Capítulo VIII. Te prometo que estaré para ti.

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La luz y la oscuridad se mezclan cada día, una es la ausencia de la otra, pero también una no puede existir sin su contraria.

Después del mal tragó que paso al ser abordado por quien en dos días sería su cuñado, ingresó a su habitación junto a sus dos escoltas personales, Jin y Jong-in, conversando un tanto frustrados

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Después del mal tragó que paso al ser abordado por quien en dos días sería su cuñado, ingresó a su habitación junto a sus dos escoltas personales, Jin y Jong-in, conversando un tanto frustrados.

— ¿Díganme qué le hice? Siempre me mantuve a la distancia soñando con una exuberante y fatua boda, es un...

Se sentó en los mullidos cojines del sofá, para comprender sus propias palabras.

— Lo lamento, un príncipe ilahi jamás debe soltar improperios, me disculpo.

Ambos chicos le sonrieron con ternura, pero el único en intervenir fue el castaño.

— Pequeño, basta de eso, si deseas maldecir a ese torpe pálido, hazlo, merecido lo tiene.

— Pero Jin es el príncipe de este reino donde estamos de invitados. Sus ojos verdes lo miraban con incredulidad mezclada con cierta tristeza.

El más alto se sentó junto a su amigo. — Si estuviera en mis manos devolverte tu reino para evitarte todo esto, te juro que haría hasta lo imposible.

— Tranquilo, Jin, sé que lo harías y no es tu culpa, amigo, soy un príncipe sin reino, pero eso no me molesta.

— Lo sé, aunque te evitarías tanto dolor e incomodidades, pequeño.

— Estoy consciente de ello, pero el poder jamás me ha interesado, inclusive pude haber hecho lo que mi padre y ceder mi corona a Taehyung, lo único que yo quería era...

— No te tortures más con esa idea.

— No lo hago, supongo que el príncipe Yoongi me aborrece de tal manera que desea amedrentarme.

— Ese príncipe es un...

Por vez primera, Jong-in intervenía en la conversación.

— Guau creí que te volvías mudo cada vez que el príncipe Jimin ingresaba a sus aposentos.

— Jinie, eso es de mal gusto, no lo digas.

— Ya lo siento, pero tiene razón, no entiendo por qué esa actitud. Gracias a que llegó el rey Yejun, no pasó nada, si no te hubiera obligado a retirarte la capa.

— Si parecía sumamente insistente, espero que en cuanto la boda pase todo cambie. No sé si pueda seguir aguantando aquellas vejaciones por parte del príncipe Min y por mucho que el rey intervenga, siempre me ha hecho sentir incómodo.

Los dos mayores se miraron entre sí, a ellos tampoco les agradaba cómo el rey Min miraba a Jimin o lo olfateaba cuando nadie observaba, pero era la máxima autoridad del reino, así que no podían hacer nada.

— Bueno, olvida ese feo momento, te prepararé el baño para que descanses, mañana es la mascarada y por lo que escuché, tendrás una grata visita.

Te amaré hasta la muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora