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CAPÍTULO 20: Efímero.


Son las primeras luces del amanecer, y como las alas de una mariposa los parpados se titilan, pesados.

La luz resplandece, no es radiante, es una mezcla de sombras y destellos.

Las vías intravenosas que perforaban su piel, son las cadenas que lo mantenían cautivo en su propio cuerpo.

Ver su vida pasar ante sus ojos fue como observar una película triste y miserable. Estar al borde de la muerte y luego despertar en un maldito hospital, vivo.

Un par de lágrimas, saladas y amargas, amenazaron con salir de sus ojos mientras se preguntaba por qué seguía con vida. 

¿Cuál era el objetivo? 


Siempre trataba de idear uno para no sentirse tan miserable, para no esconderse en un rincón y terminar llorando. Cómo ahora. Ya no veía sentido en seguir adelante, no tenía metas, sueños ni razones para levantarme cada mañana. Piensa, que morir habría sido la solución más fácil, la salida rápida.

Sus ojos empañados por el dolor vagaron por la habitación. Muy lento, muy débil. Notó que el espacio era escaso y...

Muy agobiador tras notar su presencia...

Sus ojos lo encuentran, clavándose en los suyos. Es él, el hombre al que había amado con una intensidad que ni siquiera podía creer. Sin embargo, en esos ojos que solían ser su hermoso refugio, ahora encontró una traición tan profunda. La decepción pesaba en su pecho, el dolor le retorcía las entrañas y el miedo se apoderaba de su corazón en un agarre gélido y lleno de espinas.

¿Qué estás pensando? ¿Sientes, tal vez, algo que se asemeja a la culpa por lo que me has hecho?

Quiero apartar la mirada, pero también quiero oir tus palabras, tu pensar, tu sentir. Es la curiosidad, el deseo de entender por qué me has hecho tanto daño. Es simplemente el hecho de que, aunque me haya destrozado, sigue siendo una parte inextricable de mi vida.

Sus ojos siguen clavados en los suyos. Apartó la mirada, quería llorar, sintió el impulso visceral de huir, de escapar de sus ojos. Porque sabe, en lo más profundo de su ser, que si se acerca demasiado, si permite que sus ojos se encuentren con los suyos más tiempo, todo se desmoronará.

Con un escalofrío recorriendo su columna vertebral, vió cómo se acercaba hacia él. Su corazón late desbocado en su pecho, el mismo corazón que una vez latió con amor en su presencia, ahora martillea con miedo.

Es irónico cómo solía anticipar esos momentos, cuando se acercaba con una sonrisa cálida en su rostro y un brillo amoroso en sus ojos. Solía ser el momento más feliz del día.

Le tiemblan las manos mientras lucha por contener el impulso de apartarlo, de gritarle que se aleje, que le deje en paz. Pero sabe que no puede hacerlo. Así que se quedo ahí, inmóvil como una estatua, mientras él se iba acercando más y más.

Siente su presencia ominosa a su lado, su sombra proyectándose sobre su cuerpo. El silencio pesa en la habitación, roto solo por el sonido de la respiración del Omega y el latido frenético de su corazón.

Puede sentir el aroma de su colonia, la mezcla de notas amargas y penetrantes que le hace querer retorcerse y huir. Ve de reojo la expresión endurecida de su esposo, su mandíbula tensa y sus ojos fríos como el hielo. ¿Le golpeará?

Cautivos del Destino. (YAOI | TÓXICO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora