XIX

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CAPÍTULO 19: Suic1di0.







El aguacero golpeaba el parabrisas, mimetizando el caos interno del hombre.

El rugido del motor del auto era el único sonido que rompía el silencio de la madrugada, acompañado por el ritmo monótono del limpiaparabrisas luchando contra la lluvia persistente.

La ira hacia su hermano lo consumía desde adentro, sentía resentimiento por las decisiones imprudentes que casi le cuestan la vida a su padre.

La salud de su padre era una preocupación constante. A pesar de que estaba estable por ahora, la fragilidad de su corazón era una espada de Damocles sobre sus cabezas.

Y luego estaba el estrés de sus responsabilidades. El trabajo había sido un infierno últimamente, con plazos ajustados y reuniones interminables.

Se frotó los ojos cansados mientras su mente daba vueltas en un frenesí de preocupaciones. Había comprado un departamento alejado y "pequeño" para él y su esposo, un lugar donde pudiera mantenerlo encerrado.

Lo arrastraría consigo. Sabía que esos días estarían llenos de tensión, pero también sabía cómo liberar esa tensión con su marido. No habría nada más gratificante que regresar del trabajo y tener un tiempo de buen sexo.

Los controles holográficos parpadeaban a su alrededor mientras Alexander ordenaba al carro que llamara a su sirvienta personal.

La luz del tablero se iluminó con intensidad mientras el vehículo ejecutaba la tarea sin esfuerzo, marcando el número de contacto de Dariya.

"Necesito que ayudes a mi esposo a hacer las maletas. Estaremos saliendo en un vuelo privado en poco tiempo, así que asegúrate de que esté listo", ordenó tras ella atender el celular.

La voz nerviosa de Dariya resonó a través del altavoz, y Alexander percibió de inmediato la tensión en sus palabras.

"¿Hay algo que quieres decirme?" preguntó Alexander. La mujer dudó por un momento antes de reunir el coraje para hablar.

"Señor, su... su esposo está internado en el hospital...", comenzó ella. 

El impacto de las palabras de Dariya golpeó a Alexander. Instintivamente, frenó el automóvil abruptamente, ignorando las advertencias automáticas del vehículo sobre los protocolos de frenado brusco.

"¿Qué?" La palabra salió de sus labios con incredulidad.

Dariya tartamudeó en el otro extremo de la línea. "Es que... Su esposo tuvo un problema... y... lo llevaron al hospital..."

"¿Un problema? ¿Qué tipo de problema?", preguntó Alexander.

Dariya tartamudeó nuevamente, tratando de explicar la situación de manera coherente. "No sé exactamente qué sucedió, señor."

"¡¿No sabes?!" rugió Alexander, su voz retumbando en las paredes. "¿Qué demonios has estado haciendo todo este tiempo? ¡Te dije que mantuvieras un ojo en él, maldita sea!" Le gritó. La mujer estaban en silencio. Alexander entonces tomo la palabra.

Cautivos del Destino. (YAOI | TÓXICO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora