fisioterapeuta; lionel scaloni | Qatar 2022

18: Advertencia

Irina había sentido miedo pocas veces en su vida, podía contar con los dedos de una mano la cantidad de ocasiones que el terror le heló la sangre, y ésta sin dudas seria una de ellas.

Roberto silbó a su lado, admirando la estructura frente a él. La casa de los Di Lorenzo en Roma era la residencia permanente de toda la familia y, por tal motivo, la más espaciosa e imponente. Ubicada en el epicentro de la capital italiana, el edificio de tres pisos con aspecto antiguo desentonaba completamente con el resto de las construcciones modernas. Según Irina, se trataba de una construcción vieja que no puede sufrir grandes modificaciones, por lo que se conservaba como una reliquia en la modernidad del resto de la ciudad.

-¿Tu viejo vive acá solo?- Walter preguntó, aun embobado con la casa.

Irina presionó el timbre, volviendo con sus compañeros.-Él y sus cinco enfermeras, y la gente de mantenimiento. 

Lionel cambió el peso de un pie a otro, sosteniéndose del hombro de Pablo. Decir que estaba nervioso era poco, no recordaba la última vez que había compartido con Vittorio fuera de AFA, teniendo memorias exclusivas del Mundial Sub 20 en Malasia y, sobre todo, del Mundial FIFA 2010, donde el hombre era la mano derecha de Diego Maradona como director técnico. Vittorio era palabra mayor en AFA y en el futbol mundial, Lionel escuchó su nombre en todos los clubes y espacios de formación que habitó, lo recordaba como un hombre recto y estricto, sin grises, sin errores en sus diagnósticos, e imaginaba que manejaba los mismos códigos inquebrantables en su vida privada, actitud que lo llevó a permanecer tanto tiempo junto a jugadores difíciles como Diego Maradona. Lionel tampoco era ajeno a la mezquindad de Vittorio sobre su hija, sabía que había borrado varios nombres del mundo del futbol que se atrevieron a hacer tropezar a Irina en su labor, y estaba seguro de que, si pudiera, hubiese extinguido el apellido Simeone también. Vittorio no temía usar sus influencias para cuidarla, esa era otra cosa que él técnico respetaba mucho. Así que sí, nadie podía culpar a Lionel por sentir sus piernas temblar mientras veía la puerta abrirse frente a ellos.

Una mujer con uniforme de cocina fue quien apareció tras la gran madera, sonriéndoles con amabilidad -Bienvenida a casa, Irina.

El grupo de hombres vio a su colega saludar a la mujer con un abrazo y un beso en la mejilla, susurrándole algo que no alcanzaron a escuchar. Luego, Irina se hizo a un lado y fue el turno de Pablo para abrazar a quien Lionel reconoció como Minerva.

-Tanto tiempo, payasito.

Pablo sonrió encantado.-Son años, nana.

-Vamos, vayan pasando, Vittorio los espera en la sala.

Minerva sostuvo la puerta para ellos y otra mujer más joven aguardaba en el hall de entrada por sus abrigos. Y si Lionel pensaba que el exterior de la casa era imponente, el interior realmente lo dejó sin aire. Los muebles antiguos mezclados con decoraciones modernas, techos altos y colores a tono con la vibra del lugar le daban una sensación de armonía y calidez. A pesar de ser espaciosa y lujosa, no perdía la esencia hogareña.

Dejando sus abrigos a un lado de la entrada, los recién llegados se apresuraron a ir detrás de Irina.

La sala también era espaciosa, los grandes sofás y la televisión principal acaparaban toda la atención. Frente a ella, un hombre mayor observaba en silencio el partido de fútbol que se desarrollaba.

Irina se acercó a él, colocando una mano en su hombro -Hola pa.

Lionel pudo ver en primera fila como los ojos de Vittorio se iluminaban ante la presencia de su hija, pero era lo único que cambió de su expresión aburrida, no hubo sonrisa ni una mueca parecida. Él no podía recordar cuando fue la última vez que vio al hombre en persona, quizás no se encontraban desde que Vittorio se alejó de AFA, por lo que no pudo evitar sorprenderse frente al estado deteriorado del médico. Los años y la rutina acelerada de su profesión parecían estar pasándole factura.