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Beomgyu siempre se mantuvo positivo, siempre tenía una sonrisa para dar y siempre podía hacer sentir a todos como en su casa con un simple abrazo, en su pecho, resguardado en sus brazos, Yeonjun encontró lo que sentía como hogar.

No se iba a dejar romper frente a Beomgyu, él no iba a ver qué tanto le afectaba situación, por eso lloraba a solas, y se preparaba para cuando se encontraba con él, con su mejor sonrisa, con un ramo de flores, con unos chocolates, o solo con un montón de besos y mimos a su chico bonito.

Beomgyu le enseñó a tejer y pasaba la tarde con él, haciendo gorros y bufandas a veces, cuando se aburría mucho, y el menor siempre lo felicitaba cuando uno salía más que bien.

Pasaron días y semanas le siguieron, y Yeonjun despertaba cada mañana pensando que quizás sería el último, quizás se había acabado, quizás estaba solo de nuevo.

Pero Beomgyu siempre contestaba sus mensajes, y siempre lo invitaba a pasarla con él.

No sé atrevió nunca a preguntar cuánto tiempo quedaba, aunque dudaba que el mismo Beomgyu lo supiera.

Cuando pasó poco más de un mes de lo que supuestamente era "su final", pero no había tenido más síntomas, no se había sentido peor, fue cuando ambos dudaron.

Si, su cuerpo dolía, por las mañanas solía tener fiebre, y estaba agotado y seguía igual de pálido, cada tanto su nariz sangraba, pero se suponía que a esa altura debía estar mucho peor sin la presencia de su quimioterapia, ni ningún medicamento muy fuerte, nada más que unas pastillas comunes y corrientes para sus dolores de cabeza o miorelajantes para sus problemas de sueño o sus dolores musculares.

Así que fue hacia el hospital una vez más, acompañado de su novio, para ver a su doctor, quién no disimuló bien su sorpresa de aún verlo allí.

— Si usted quiere probar con la quimioterapia de nuevo, no tengo ninguna objeción, señor Park— dijo el hombre—. Haremos los exámenes correspondientes de nuevo y le recetaremos lo que necesite.

>> Al final, nunca se sabe con estos casos, es genial que este siga bien, lo felicito.

Junto con eso, toda la semana estuvo llena de pruebas, llena de máquinas raras, agujas, muestras de sangre y de orina, y Beomgyu estaba más que nervioso, moviendo su pierna de forma incesante, estaban esperando en una habitación a los resultados de las últimas pruebas, las que darían el pie a intentarlo todo una vez más.

— Ey, mi nene bonito— Yeonjun se acercó a él, tomando sus mejillas haciendo que los ojos almendras del menor lo miraran.

Yeonjun se había recuperado perfectamente, su cabello había vuelto a crecer, aún estaba bastante corto, de color negro azabache, igual a sus profundos ojitos amables, el rubor siempre estaba presente en sus mejillas y en su pequeña nariz, haciéndolo ver sencillamente hermoso.

— Tú eres bonito— dijo Beomgyu, sonriendo—. Y te amo mucho.

— Ya bebé, guardate lo sentimental para la boda.

— Yeonjun... — Beomgyu negó, para que no dijera cosas así.

— Bebé— acercó sus rostros y frotó sus narices levemente—. Eres un guerrero, más de lo que crees, más de lo que ves... Eres fuerte y ni siquiera te das cuenta, estás teniendo otra oportunidad, amor.

— Yeonjun, no quiero hablar de-

— Pues qué mal— lo interrumpió—. Debes saberlo, Beom, puedes lograrlo, yo creo en ti, eres mejor y mucho más que todo esto, y dentro tuyo lo sabes, por eso sigues peleando aunque creas que estás rendido, por dentro sigues, porque no estás cansado aún, porque sabes que puedes seguir... Eres un orgullo para mí.

Los ojitos de Beomgyu lo miraron con lágrimas, y Yeonjun prosiguió a besar su rostro, sus lindas mejillas, su naricita, sus lágrimas para borrarlas con besos.

— ¿Crees que haya una cura que pueda servirme? — murmuró Beomgyu, había confiado en unos medicamentos más fuertes y no le habían hecho nada bueno, ya tenía desconfianza.

— Tonto, tienes la cura aquí al frente— dijo Yeonjun y le dió un ligero cabezazo que hizo al menor apartarse.

— ¿Tú? — Beomgyu sonrió como si fuera una broma más de su novio.

— El amor, Beomgyu, el amor es la cura de todos los males, y te va a sacar de esto también, porque te amo de verdad y no me quedaré de brazos cruzados— dijo, y dejó un pequeño beso en los labios de su novio.

Beomgyu estaba ruborizado y jugaba con sus dedos, Yeonjun tomó sus manitos y las sostuvo como si fueran el mayor tesoro del universo.

— ¿Sabes quien me enseñó eso? — preguntó el mayor—. Un chico bonito que me dijo que tenía un gorro de tapa de botella y que me donó amor para que yo viviera.

Beomgyu sonrió con algo de vergüenza.

— Y ahora te donaré yo para que salgas de esta conmigo, nene— finalizó dejando un beso en la nariz de botón de su novio.

chemo ★ yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora