2

17 5 0
                                    

Bonito día…

|

Cierro la puerta con más fuerza de la que debo.

—¿Qué te pasa? —pregunta, curioso, encendiendo el auto.

—¿Quieres joderme? —frunzo el ceño.

—No, en serio, no sé por qué estás enojada.

—¿No sabes? Dañas mi trabajo y luego lo botas ¡¿Seguro que no sabes?!

—Por eso. Que exagerada. Te ayudé, Tatiana.

—Ah, ¿Sí?

—Claro, mañana te iba a doler cuando vieras el lienzo así de feo, por eso lo boté, para que no te afectara —aprieto mis dientes—. Quieres golpearme ¿Cierto?

—Solo salgamos de aquí.

—Como mandes.

Y se me va el enojo.

—¿Jugamos veo, veo?

—No.

—Ay, ándale ¿Sí?

—No seas infantil.

—Y tú no seas amargado.

—¿Yo amargado? —me cruzo de brazos y suspira pesadamente—. Empiezas tú.

—Okey, eeeh, veo, veo algo… Azul.

—El cielo.

—No.

—El carro de allá —dice, señalando uno.

—No.

—Me rindo.

—¿Tan rápido?

—Esto es una estupidez.

—No me lo preguntaste, pero te voy a decir: el azul de tus ojos —sonrío, triunfal—. Vas tú.

—Veo, veo algo… transparente.

—Pero eso no se puede ver.

—Yo sí puedo.

—¿De verdad? —asiente sin mirarme—. Pues pierdo, porque yo no.

—Podías decir que el vidrio —gira los ojos y señala el parabrisas—, pero ya perdiste, se termina el juego.

—No, eso no se vale. Dijiste algo transparente.

—¿Y de qué color es el vidrio, entonces?

Me quedo en silencio pensando hasta que noto mi pequeña estupidez.

—Olvida este momento ¿Okey?, mejor di algo nuevo.

—Dios, mándame paciencia —murmura antes de bufar—. Algo gris.

—¿Los asientos de este carro? —pregunto, con duda.

—No.

—Eeeh, mi suéter.

—¿Te rindes?

—Obvio que no.

—Te voy a decir.

—No…

—Esta cinta para callarte la boca —dice sacando una cinta plateada de la guantera.

—Eso no cuenta.

—¿Te vas a callar?

Niego con la cabeza y vuelve a meter la cinta. Al sacar la mano, una pequeña cadena se enreda en una pulsera suya y al querer soltarse, se cae por debajo de mi asiento, voy a inclinarme, pero él me detiene intentando no quitar los ojos de la carretera.

Pisando los erroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora