Esta es la situación actual:
Abel descansa en una silla de playa con una cerveza en la mano y la banderita sobre los ojos, yo solo muevo la pierna incontroladamente, lo miro a él, miro su móvil, analizo nuestro alrededor, buscando desesperadamente una salida.
Mi móvil había muerto hace horas porque llevábamos horas aquí; de todas formas, no hay cobertura, ni salida. Sugerí explorar, intentar volver por donde habíamos venido pero se negó en rotundo, la verdad, esa fue la decisión inteligente, los dos sabíamos que no podíamos ir por nuestra cuenta, y si alguien venía a buscarnos seria a aquí, el punto inicial de todo, no tenía sentido arriesgarnos a perdernos en medio del campo.
En algún punto, tire el teléfono al suelo y empecer a dar vueltas con las manos sobre mi cabeza, nervioso, frustrado y cansado. No podía más.
Mi brusquedad sobresalto a Abel, que me miro de reojo y con un suspiro se puso de pie a mi lado.
-¿Quieres parar y relajarte? –Murmuro alguna palabrota en voz baja y me agarro con firmeza.
Me solté de un tirón y le grite que, bueno, me dejara en paz y todo era culpa suya, lo último que necesitaba escuchar es que me calmara, por dios, como iba a pedirme eso. Abel sujeto mi brazo con aún más fuerza, intento hablar con calma pero a cada palabra su tono subía y sus palabras viajaban con mayor rapidez, de forma casi incomprensible para mí... que si el móvil, que si la excursión, que si su prima, que si yo..., creo que ha soltado todas las palabrotas habidas y por haber en menos de cinco minutos; realmente, no sé cuánto tiempo se llevó hablando, soy consciente únicamente de que me iba a dejar una fuerte marca en el brazo, que veía más borroso y escuchaba menos. Al final paso lo esperado, explote. Lo empuje, no le hice nada pero sirvió para que me soltara y se callara de una vez. Le grite unas cuantas cosas, el me grito, nos peleamos, él dijo cosas sobre mí que no me sentaron nada bien que lograron que cerrara la boca y me diera media vuelta para sentarme en la otra punta del lugar.
Me sentaron como un balde de agua fría que hizo que me sumergirá en mis pensamientos. Si se dio cuenta de mi situación no tuvo intención de arreglarlo, tampoco podía culparlo. Total, ahora mismo, me da igual lo que haga Abel, para él y para todo el mundo soy solo un crío interesado en el dinero de Liv, sin amigos, antisocial, cansino, maricón, bocazas, irritable, insoportable, melodramático, miedoso, quejica, metomentodo, pesado... Bueno, he escuchado más cosas sobre mí. Quizás incluso peores.
Hay gente insegura de su cuerpo, no digo que eso este bien o mal, bueno sí, todo el mundo debería quererse, cada uno es como es, preciosos a su forma.
Me refiero a que, no es mejor o peor que, por ejemplo, yo, que me da más inseguridad mi personalidad, mi forma de actuar, de relacionarme con la gente.
Nunca he sido un chico sociable, tenía dos amigas durante toooda la primaria, desde infantil; realmente no creo poder considerarlas amigas, me he pegado demasiados recreos solo, con siete, ocho, nueve años comiendo apartado mirando a los demás jugar, claro que ellas también tenían sus otros amigos no era su culpa que estuviera solo, o eso decían, además, yo como es normal, no podía tener más amigos que ellas. Ahora que lo miro, era una relación un tantito tóxica, ¿Cómo pueden ser así dos niñas pequeñas? Tan inocentes se supone. Siempre les he echado la culpa de no saber socializar, ellas no me dejaban, solo podía dirigirme a esas dos. Cuando en secundaria nos separamos lo pase bastante mal, además de ser un niño tan pequeño como para ser inseguro sobre si mismo, sobre si molestaría por hablar, era un niño tímido, un adjetivo que me ha perseguido toda la vida, creo que siempre lo hará.
Me metí tanto eso en la cabeza que ya no soy tímido como tal, soy más seguro de lo que hago y digo, pero es peor, antes simplemente no me apetecía hablar y me daba igual, ahora me pongo nervioso cuando tengo que hacerlo, conocer a gente nueva hace que el corazón se me acelere y los pelos se me pongan de punta, acompañado de múltiples pensamiento que me invaden, ¿Cómo me veo? ¿Estoy haciendo el ridículo? ¿Quizás se ríen de mi a mis espaldas? ¿Estoy siendo un pesado? ¿Me habla por simple educación? ¿Le caigo mal?. Supongo que al principio, es algo normal, quiero decir, en el momento de presentarte o de unas primeras palabras, pero mis nervios nunca disminuyen, de hecho, a día de hoy, todavía me siento inseguro a veces cuando estoy incluso con Liv.
No, no me sienta nada bien que me repitan lo que ya sé, sé que soy un pesado y el resto de cosas, no hace falta que nadie me las enumere una y otra vez, ya lo sé, ¿vale?
Cuando creo que estoy mejor vuelvo a caer, es como un bucle sin fin, y para mí, caer es volver a quedarme callado en las conversaciones, evitar a toda costa el contacto físico o las charlas privadas, volver a ignorar todos los mensajes, pasar del móvil que me trae malos recuerdos quedándome en películas y libros, me escondo en mundos de fantasía, me olvido de mí; volver a taparme la cara y llorar frente a los espejos porque a pesar de todo, tampoco me gusta mi cuerpo, no me gusta cómo me veo ni como soy.
En esos momentos me entran ganas de acostarme una noche con total tranquilidad y no despertarme, y sin embargo, sigo levantándome hasta que se me pase, porque se me pasa, es lo mismo una y otra vez, quiera o no, me conozco, y eso para mí es lo peor de todo.
Recaigo, sí, igual que estoy a punto de hacer ahora, es como una fuerte ola que llega sin avisar y te arrastra con ella, claro que cesa pero hasta entonces, no puedes escapar, y siempre llega en tu mejor momento, es como un aviso de la vida, no te acostumbres demasiado nunca a nada, pues siempre va a llegar una ola sin previo aviso que lo destruya todo. Quizás si me quedo neutro, no demasiado feliz, no demasiado triste, no hay nada que destruir pero me gusta demasiado la sensación de estar bien conmigo mismo, de disfrutar, como para no caer en la tentación sabiendo que volveré a ahogarme en algún punto.
··
No sé en qué momento Liv estaba sentada a mi lado y me hablaba de forma cansada, pidiéndome que nos fuéramos ya al apartamento. Una parte de mi seguía en mis pensamientos pero mi cuerpo actuó de forma automática y seguía a la chica hasta el lugar, cene, me duche y me acosté, pero sin estar realmente presente, pues las palabras hirientes acompañadas de mis peores momento se repetían en mi cabeza como un disco rayado.
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Lyra
RomanceMateo no soporta a Abel, el primo de su mejor amiga que acaba de llegar desde Galicia. Actualmente, tampoco soportaba a su mejor amiga, que lo obligaba a convivir con él. Abel tampoco soportaba a Mateo, o eso pensaba él. Quizás no todo era lo que p...