Capítulo IV

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POBRE TAZA QUEBRADA (parte dos)

No pude evitarlo y solté una risa, eso hizo que se girara en mi dirección y me mirara levantando una ceja como preguntando qué era lo que me hacía tanta gracia.

Le devolví la mirada e hice un gesto preguntándole "¿qué?"

No sé cuánto tiempo nos quedamos viendo, pero mientras lo hacíamos sentí que el olor a sangre aumentaba, su sangre, y no era nada normal, que oliera intensamente significaba que estaba fuera de su cuerpo.

Inconscientemente dejé de jugar a las miraditas y le pregunté.

– ¿Te has lastimado acaso? – pregunté algo incomoda, el olor se estaba intensificando y eso me hacía sentir ansiosa.

Mi pregunta le causó asombro.

– ¿Qué? – respondió con otra pregunta algo confundido.

– ¡Estas sangrando! – murmuré directamente, eso de hacerme la dura no estaba funcionando, sentía que estaba a punto de saltarle encima y morderlo. Empecé a sentir su mirada fija en mí y eso hizo que me girara y lo mirara.

– Es solo sangre no le tengas miedo, está bien – murmuró Seong-jin.

Fruncí el ceño cuando lo escuché, no me causaba ninguna gracias esto.

<< Vivo en Leovigildo, es una zona boscosa y cuando venía choqué con un árbol, pero no es nada grave – seguía hablando, si él quería que dejara de pensar en la sangre pues lo estaba empeorando.

Iba a saltarle encima, lo juro, iba a hacerlo...cuando estuve a punto de, ya habían salido hasta mis colmillos, alguien apareció en la puerta de nuestro salón y nos interrumpió, le pidió permiso a nuestro Maestro el señor Lee que ya había entrado al salón y habló en voz alta.

– ¡El familiar de Park Jeong, por favor, venga rápido conmigo!.

Cuando escuché el nombre de Jeong tragué grueso y me levanté de mi asiento, toda la clase se giró hacia mí y me miraban de forma extraña.

<< ¡Si no nos vamos de aquí lo van a matar! – finalizó y eso me hizo entrar en razón.

No le pedí permiso al profesor y salí de la clase lo más rápido que pude. No me había dado cuenta de lo rápido que iba hasta que escuché al compañero de Jeong decir algo.

<< ¡No tan rápido, tengo piernas pequeñas! – llegó a mi altura y tomó una bocanada de aire – creo que es de familia lo de caminar rápido ¿no?.

– Lo siento... ¿dígame que pasó? – por fin decido preguntar.

– Lo mismo de siempre, Suho, queriendo intimidar a todos.

Pasó por mi lado en dirección al salón de descanso.

Bueno, ahora tenía muchas preguntas, ¿quién era Suho y por qué esto tenía que incluir a Jeong?

Al llegar a la altura de la cafetería empecé a escuchar los gritos de la gente y lo único que podía ser para que la gente reaccione de esa manera era una pelea, el solo hecho de imaginarla hizo que girara los ojos del aburrimiento.

Cuando presencié toda la escena era algo descabellada, Jeong estaba en el suelo siendo golpeado por otro chico de cabello rojo y a simple vista pude darme cuenta que era el tal Suho, estaba una señorita que nos cruzamos por casualidad el otro día, su protagonismo era tratando de alejar al gigante que estaba sobre Jeong, cosa que no logró, era demasiado pequeña y débil para hacerlo, pero su intención es la que cuenta.

Estaba empezando a hartarme de la situación, caminé hacia una mesa donde había una taza de vidrio y la lancé contra la pared, el ruido del vidrio roto hizo que todos se quedaran en silencio y los dueños de la pelea se volteen hacia donde estaba yo.

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