𝐈𝐗

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𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 9:
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Los primeros días fueron fatales.
Sin necesidad de mentir.

Su-Jin se sintió intimidado y fuera de lugar desde el momento en que puso un pie en ese entorno desconocido. A pesar de tener 18 años y estar casado, no pudo evitar sentirse abrumado, especialmente al ellos saber que su esposo era un multimillonario. Y luego, esa conversación descarada sobre su físico... ¿qué demonios?

En este nuevo lugar, las personas parecían tener dinero, hablar con acento y vestir ropa costosa. Pero más allá de las apariencias, no eran amigables ni honestas, lo que hacía que avanzar fuera bastante complicado. Se encontraba rodeado de lobos hambrientos, cada uno buscando devorar a los débiles, y él se sentía como una presa fácil en medio de ellos.

¿Estaba en peligro? Sí, definitivamente. Bueno, al inicio. Las cosas son diferentes ahora.

Él conoció a dos tipos altos y robustos, mayores que él, que resultaron ser «solteros» y carismáticos. Lo acogieron como si fuera su hijo y, sinceramente, era agradable pasar tiempo con ellos. Siempre estaban dispuestos a comprarle cosas y demostrar su generosidad de forma desinteresada.

Eran extremadamente habladores, inteligentes, dedicados y ¡vaya glotónes que eran!

Sin duda, pasar tiempo con ellos era una experiencia que alimentaba tanto el estómago como el alma. Aunque gracias a sus hábitos alimenticios, el Omega también subió algunos kilos. Pero, a pesar de todo, se sentía agradecido por haber encontrado a personas de las que muy pocas existen, realmente se sentía afortunado.

Gracias a esos hombres, este chico aprendió a hablar ruso mucho más rápido de lo que imaginaba. Eran tan buenos con él. Lo llevaron a conocer lugares en Rusia que nunca habría descubierto por su cuenta.

Esos días creó recuerdos que atesoraría para siempre.

Aunque apreciaba a Alexander, se sintió muy incómodo cuando, tras regresar a casa después de pasar tiempo con sus amigos, tuvo una fuerte discusión por teléfono con el alfa. Alexander hablaba rápidamente, ordenándole que dejara de frecuentar a sus amigos. La confrontación dejó a Su-Jin perplejo. Fue algo que lo dejó sumamente sorprendido, sin comprender completamente cómo había llegado la información a oídos de Alexander y porqué le estaba pidiendo eso.

Intentó refutar las exigencias absurdas de Alexander, pero el alfa lo callaba y continuaba hablando sin darle espacio para expresarse. Su-Jin, sin deseo de discutir, se esforzó por medirse en sus palabras, escuchando a Alexander y controlando sus reacciones. Optó por disculparse, recordando la promesa de mantenerse enfocado en sus estudios. En un intento de calmar las aguas, expresó su arrepentimiento y se disculpó.

Sabía muy bien cuánto su esposo había hecho por él, pero era muy molesto sentirse controlado.

...
Desde entonces, el chico se distanció un poco de sus amigos. Fue triste, tuvo que inventar alguna excusa, ya que no quería revelar lo que Alexander le había exigido.

Sentía culpa al alejarse completamente de esas amistades. No quería ser un desagradecido, pero al mismo tiempo anhelaba la libertad cómo llevar su vida social. Se distanció un poco, pero no rompió los lazos con ellos.

Alexander no tenía que enterarse.

Pero fue difícil, porque desde entonces, Su-Jin notó que la presencia de Alexander en su vida aumentaba significativamente.

Las videollamadas se convirtieron en una rutina, y también el tener que reportarle todo lo que hacía.

...
Fueron tres años largos, muy largos.

Cautivos del Destino. (YAOI | TÓXICO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora