El gato

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Así siguió mi vida, soportando mis días en la escuela, mientras trato de comprender mi nueva realidad, realmente me cuesta aceptarlo, es domingo por la tarde, ya han pasado dos semanas,  y en mi cabeza aún no cabe el hecho de que quizás no me queda mucho tiempo de vida.

—¿sigues mal?— dijo Lila, mi hermana, su voz me saco de mis pensamientos —deberías salir a caminar, haz estado encerrada desde que te dieron la noticia, no te hará bien estar asi—.

Ella tenía razón, devo despejar mi mente, quizás aún hay esperanza para mí, quizás todo se trata de un error y realmente no estoy tan mal.

—Tienes razón— le respondí.

Salí de mi casa y fui a dar una vuelta, es cierto que hacía tiempo que no respiraba aire fresco, ya me dolía mucho la cabeza de tanto pensar en lo mismo todo el tiempo.

Mientras cruzaba ca calle paso un auto a toda velocidad, tuve que saltar a un lado para que no me atropellara, cuando levanté la cabeza para ver lo que había ocurrido, pude observar a un pequeño gato tirado en la calle, rodeado de un charco de sangre.

Fui corriendo para socorrer al pobre animal, al revisarlo pude ver qué lo único que se lastimo fue su pata trasera izquierda, estaba quebrada y salía mucha sangré, el auto le aplastó la pata, y luego siguió su camino cómo si nada, fue un auto negro con dos rayas rojas que lo cruzaban verticalmente.

Envolví al gato con mi poleron con sumo cuidado y corrí a casa con el en brazos, no podía permitirme llevarlo a una veterinaria, no tenía suficiente dinero, el gato maullaba de dolor, al llegar, Lila se sorprendió de verme volver tan pronto, pero al ver la sangre alteró.

—¡¿Y eso?! ¡¿Estás bien?!— grito sujetándome los hombros.

—Tranquila la sangre no es mía—le explique descubriendo al gato con cuidado.

Pasamos la tarde preocupadas del gato, tratando de curarlo, le limpiamos sus heridas, y utilizamos un palo y vendas para enderezar su pata quebrada.

—Que le diremos a mama— pregunto Lila.

—sabemos lo que nos va a decir, tendremos que ocultar al gato— le respondí.

No era la primera vez que traíamos animales a la casa, a ella no le gustaban.

El gatito había dejado de quejarse y de maullar hace rato, pero no quería comer ni tampoco dormir, creo que no confía en nosotras.

Lila metió bajo su cama mi poleron  ensangrentado y otras cosas que quedaron llenas de sangre, el gatito se quedó en mi habitación, pero mientras yo esté en la escuela Lila se encargaría de cuidarlo y mientras ella esté en la universidad yo lo cuidare, será fácil, ya que a ella va a estudiar a las 4:00 p.m y yo llegaba del colegio a las 5:00 p.m., el gatito se quedaría una hora solo, nada más, era el plan perfecto.

Pobre gatito 🐈‍⬛

300 DiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora