¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Choi Ri-Ho nunca antes estuvo en esa posición, y si era sincera, no sabía cómo manejarlo. No sabía qué hacer, porque no se preparó en algún momento para ello.
—Binnie, ¿qué estás haciendo? —preguntó con voz dulce y amorosa.
Soobin, su bebé, la miró mientras sostenía el juguete de tiranosaurio que su abuela –su mamá– le regaló tantos años atrás. La abuela de Soobin siempre le quiso a pesar de todo, a pesar de los dichos del resto de su familia, y Ri-ho siempre lloró su pérdida, pues a Soobin le afectó horriblemente también.
Los labios de Soobin temblaron.
—Es domingo —murmuró, observando otra vez sus dinosaurios repartidos por el suelo del comedor—, gatito viene todos los domingos a jugar conmigo —miró la hora, ansioso—. Pero viene tarde. Viene una hora tarde...
La mujer se sentó al lado de Soobin, tomándole la mano para llamar su atención. Recordaba la expresión del muchacho el día anterior, cuando llegó a casa, con Taehyun detrás y otro chico que no conocía, pero sin Yeonjun ni Beomgyu por algún lado. Tae lucía alterado en tanto Sejin, que salió con ellos (le dijo después), le explicaba que ocurrió un problema y venía a dejar a Soobin para que nada malo les pasara.
Una vez a solas, le preguntó a su hijo qué ocurrió. Soobin habló con tono monótono y rostro inexpresivo, pero en sus ojos observó sentimientos que no veía casi nunca: tristeza y pena y dolor. Sentimientos que vio sólo cuando su abuela falleció.
‹‹Yeonjun dijo que no soporta verme y que me perdiera, pero no lo entiendo. No sé qué quiso decir. Mami, siento mi garganta apretada, ¿me voy a enfermar? No me siento muy bien...››.
Ri-Ho sólo pudo abrazarlo, tratando de contener las lágrimas, incapaz de llorar porque no quería asustarle.
Y ahora...
—No creo que Yeonjun venga, Bin—le dijo, sin perder el tono suave.
Pero Soobin se crispó, viendo su rutina interrumpida.
—¿Por qué no vendría? —replicó—. Está bien si no soporta verme, siempre puede vendar sus ojos y venir. Pero sigo averiguando eso de perderme, tú me dices que debo tener cuidado para no perderme, entonces es contradictorio. Tal vez...
—Soobinnie —le interrumpió—, puedo jugar yo contigo. O puedo llamar a Tae y Kai para que...
—No, ¡tiene que venir Yeonjun! —contestó Soobin—. ¡Yeonjun viene todos los domingos a jugar, debe venir hoy también!
—Bebé...
—¡Yeonjun es mi novio y los novios nunca se dejan plantados! —la voz de Soobin se quebró—. Él es mi novio, aunque diga que está harto de mí, ¿cierto, mamá?
Ri-Ho no sabía qué decirle y sólo lo abrazó, escuchando los murmullos de su hijo contra su hombro, tratando de no llorar por todo el dolor que estaba sintiendo.
