IX - SEDUCCIÓN

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𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 9:
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Los primeros días fueron los peores. Pisar aquel campus lo hizo sentir fuera de lugar. La mayoría de los estudiantes sabían que estaba casado. Ese rumor ya corría de boca en boca. La mayor parte del tiempo la pasaba solo. Fué así hasta mediados de año. Cuando conoció a dos tipos. Hombres altos, robustos; Youssef y Aarón. Parecían inseparables, casi una pareja, aunque nunca se atrevió a preguntar directamente.

Los fines de semana, Youssef y Aarón lo invitaban a fiestas. No bebía, pero bailaba hasta que sus piernas dolían. Al final de cada noche, caminaba de regreso con ellos, a veces en silencio, a veces riendo bastante. Quizá fue eso lo que molestó a Alekzandr. Aquella noche él llamó. Apenas el teléfono se acomodó contra su oído, la voz de su esposo rompió el aire. Diciéndole un deja de frecuentar a esos hombres.

Se quedó sorprendido al instante, trató de explicarle que eran sus amigos, pero el alfa lo acalló de inmediato, hablando sin darle un espacio para defenderse. Era la primera vez que el Omega sentía tan claramente esa faceta de su esposo.

Intentó controlar el latido molesto en su pecho, pero la voz del alfa continuaba. No era solo lo que decía, era cómo lo decía. Le irritaba cada insinuación. Alekzandr ni siquiera se molestaba en pedir; exigía, decía que debía obedecer y punto. Y, sin embargo, cuando Su-Jin intentó responder, cuando apenas abrió la boca, la voz del alfa lo ahogó de nuevo, como una ola. Él torcía las palabras, hasta darle vuelta a la situación, haciéndole sentir que era él quien estaba en falta. La discusión no llegó a nada y fue insoportable, el Omega la había terminado con un corte seco, la llamada finalizada en sus manos.

Pasó la noche en vela, pensando.

Antes, él siempre le llamaba. Pero esta vez pasó una semana entera sin un mensaje, sin una llamada. Miraba la pantalla apagada de su celular. Esperando. Día tras día revisaba su móvil, buscando algún indicio de que él hombre estaba allí. Esperaba algún texto, una disculpa, aunque fuera algo simple. Pero él lo dejaba colgando, balanceándose en esa nada que cada día se hacía más pesada, más sofocante. Comenzaba a pensar que quizá había sido demasiado terco, que tal vez había malinterpretado las cosas.

Diez días, fue incapaz de soportar. Respiró hondo y se sentó frente a su laptop. Una videollamada. Sería directo, calmaría las cosas, Alekzandr aceptaría, se enfrentarían como adultos.

Inquieto, comenzó la llamada y observó el timbre sonar en la pantalla, una y otra vez. Pero después de unos segundos, la pantalla se apagó:

- Rechazado.

Volvió a intentarlo, pero otra vez, la llamada fue rechazada. Un segundo después, llegó un mensaje. Breve, seco, frío: "¿Qué quieres?"

Ni siquiera un saludo, al parecer Alekzandr no tenía el mínimo interés en resolver lo que había entre ellos. Su-Jin tragó saliva, sus dedos teclearon. Intentó pedirle que hablaran. "Por favor, quiero arreglar las cosas", escribió. Vió en la pantalla, él estaba escribiendo, y después, el mensaje llegó. "Estoy ocupado." Y luego, simplemente dejó de responder.

Su Jin se acostó en la cama, con la mente llena de pensamientos que lo atormentaban, cuestionándose una y otra vez, qué debía hacer. El texto que había enviado horas antes, con la leve esperanza de recibir respuesta, había quedado en el vacío. No lo había leído. Cuando despertó la mañana siguiente, la primera cosa que hizo fue revisar su celular, esperando ver un mensaje suyo. Pero cuando vió que lo que escribió había sido leído pero ignorado, una punzada lo atravesó, ¿Por qué?

Cautivos del Destino. (YAOI | TÓXICO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora