06.

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-Ya lo pasamos, Chishiya -, mencioné mientras veía hacía el dirigible alejarse poco a poco.

-Lo sé -, dijo cortante.

Esa actitud es normal en él, no me parecía nada de otro mundo y poco a poco me acostumbraría a ello tanto por la fuerza como no. La confianza no podía abundar en situaciones como las que están pasando a nuestro alrededor, no sé si él me sacrificaría por un beneficio propio y si yo lo haría con él. Lo más probable es que sí, por ambas partes.
Por ahora, no nos conocemos del todo y jamás llegaríamos a hacerlo.

-¿Adónde vamos? -, me atreví a preguntar.

La lentitud con la que ambos caminamos daba vibras de un día soleado, despejado y verano de playa. El andar por la arena y creer que la noche se haría esperar durante horas largas e interminables.
Chishiya es de un andar lento, y yo me adapto rápido a la mayoría de cosas, (A excepción de un juego que revoluciona la mentalidad de la gente).  No me molesta, al contrario, prefiero esto antes de llegar al que podría ser mi último juego y estadía en este lugar llamado Borderland.

Tampoco quiero abrumarlo con tanta charla como me dijo la otra vez que me mantuviera en silencio. Puedo ser pesado en ocasiones generales y nadie sería como él.

-Al juego de diamantes. La reina -, señaló el dirigible que no estaba tan lejano.

Asentí una sola vez.
No me vió.

—Shiya.. —.

Volteó a verme, y al instante me detuve al seguir la oración porque no era algo agradable su mirar.

—¿Qué es eso de Shiya? —, presionó notablemente sus manos en los bolsillos.

—Lo siento.. Chishiya —, retomé.

Hizo una sonrisa que podía ser tanto sarcástica, bromista o que se sintió a gusto con su propio nombre.

— Me alegra que sea tu fuerte —.

El viento se hizo notar, lo cual me hizo entrecerrar los ojos y ver más allá de mis narices como si la brisa fuera tangible y visible. Solté una leve sonrisa como la de Shuntaro, y me dí cuenta cuando lo ví mirarme, con indiferencia.
Exaltado quizás era suave para lo que sucedió en un segundo dentro mío. Parecía un pequeño calor revolviendo y pasando desde mi estómago a todo mi cuerpo y llegando a mi rostro.
Me reí.

—¿Tengo algo? —, preguntó.

—No, no... —, inhalo y retengo el aire dentro de mis pulmones durante un par de segundos.

—Eres complicado de entender, eh —, arqueó una ceja, frenando el paso—. Y lo de que los juegos de ingenio son mi fuerte, te equivocas —.

Seguía con el camino sin importarme que él quedase detrás mío ahora, le llamaríamos venganza o karma pero sinceramente no es nada de eso, fue solo por impulso y que algo dentro mío no quería aceptar que quería ver sus tiernos ojos de gato.
Era un gato, no me lo van a negar.
Aunque no uno en preciso.

Eché un corto suspiro y vistazo de reojo hacia mis espaldas.

Generalmente otra persona habría preguntado a lo que me refería, pero sabía que no era mucha ciencia para él ir directo al punto, como yo no lo hacía.
Incluso yo lo hubiese hecho.
¿Cómo le hacía?

—Pues al menos esos son los más complejos y donde no dudo que la mayoría muere —, alcé los brazos hasta la altura de mis codos, como si lo que diera fuera más que obviedad.

—¿Y los de pica? —, su mirada clavó y atravesó mi organismo. Lo percibí.

—No digo que esos no, pero... —.

Las pocas ganas que tenía de discutir por ver quién tenía más razón que quién eran demasiado minoristas. Mucho menos cuando se trata de tu último día de vida y mis expectativas sobre mí son diminutas.
Debatir con él o no, me da lo mismo. A veces pienso que es a propósito o no.
Su diminutiva expresión socarrona es detestable en algunos casos pero no podía hacer nada más para eliminarla de su cara o expresar mi disgusto. Sonreía, una vez más.

Tampoco puedo darme el gusto de alejar a la única persona de confianza que tengo cerca mío y en poco tiempo. Aquí me doy cuenta que para Chishiya, yo, solo soy un juguete.

—¿Pero? —.

—Olvídalo —, miré hacia mi costado derecho por sobre el hombro. Mo había nada más que puro verde sobre el suelo de cemento y en los edificios, haciéndoles desaparecer debajo suyo.

Escuché un "Uhm.." por su parte y luego los pasos conocidos como si estuviera cansado de tanto correr sin parar, incluso ni siquiera hacía esfuerzos con el... Al diablo, el rey de picas...
De solo recordarlo me daban escalofríos.

Sus zapatillas parecían gastadas, al igual que su ropa estaba repleta de tierra y polvo. La mía no es la excepción.

—¿Vas a venir? —.

Una voz ronca se apoderó de mis oídos, sacando mi visión de su vestimenta.

—Sí, lo siento —. Me disculpé por nada.

Volví a quedar, generalmente, detrás suya como si fuese un secuaz de escuela secundaria donde los niños no hacen más que buscar pelea, los pandilleros de clase y que siempre buscan problemas con los compañeros indefensos o incluso más grandes. No soy de esos, pero podrían abundar tranquilamente.
Conocí a un tipo, por la carrera de escapar del señor picas. Según decían era Aguni pero huyó en dirección al bosque.

Un escalofrío nuevamente recorrió mi cuerpo, más bien los brazos por mi remera corta.
El viento se hizo presente sin previo aviso a su vez, o tal vez nunca desapareció y yo me perdí en el interior de mi cabeza.

—¡Ah! —, corrí hasta el chico de estatura un poco más baja que yo. Sin embargo tropecé con una pequeña roca.

El suelo estaba espantoso, por el ambiente mal afortunado, abandono y decrépito. El tiempo que pasa sin ser utilizado con regularidad, y pocos saben de autos para poder utilizar uno que aún tenga gasolina.

El trance fue corto y mi cara chocó contra el cemento.
Maldigo hacia adentro y por instinto llevé mi palma derecha a la punta de la nariz que sufrió el doble que lo demás.
Nada.

—Qué suerte que concurrimos al mismo juego —.

Luego de levantarme le ví.
Observé su cabello rubio platinado moverse al mismo tiempo con el que camina, lento.
Sus arranques de chistes malos también me agradaban.
No es mal tipo, solo que es frío por alguna razón que me gustaría saber pero a su vez me es imposible, mejor dicho complicado de saber.
¿Me lo dirás algún día?

Volteó los ojos a la distancia, volviendo a caminar.
Sacudí las rodillas de mi pantalón y fui por él.

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"Ludo"

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Saving us [ AIB Oc ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora