te estoy pidiendo ver al papa.

Ella bufa torciendo sus ojos como si aún fuera una adolescente. Ambas giramos buscando un lugar donde nadie pueda lograr verme. Caminamos hacia la oscuridad y nos colocamos detrás de un auto estacionado, entre algunas maniobras logra recoger parte del vestido mientras me coloco de cuclillas. Lo único que se escucha alrededor de los estacionamientos son las cigarras y la música instrumental a lo lejos del lugar.

—¿Escuchaste eso? —murmura.

–¿Qué cosa?

—Shhh... —coloca su dedo sobre mi boca y suelta parte del vestido.

Tarot al cuadrado © | Borrador | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora