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Todos tenemos un niño invisible, hay algunos que a menudo lo confunden con su niño interior y aunque estos tengan algo de parecido, nunca serán lo mismo.

Él fue la primera persona que exploro nuestro interior,el supo antes que nadie nuestros más oscuros secretos, actos y  pensamiento.

El pobre ser inocente quedó petrificado cuando vio nuestros actos, entonces prometió no cerrar nunca más lo ojos, para así darse cuenta de todo.

Cuando escucho nuestras palabras fue tanto el arrepentimiento que quedó sin voz.

Y cuando, también, escucho todas las cosas malas que nosotros causamos o incluso todas las cosas que nos hirieron, sus orejas sé hicieron diminutas obstaculizando su audición.

Luego consiguió un lugar para él, en dónde nunca será conocido.

Atravesando un espacio entre nuestra alma y corazón, en un pequeño, poco iluminado y frío cuarto él se escondió.

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